La Divina Pastora de Capuchinos, remanso de paz entre flores y oraciones por las calles de Córdoba


El esperado día llegó entre sol, calor e ilusión. Los devotos de la Divina Pastora arroparon a su Matriz en las calles del Centro. La belleza convirtió el asfalto en pradera y la mano que se acerca al torada fueron catequesis en movimiento, mientras el paso avanzadilla guiado por David Arce.

Los niños vestidos de pastorcillos le pintaron la nota de color al cortejo, este sábado. Todo en la plaza de Capuchinos y sus alrededores apareció engalanado en su honor, preparado los días anteriores por los integrantes del rama novicio.

Vivas a la Divina Pastora y anagramas del Ave María con el sombrero y el cayado, adyacente con flores de papel blancas y banderitas en tela azur estaban presentes en numerosos lugares.


Estreno de los cuatro faroles de extras del Simpecado, llevado en parihuela


J. G. H.

Los hermanos Capuchinos estuvieron presentes en la procesión, así como numerosas cofradías de fama y penitencia, y por supuesto las vecinas de templo y plaza. Fue tarde de estreno de los cuatro faroles de extras del Simpecado, llevado en su parihuela.

El cortejo se puso en camino a media tarde, y todavía al ver largarse la puerta de la nave de los pasos de Capuchinos hay quien rebuscó en el extensión de los mejores memorias el día en que el temporalizador de las procesiones se puso de nuevo en hora tras una pandemia de por medio.

Pero este sábado ofreció mucho para disfrutar y percibir. El itinerario estuvo traumatizado por gran cantidad de detalles: el paso por el colegio que lleva su nombre, con las voces blancas de los niños entonando oraciones. Y, calles posteriormente, el contraste con los cantos desde la clausura de los conventos de las hermanas Capuchinas y las hermanas de la Cruz.

Siguió avanzando la Matriz del Buen Pastor y la devoción por la Divina Pastora se hizo sevillanas y llovieron pétalos del firmamento. Por la mañana se sucedieron las visitas y las ofrendas de ramos de flores en la intimidad de la nave.

Pasadas las horas, por la tarde y por la oscuridad todo se expandía a la anchura y la estrechez de las calles, al color de las colgaduras y el sol todavía pletórico de finales del verano.

En la calle Osario los vecinos desde su ventana se santiguaron y casi tocaron con las manos ese risco exuberante de plantas. La Pastora lució pamela y aro de estrellas, saya color coral y capa azur.

El habitual almendro estaba tras Ella, mientras había nardos a sus pies, y en el friso y las jarras del paso un exorno de clavellinas de una paleta de colores muy variada: entre el salmón, el blanco, el amarillo, el rosa y el malva.

‘La Divina Pastora’ al principio, ‘La Hado Sublime’ y ‘La Virginal de las Angustias’ fueron algunas de las marchas con las que la pandilla de música de la Esperanza hizo disfrutar al populoso conocido reunido en torno a la Virginal.

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