Una mujer llevaba 52 abriles viviendo en una casa situada en la pequeña billete francesa de Cossé-en-Champagne. Con la asesinato de su marido decidió poner en cesión su casa hasta que consiguió venderla dos abriles posteriormente a una pareja. Para su sorpresa, cuando llegaron los nuevos propietarios, le ofrecieron quedarse a poblar con ellos.
“No podía creerlo”, cuenta la mujer a ‘Actu’. La tribu de Maryline, de 72 abriles, llevaba viviendo en esa casa desde el siglo XIX. “Primero fueron inquilinos antiguamente de convertirse en propietarios”, ha explicado. “Mi causa nació en esta casa y mi abuela vivió allí”, ha recordado.
La mujer había vivido con su marido desde “el 23 de diciembre de 1972”. La casa era una estancia y, aunque ellos no se dedicaban a la agricultura, tenían una empresa de refrigeración y criaban conejos. El connubio vivía con sus hijas hasta que crecieron y se mudaron.
Cuando falleció su marido en 2018, la casa se le hacía demasiado sobresaliente. Por ello, a pesar del vínculo que tenía con la vivienda decidió ponerla en cesión un año posteriormente de que falleciera su marido.
Dos abriles posteriormente la casa encontró una nueva pareja propietaria: Grégory y Jean. Entreambos residían en París, pero buscaban “retornar a sus raíces” y llevaban tiempo buscando una casa con unos criterios específicos. “Queríamos un dominio natural, un río, un entorno natural propicio para desarrollar una actividad agrícola independiente”, explican. Al ver la casa, supieron que su esquema de “naturaleza campesina” estaba más cerca de hacerse sinceridad. “Nos dijimos: está aquí”, han confesado.
La pareja consiguió la casa de sus sueños, sin confiscación Maryline sentía tristeza por renunciar el que fue su hogar durante tanto tiempo. Pero la suerte le sonrió. Gregory y Jean no pensaban decirle “gracias y adiós”, sino que “había que pedirle que se quedara a poblar allí”.
Más de un año posteriormente, los tres han convivido como compañeros de casa. “Hay espacio más que suficiente y en París estábamos acostumbrados a compartir alojamiento, aunque no fuera con mayores de 70 abriles”, han asegurado.
Aunque la idea era “darle tiempo para que busque y compre su casa”, los nuevos dueños no tienen prisa por que Maryline se vaya. “No nos pisamos, Maryline tiene su habitación y nosotros la nuestra. ¡Vamos de compras juntos y asimismo comemos!”, han admitido.
Por su parte, la mujer les ayudó a entender la historia del emplazamiento y ahora disfruta de esta nueva vida. “Cuando nos hacemos mayores, solo vivimos con personas mayores; poblar con jóvenes cambia la vida”, ha afirmado.
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