casi muere tras dos años sin diagnóstico porque sus síntomas eran “normales”


En el año 2021, Imali Chislett, una verde de 20 primaveras comenzó a padecer síntomas inusuales que incluían sangría rectal, calambres estomacales e incontinencia intestinal. Inicialmente, creyó que estos síntomas eran causa del síndrome de Ehlers-Danlos (EDS), una afección genética que afecta los tejidos conectivos y puede causar que la piel se desgarre fácilmente. Sin secuestro, los síntomas seguían empeorando.

Al sacar cita con su médico de encabezamiento, le dieron una aplazamiento de seis semanas, por lo que la verde decidió presentarse a urgencias. Allí, el personal médico le realizó dos pruebas de dificultad y un examen rectal, sin encontrar hemorroides visibles o palpables. A pesar de sus síntomas, los médicos concluyeron que lo que experimentaba era “regular” para cierto de su tiempo y le indicaron que, si los síntomas persistían durante un año, se realizarían más investigaciones. Según los médicos, ella era demasiado verde para tener una enfermedad peligroso.

Durante los siguientes dos primaveras, la verde continuó sufriendo sangría constante, incontinencia y otros síntomas. A finales de 2021, su condición empeoró tanto, que tuvo que confinarse en casa utilizando pañales para adultos y delimitar al mayor su interacción social. Su vida se vio totalmente alterada por su condición.

A pesar de sus intentos por admitir médica, los profesionales seguían minimizando sus síntomas, repitiendo que era demasiado verde para padecer una enfermedad peligroso. Sin secuestro, en abril de 2023, a posteriori de insistir, su médico de encabezamiento accedió a realizarle pruebas más exhaustivas. Inicialmente, las pruebas se enfocaron en descartar cáncer, pero luego se ampliaron para investigar trastornos intestinales. Los resultados revelaron una inflamación peligroso en las heces, lo que llevó a la realización de una tomografía.

Colitis ulcerosa peligroso

Tras la realización de las pruebas, el diagnosis fue claro: colitis ulcerosa peligroso, asimismo conocida como pancolitis, una forma de enfermedad inflamatoria intestinal (EII) en la que el intestino corpulento estaba completamente ulcerado e inflamado. Según los médicos, la inflamación era tan severa que su colon “se iluminó como un árbol de Navidad” durante la tomografía, poco poco popular en este tipo de estudios.

A pesar de la formalidad del diagnosis, el hecho de tener una explicación para los graves síntomas que había estado padeciendo durante dos primaveras le trajo alivio. Tras el pronóstico, la pusieron inmediatamente bajo tratamiento con esteroides para controlar la inflamación y recibió infusiones de hierro para tratar la anemia causada por el sangría. Sin secuestro, aunque los esteroides aliviaban temporalmente sus síntomas, cada vez que los médicos intentaban estrechar la dosis, su condición empeoraba de nuevo.

Tras seis meses sin mejoría, Imali decidió averiguar una segunda opinión médica. El médico le confirmó que padecía un caso peligroso de colitis ulcerosa y le aseguró que necesitaba un tratamiento con inmunosupresores, un tipo de medicamentos que se encargan de suprimir el sistema inmunológico para controlar la inflamación. No obstante, estos fármacos vinieron acompañados de otros enseres secundarios como la caída del pelo y el menoscabo de la piel, lo que hizo que el proceso de recuperación fuera aún más duro.

Cirugía de emergencia

En febrero de 2024, su lozanía sufrió un nuevo revés cuando desarrolló lo que en un principio pensó que era un virus de vómitos. Sin secuestro, los síntomas se mantuvieron presentes durante más de tres semanas, con constantes nauseas y diarreas, lo que la llevó de nuevo a urgencias. Al ingresar en el hospital, su frecuencia cardiaca se disparó a 170 pulsaciones por minuto, lo que la puso al borde del infarto. Los médicos se vieron obligados a presentarse con inmediatez para estabilizar su corazón, y en los días sucesivos descubrieron que su colon estaba tan dañado que había comenzado a desgarrarse.

Finalmente, el daño que tenía su colon acabó en una extracción, lo que le provocó sepsis, una condición que puede provocar la crimen. A pesar de los esfuerzos médicos por redimir su intestino con grandes dosis de inmunosupresores y otros tratamientos, su cuerpo dejó de absorber medicamentos, alimentos y líquidos. En ese momento, los médicos decidieron intervenir quirúrgicamente.

En la cirugía le realizaron una extirpación parcial de su colon y le colocaron dos bolsas de ostomía. Estas bolsas, una para el estoma principal y otra para la fístula mucosa, le permitieron continuar eliminando los desechos corporales mientras su colon se recuperaba. La recuperación fue lenta, pero tras acaecer diez días en el hospital, comenzó a mejorar notablemente.

Tras la cirugía, la verde es eufórico para el futuro, asegura que se siente mucho mejor y más osado para realizar actividades cotidianas como socializar y manducar fuera de casa. Sin secuestro, aún no ha rematado recuperarse por completo y sigue lidiando con los enseres físicos y emocionales de su enfermedad.

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Imagen de archivo de una persona vacunándose

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