La información ha sido una mercancía que ha tenido un precio siempre



Juan Antonio Giner (Barcelona 1947) lleva toda la vida vinculado al mundo del periodismo, aceptablemente a través de sus colaboraciones en el diario “La Vanguardia”, aceptablemente por sus labores como asesor y asesor de innovación en Innovation Media, que fundó unido a Carlos Soria, quien le acompañará el próximo miércoles en el Foro torrevieja news today para conversar de “La vida de oro del periodismo”, su última obra, donde analiza los grandes fenómenos de la prensa de los últimos 50 primaveras, en una compilación de artículos que ha ido publicando en el diario catalán al que está vinculado. 

¿Cómo ha sido apañarse la Antigüedad de Oro del Periodismo?

Ha sido proporcionado hacedero, porque la experiencia personal ayuda mucho a situarse. Cuando yo empecé en esto del periodismo, los periódicos podían ser retenidos en las fronteras, como pasaba con Le Monde en los primaveras 60 con las crónicas de Jose Antonio Novais, que causaban muchos problemas al Gobierno. Hoy en día no hay fronteras para la información excepto en dictaduras muy férreas y muy violentas. En la mayoría de los países occidentales se han roto las barreras, y la información fluye. Eso es un gran avance. Para mí, la vida de oro del periodismo es la que estamos vivivendo. Estos últimos 50 primaveras hubo una crisis, acompañada por los medios digitales, que han permitido que desde cualquier punto del planeta y desde varias vías tengamos información. Hay una crisis de proposición informativa más holgado que nunca.

Igualmente estamos en un momento donde está más presente que nunca la valoración de la información como mercancía.

Durante muchos primaveras, el maniquí crematístico estaba basado en la publicidad y los ingresos comerciales. Hoy eso ha cambiado y, en gran parte, el modo de financiar la información es que los lectores, oyentes y espectadores tengan que sufragar, como en el caso del fútbol, que antiguamente se veía de balde, y ahora explota una empresa a modo de monopolio. Siempre la información ha sido una mercancía que ha tenido un precio en función de su escasez o profusión. Quien tenía información única y monopolio podía exigir o conseguir que la parentela pagase por ese material. Es una dinámica del mercado que hoy en día está muy clara. Las empresas periodísticas deben hacer un producto que sea muy atractivo para que la parentela pague por él. Gracias a las redes sociales, la difusión y distribución de información es instantánea, y eso cambia el maniquí de negocio, pero la información de calidad sigue siendo el núcleo de todo.

¿Ha podido observar igualmente la circulación de bulos durante su investigación?

No se pueden poner puertas al campo. El entrada universal a la información es un derecho humano, y debe circular sin fronteras y sin barreras, ni más límites que los que el Código Penal imponga. Si alguno difunde información falsa, hoy evidentemente es más hacedero distribuirla, que tenga más impacto y que llegue a más parentela. Pero no es ausencia nuevo, siempre han existido calumnias, injurias y falsedades. Y todos los países tienen una código a la que se pueden comparecer las personas que se vean afectadas. Hace unos primaveras, la señal prensa amarilla vivía de bulos, y convivía con medios muy serios y profesionales. El disertador tiene que desempeñar un cierto espíritu crítico, e igual que no se envenena comiendo, igualmente debe desarrollar un cierto tipo de civilización a la hora de alimentarse informativamente. Si consume continuamente los mismos medios puede terminar contaminado. Mi obra indica que hoy tenemos, gracias a Dios, mejor periodismo que nunca, pero seguimos teniendo ese sustrato de basura que circula hoy con veterano facilidad. La sociedad necesita el periodismo para señalar las falsedades y los bulos. Debe establecerse una especie de autodominio en el mundo periodístico. No solo debemos estar informados, igualmente se nos debe informar sobre quiénes son los que nos informan.

Entonces ¿no es usted partidario de esta ley de medios de comunicación de la que se palabra?

Todo esto es política, y campañas de desinformación de la ingenuidad. Todos los gobiernos quieren controlar los medios y la opinión pública, y les puede perjudicar tener mala imagen. El periodismo debe regenerarse desde la propia profesión, y tenemos que ser nosotros los periodistas los que nos preocupemos de denunciar a esta parentela y aquellos medios que no cumplen con su encomienda y son manipuladores. Pero dejarse de leyes y código. Prohibir la mentira, prohibir el bulo no va a hacer que desaparezcan, porque siempre han existido. El periodismo no necesita a los políticos para enseñarnos de ética, que se preocupen ellos, que ya tienen suficientes problemas de credibilidad y de imagen en genérico como para que ahora se dediquen a dar lecciones de ética y de profesionalidad. 

De eso encontramos un poco en su obra, los ejemplos de ética y buen periodismo

Yo he querido rememorar estos últimos 50 primaveras, que son los que me he dedicado a la profesión, y donde he tenido la oportunidad de conocer, alucinar y trabajar en estos grandes medios, y conocer a los profesionales que dirigían y contar por qué llegaron a ser gentes de gran prestigio. Igualmente he incluido casos de parentela que no ha hecho contribuciones tan positivas, pero que sí han tenido mucho poder, como Rupert Murdoch o Robert Maxwell, más controvertidas, pero muy poderosas, como la Fox News o los tabloides sensacionalistas como The Sun o el Daily Mirror. 

Pero la veterano parte de ejemplos son positivos

He tratado de destacar aquellas grandes personalidades que han contribuido a dignificar esta profesión. De todos los que incluyo en el obra, que no es enciclopédico, sino más aceptablemente divulgativo, son perfiles en los que trato de encontrar lo que es ejemplar. Casos como el del fundador de Le Monde, Hubert Beuve-Méry, quien recibió tras la Segunda Eliminación Mundial ayudas del Gobierno francés para revitalizar a la prensa y no las usó. Dejó el semanario con una difusión de 500.000 ejemplares en el momento de su retirada. Otro personaje es John Reith, quien resistió los intentos de Winston Churchill por controlar la trayecto editorial de la BBC.

Y en nuestro país, ¿quiénes serían los responsables de la Antigüedad de Oro?

Yo he vivido los últimos 40 primaveras de mi vida fuera de España. Cuando recibí el encargo de escribir estas columnas puse como condición que no iba a conversar de medios ni periodistas españoles. Porque me parecía que no tenía autoridad ni conocimiento de una ingenuidad que no conocía por activo estado viviendo en EEUU o Reino Unido. Lo único que puedo asegurar de la situación española es que el periodismo es mejor que nunca, y que tenemos grandes periodistas y periódicos.

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