Los ‘innombrables’ del oro rojo


  • Archivo de periódicos Arde el mayor asentamiento chabolista de inmigrantes de Huelva

Con las últimas luces del día de este último viernes, un tráiler cargado con bebidas y alimentos no perecederos llega cerca del asentamiento de san jorge en Palos de la Frontera (Huelva). El reparto se realiza desde el polígono industrial que linda con el barrio chabolista que fue arrasado por un incendio hace apenas una semana. habiba Es uno de los primeros en acercarse al vehículo. Tiene la mano vendada porque el trabajo de siembra, que es lo que hace ahora bajo los invernaderos de frutos rojos, le ha abierto una llaga.

Habiba es un nombre ficticio tras el que se esconde la entidad de esta mujer de 41 años que llegó a España en los contingentes de trabajadores marroquíes que se organizan cada año, con billete de ida y vueltaa recoger las fresas en las plantaciones de Huelva.

Ella decidió no regresar. Aquí encuentra trabajo y dinero para enviárselo a sus hijos, dos adolescentes que todavía están en Marruecos. Como no cumplió su compromiso de regresar, vive en España sin permiso y, pese a ello, trabaja a diario en los invernaderos. ella es una de las innombrables que hacen posible milagro de oro rojopero cuesta reconocer en los informes oficiales que hablan del impacto económico de un sector puntero en Andalucía.

Habiba recoge el lote de alimentos que los integrantes de Carpauna ONG presidida por el médico jubilado Alfonso Romero, y que ha recaudado fondos para llenar el tráiler con productos de primera necesidad y regresar a San Jorge para ofrecer un poco de alivio. El lunes pasado ya distribuí 5.000 litros de agua embotellada. En esta ocasión lleva leche, aceite, tomate frito, arroz, pasta, atún, sal, azúcar, café, galletas y hecho en casa de limon

Habiba recoge sus maletas y se hace a un lado para esperar pacientemente a que todos los que se han reunido alrededor de los vehículos Carpa reciban las suyas. Espera poder llevar un segundo lote para su amiga marroquí que la acogió en su choza después de perderlo casi todo. Apenas tuvo tiempo de recoger su bolso con su documentación y algo de ropa.

La distribución comienza de forma ordenada pero por momentos se complica. En algunas ocasiones el Guardia Civil escolta a los colaboradores para evitar altercados pero esta vez no fue posible y se vivieron algunos momentos de tensión debido a quienes no siempre respetan las instrucciones dadas e intentan acaparar la mercancía.

A pocos metros de donde se está realizando el reparto, un terreno irregular desciende hacia un valle donde aún quedan restos de los troncos carbonizados y enseres inservibles esparcidos por el suelo. El incendio fue especialmente virulento porque el material con el que están construidas las chozas es altamente inflamable. Tardaron más de ocho horas en extinguirse.

Tras aquella noche de terror, alrededor de un centenar de personas, según los cálculos del Cruz Roja, se quedó sin techo (de plástico) bajo el cual dormir. Algunos incluso perdieron la documentación que los acredita como residentes legales. El incendio se originó, según la primera versión ofrecida por los investigadores de la Guardia Civil, debido a una disputa entre los propios vecinos del campamento. Una mujer fue detenida por provocar el incendio intencionadamente, aunque el juez la dejó en libertad provisional dos días después.

Pese a la concatenación de planes especiales anunciados por las administraciones para erradicar los asentamientos y encontrar un alojamiento digno para sus habitantes, las llamas han demostrado ser la herramienta más eficaz para acabar con las chabolas de plástico y madera. De hecho, donde había más de 300 viviendas infraviviendas, tras el último incidente apenas quedan una decena. El espacio sobre el que se construyen las estructuras ya quedó drásticamente reducido tras otro incendio similar registrado en mayo en este mismo enclave.

Él Ayuntamiento de Palos Fue entonces el encargado de delimitar el suelo carbonizado para evitar que se instalaran nuevas chabolas, lo que ha provocado, por otro lado, que las que se vuelven a construir se amontonen en un terreno muy limitado. Esto contribuyó a que, en esta ocasión, el fuego se propagara más rápidamente y con un efecto más destructivo.

Al camión de la ONG La Carpa -que suele dedicarse a cuidado de personas sin hogar– Se acercan principalmente mujeres marroquíes, pero también algunos hombres subsaharianos. La mayoría ha encontrado refugio en las chozas que han sobrevivido al incidente o se han trasladado a otros campamentos de la zona. Hay quienes ya llevan una semana durmiendo al aire libre, con la ventaja de que las noches no son frías ni siquiera en este otoño verano. Durante el día buscan refugio en los pocos espacios de sombra que quedan.

“Quince trabajan con los papeles de uno”

En los pueblos de Huelva viven algunos 3.000 personas con un perfil heterogéneo. Algunos están en España ilegalmente y van a boxes todos los días para realizar algún trabajo suelto. Quince trabajan con los papeles de uno., explica gráficamente uno de los cooperantes de la zona. Pero o no ganan lo suficiente para pagar el alquiler o no pueden encontrar apartamentos para alquilar.

Las empresas que los contratan están obligadas a entregarles alojamiento durante la campaña, pero cuando termina formalmente se quedan sin dónde ir. Muchos se trasladan a otros puntos de la geografía española y los asentamientos se despoblan durante esos meses, pero también hay una comunidad fija bajo los plásticos de Huelva que permanece todo el año, confiando en que siempre hay alguna tarea que hacer en las plantaciones.

Restos humeantes de pertenencias y leños calcinados, horas después
Restos humeantes de enseres y troncos carbonizados, horas después del incendio que arrasó un asentamiento en Palos de la Frontera (Huelva).JUAN CHICANOEFE

Un refugio para los ‘indocumentados’

En su último informe correspondiente a la realidad de 2022, la organización Andalucía da la bienvenida Recordemos que la gran mayoría de las personas que trabajan en la campaña de la fresa, especialmente aquellas que lo hacen en grandes explotaciones, tienen cubiertas parte de sus necesidades, incluido el alojamiento. Pero la capacidad de los municipios para prestar servicios a este aumento de población está bajo presión.

Las ONG que trabajan en la zona denuncian periódicamente negativa de los ayuntamientos a registrarse a quienes viven en estos asentamientos, aunque es su obligación legal. Si no están registrados, se reduce su posibilidad de acceder a programas de reubicación y otros beneficios y la marginalidad acaba atrapándolos en una espiral de precariedad que es caldo de cultivo de conflictos y enfermedades mentales, advierten.

Con papeles o sin ellos, estos pueblos sobreviven del trabajo más o menos formal que se genera en torno al cultivo de frutos rojos. Pero también se han convertido, en sí mismos, destino o punto de paso para muchos inmigrantes en situación irregular que proceden de otras partes del territorio. Por tanto, no todos los que residen en estos campamentos están vinculados al sector fresero. Pero, criado en el cuarto trasero De los invernaderos, los asentamientos chabolistas se han convertido en una losa para la imagen del producto.

Según datos de la Asociación Interprofesional de la Fresa de Andalucía (Interfresa) Citado en el informe de Andalucía Acoge, el sector de los frutos rojos genera entre 80.000 y 100.000 puestos de trabajo cada campaña, de los cuales el 52% son ocupados por trabajadores españoles, el 20% comunitarios y el 28% no comunitarios. El bayas Representan el 8% del PIB andaluz. En Huelva se producen el 98% de los frutos rojos que se cultivan en España y el 30% de todos los de la UE. Además, de estos cultivos depende el 70% de los empleos que genera la agricultura en Huelva.

Con estas cifras, el sector es el primer interesado (como destacan) en eliminar su vinculación con estos núcleos de chabolismo y marginalidad. Si el vínculo entre las fresas y la sobreexplotación de los cultivos ya ha sido desastroso para sus intereses, acuíferos de DoañaLas noticias sobre las malas condiciones de vida en los asentamientos donde duermen muchos de estos jornaleros también golpean periódicamente la imagen internacional de la agricultura onubense.

Esta misma semana se estrenó en el Festival de Cine de Marbella el documental La esclavitud invisible y moderna en Europadel director suizo Sven Rüfer (Filmerei), que denuncia lo que considera prácticas esclavistas en la Europa del siglo XXI. La película describe las condiciones de vida y de trabajo bajo los plásticos para un público, el europeo, muy exigente en cuanto a la sostenibilidad social y medioambiental de los productos que consume.

A pesar de la falta de coordinación durante décadas, las administraciones están empezando a dar algunos pasos tímidos para abordar el fenómeno, gracias a la presión social y a la presión de las autoridades de la UE. En junio de 2022 se firmó un protocolo entre el Secretario de Estado de Migracionesel Junta de Andalucía y los municipios afectados que básicamente planean distribuir fondos para la construcción de viviendas y albergues.

El pasado mes de julio, el Gobierno de Andalucía aprobó el primer Plan Estratégico para la erradicación de los asentamientos informales y la infravivienda y la inclusión social de las personas residentes en zonas agrícolas de Andalucía compuestas por población inmigrante (FACILITAR), que tiene como objetivo diseñar propuestas para la integración residencial y sociolaboral de las personas que residen en dichos asentamientos. Este documento reconoce que es un situación arraigada desde hace al menos 25 años.

En 2020, el relator especial de la ONU sobre la extrema pobreza y los derechos humanos, Philip Alstonmolestó a las autoridades españolas después de informar en un informe que los recolectores de fresas en Huelva vivían peor que en un campo de refugiados.

No es una situación fácil de abordar, como lo demuestra el fracaso de las iniciativas que se han puesto en marcha hasta la fecha. Tras una campaña de inspección lanzada en 2021, con visitas a empresas, se abrieron decenas de expedientes sancionadores. El Guardia Civil Posteriormente informó que se habían detectado 157 trabajadores en situación irregular de un total de 1.400 identificados durante la campaña de la fresa. Desafortunadamente, en paralelo, hubo una situación cercana a la hambruna en los asentamientos, señalan algunos cooperantes, ya que las empresas suspendieron por un tiempo la mano de obra que se ofrece bajo la mesa a los irregulares en las granjas.

Las grietas en la contratación en origen: las mujeres que no regresan

En el asentamiento situado junto al polígono industrial San Jorge de Palos de la Frontera han llegado a convivir inmigrantes de diez nacionalidades distintas y distintas religiones. Debido a su propia vulnerabilidad a los desalojos y los incendios, el mapa de asentamientos precarios en Huelva siempre es inestable y, por tanto, los datos ofrecidos corresponden a una fotografía tomada en un momento determinado. Los principales asentamientos se ubican en los municipios de Lepe, Moguer, Palos de la Frontera y Lucena del Puerto.

El pasado mes de abril, la organización Andaluca Acoge publicó un informe específico sobre la situación de mujeres en los asentamientos de la provincia de Huelva, poniendo énfasis en lo que denominó grietas en el sistema de contratación en origenlo que ha demostrado ser en los últimos años una de las formas más efectivas de garantizar el respeto de los derechos de los trabajadores.

Como se señala en este estudio, la ausencia de vínculos sociales, el empleo precario y la infravivienda se combinan para reducir las opciones de estas mujeres y facilitarles la vida. redes de trata culminar su proceso de exclusión social, capturándolas con fines de explotación sexual o laboral.

Muchas de estas mujeres fueron contratadas originalmente en campañas sucesivas pero decidieron no regresar. Esta inesperada irregularidad, unida a la pérdida del espacio de alojamiento proporcionado por la empresa que los contrata, tiene como consecuencia que en muchos casos la alternativa residencial sea el asentamiento. comienza entonces un proceso de exclusión lo que se ve agravado por la necesidad de mantener unos ingresos mínimos para la subsistencia. El 90,9% de ellas son madres y el 75,8% tienen a sus hijos en sus países de origen.

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