Julián Muñoz, el camarero de Ávila que llegó a alcalde Marbella antes de su brusca caída final


Esta historia adecuadamente podría parecer una de aquellas vidas llenas de superación si uno se queda simplemente en los hechos más superficies. Pero, más adecuadamente, alega a otro tópico tan cautivador: promoción, auge y caída. Esto fue Julián Muñoz, un simple camarero que llegó a ser corregidor de Marbella, manejar influencias y peculio al margen, emprender una relación increíble con Isabel Pantoja, acontecer abriles en la calabozo y despedirse de este mundo como vivió: rodeado de polémica.

Nacido el 24 de noviembre de 1947 en la avilés población de El Arenal, nadie podía sospechar que su vida se convertiría en una película de mezcla impracticable: un poco de las intrigas de Martin Scorsese y un mucho de la delirante sordidez de Torrente. Antaño de comenzar a manejar millones en la cálida costa andaluza, comenzó ganándose la vida como honesto tabernero.

Julián Muñoz y Mayte Zaldívar se conocieron por primera vez en la población madrileña de San Martín de Valdeiglesias, donde Julián Muñoz vivía por entonces. Allí abrieron un locorregional que no cumplió sus expectativas y fue entonces cuando empezaron a soñar a lo excelso: cambiar Madrid por Marbella.

Hicieron las maletas y primero abrieron un bar en los aledaños del campo de fútbol de la ciudad que llamaron Mayte I. Y luego llegaría el Mayte 2, en la lujosa Puerto Banús. Ese era el mundo al que siempre desearon pertenecer.

Comida casera a buen precio

Su propuesta era comida casera a buen precio, con ella encargándose de la cocina y él del comedor, las comandas y las relaciones, lo que mejor se le daba. Entre las dotes de seductor de Julián Muñoz y las artes de Mayte Zaldívar en la cocina, el establecimiento se convirtió pronto en centro de reunión de tertulias, fiestas y negocios, atrayendo a concurrencia influyente, empresarios y periodistas. Todos acababan deslumbrados por el carácter encantador de Julián Muñoz.

Y es ahí donde este hombre comienza a soñar con nuevos horizontes, y más concretamente con la política. No era poco nuevo. Esta ‘afección’ ya le venía de ayer, de sus tiempos en Ávila, donde había conocido a Jesús Gil. Y aprovechando su don de gentes, comenzó a rodearse en Marbella de los contactos adecuados y los planes más ambiciosos para su conquista definitiva. Cambio el mandil y la servilleta por el cargo de Concejal de Festejos de Marbella y ahí cambió todo.

El maravilloso Jesús Gil ya lideraba el Consistorio adyacente a Juan Antonio Roca como mano derecha, y Julián Muñoz iba subiendo puestos en el escalafón del liga que, como un clan mafioso, se iba haciendo con la ciudad. El antiguo camarero tenía otro don: la paciencia. Y solo tuvo que esperar a que las extravagancias, chapuzas, estrambotes e indiscreciones de Jesús Gil fueran tan insostenibles que le obligaran a marcharse.

La irrupción de Isabel Pantoja

Así ocurrió en abril 2002, cuando el presidente del Gimnástico de Madrid se vio forzado a dimitir. Entonces, Julián Muñoz ya era el número dos del partido. Estaba preparado para el brinco: la alcaldía de la ciudad. Prometió nuevos tiempos, marcados por la «templanza, mesura y honestidad» al vencer por mayoría absoluta. El pueblo había hablado.

Y con el macana de mando de Marbella todo ya se le quedaba pequeño. Hasta Mayte Zaldívar. Humillada, tuvo que ver cómo su marido, con el que tanto había pasado, iniciaba un sonado romance con Isabel Pantoja contado minuto a minuto por la prensa rosa. Desde la confirmación de su romance en El Rocío hasta todo lo que ocurrió luego. Y el principio del fin de todo fue el llamado ‘caso Malaya‘.

Para entonces, Marbella y sus instituciones se habían convertido en un vergonzoso vivienda de corrupción mal disimulada por sus políticos. Poco parecido a una ciudad sin ley. Solo con ésta seguía su curso; tranquilo pero seguro. Y Julián Muñoz sería condenado finalmente por varios casos de cohecho, malversación de fondos públicos y prevaricación urbanística. Y con él igualmente caerían Isabel Pantoja y Mayte Zaldívar, ambas condenadas por blanqueamiento de capitales.

Julián Muñoz e Isabel Pantoja terminarían rompiendo de forma abrupta en 2009 por atrevimiento de la tonadillera. Él todavía la quería. Ella le condenó al completo olvido, un día dejó de enviarle cartas a la calabozo y ya no quiso aprender mínimo más de la historia.

Gayola, salubridad y boda final

La operación Malaya, que derivó en múltiples condenas para Julián Muñoz, propició entradas y expectativas de la calabozo entre 2006 y 2016. Durante el tiempo que estuvo entre rejas, y en parte como consecuencia de su increíble consumo de tabaco durante toda su vida, sufrió varias enfermedades, una cardiopatía y problemas respiratorios. Asimismo padecía una diabetes previa y una arteriopatía.

Por ello le fue concedido el tercer cargo, pero cuando el sentenciador vio un video bailando sevillanas tan oportuno, decretó su nuevo ingreso en prisión. Saldría definitivamente el 6 de mayo de 2016, pero para entonces su salubridad ya había caído en picado. Ya los últimos abriles los pasó con un «cáncer vertiginoso» que le llevaría a la crimen final.

Pero se despidió fiel a su naturaleza: con polémica. En enero se casaría de nuevo con Mayte Zaldívar en un casorio rocambolesco que desataría mil especulaciones, pero principalmente dos. ¿Para restituir el honor perdido o para compartir el destino del peculio oculto de Marbella? No se sabe si Julián Muñoz se marchó en paz, pero lo que es seguro es que se fue siendo él mismo.

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