El presidente de la comunidad gallega indica que este régimen de propiedad no tiene por qué ser un freno a actividades beneficiosas para el territorio. Además, explica que “Hay muchísimos ejemplos en los que montañas vecinas colorean campos de fútbol, hospitales, escuelas… y todo ello sin perder propiedad. “No tengo dos parques eólicos, aunque hay algunos problemas, hay algunas cosas que también son acordadas por los miembros de la comunidad”.
Emilio Pato conoce bien esta realidad, pues preside la comunidad serrana de A Chaira, en Pereiro de Aguiar. Ahora están trabajando en colocar paneles donde se pueda ver el mapa de la zona y las prohibiciones en la misma. Sobre el ataques a community managersPato lo tiene claro: “La gente no sabe las cartas y el tiempo que se pierde”. Indica que como son responsables del bosque, son responsables de toda la actividad y que tienen que estar pendientes, en su tiempo libre, de todo tipo de cuestiones. Sobre si aceptan o no dinero, dice que “salvo en nuestra comunidad, el dinero nunca se le da a nadie, todo pasa por transferencias y es legal”. Agrega que “Todas las cartas que entran terminan invertidas, no montas”.
Respecto a las negociaciones con los comunitarios, “No es más difícil que negociar con un propietario privado.”. Cuenta su caso con una empresa de paneles solares para crear un parque. Explica que la decisión fue consensuada entre los comunitarios y que, “si bien estábamos satisfechos con las tarjetas que nos ofrecía el alugueiro, considerábamos que la conservación del paisaje y de nuestras montañas era más importante que el dinero”. Además, señala que Han cedido tierras a la Xunta o Diputación sólo a cambio de mantenerlas limpiassin más dinero de por medio.
Felisindo Dapía, quien desde 2017 está al frente de la Comunidade de Montes de Bousés, en el municipio de Oímbra. “Aquí las cartas no están. No hay reforestación de pinos, ni canteras, ni parques eólicos. No hay problemas con la entrega de tarjetas porque no las hay”. La falta de población ataca a esta comunidad, ya que en la zona hay poco menos de 100 vecinos y los comuneros apenas llegan a la veintena. Además, esta improductividad hace que las personas no quieran ser parte del bien común.
También señala a los incendios como un factor crítico, ya que, en su caso, el incendio fue el responsable de destruir algunas plantaciones que tenían en sus terrenos. “O tal vez tuve que usar todo“, la Casa de la Moneda. Finalmente, alude a la gran división de las parcelas como otro de los factores que complica que las zonas forestales sean productivas o atractivas para las empresas.