¿Tendremos una vacuna eficaz contra el cáncer? “Hemos conseguido resultados positivos en melanoma o en cáncer de próstata”


Uno de los avances más prometedores en la lucha contra el cáncer es el expansión de vacunas personalizadas, diseñadas específicamente para cada paciente y su tipo de tumor. A diferencia de las vacunas convencionales que actúan de guisa preventiva, estas vacunas tienen como objetivo entrenar al sistema inmunológico para atacar células cancerosas ya presentes en el cuerpo.

“En oncología, las vacunas permiten aprestar aquellas infecciones víricas que pueden derivar en un tumor. Es el caso, por ejemplo, del cáncer de cérvix, secundario al virus del papiloma humano”, señala Alexandra Cortegoso, oncóloga del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela.

Igualmente se están probando estrategias con vacunas en grado de tratamiento. “Lo que hacemos es coger una partícula del tumor, se la mostramos al sistema inmunológico -al mecanismo de defensa del cuerpo- y lo estimulamos para que pueda declarar las células cancerígenas y atacarlas con anciano potencia”, señala la doctora.

Campo extenso de investigación con éxitos ya logrados

Mediante la secuenciación genética, los científicos pueden identificar mutaciones específicas del tumor de un paciente y diseñar una vacuna que apunte directamente a esas anomalías.

Se manejo de un proceso muy enrevesado y en un campo muy extenso de investigación donde el objetivo se centra en maximizar la efectividad del tratamiento y minimizar los posesiones secundarios, convirtiéndose en una nueva esperanza para quienes padecen tipos de cáncer resistentes a los tratamientos tradicionales. “Hemos conseguido ya resultados positivos en melanoma o en cáncer de próstata, pero en estadios avanzados de la enfermedad”, apunta Alexandra Cortegoso.

Los estudios clínicos han mostrado resultados esperanzadores y la esencia para el futuro es conseguir vacunas que se puedan utilizar cuando el cáncer está localizado en su lado de origen. Según la oncóloga, “a posteriori de una cirugía, de la resección tumoral, cuando no haya enfermedad visible pero sí células cancerígenas”, lo que conocemos como ‘enfermedad mínima residual’, tras la inyección de la vacuna “el sistema inmunológico podría reconocerlas, eliminarlas, evitar recaídas a generoso plazo y alcanzar así la curación”.

Mientras confiamos en los avances que lleguen de los laboratorios, los especialistas nos dejan dos conclusiones. La primera, las vacunas son la forma más efectiva de aprestar millones de casos de enfermedad, discapacidad o crimen. La segunda, en la que no dejaremos de insistir, es que en 2019 la OMS catalogó al movimiento antivacunas como una de las diez principales amenazas para la salubridad en el mundo.

Los expertos nos recuerdan que la incidencia del cáncer sigue creciendo oportuno a factores externos como el tabaco, la contaminación o los hábitos de vida. En el mundo occidental los tipos de cáncer de anciano prevalencia son el de pulmón, el colorrectal, el de mama en mujeres y el de próstata en hombres.

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