Cuando Gabriel Pedrero tena 12 aos, el cura de los Testigos de Jehov, el del templo al que l y sus padres asistan varias veces por semana, engatus a estos para quedarse a solas con l. En principio era para ordenar unas revistas.
Cuando uno y otro estuvieron solos en presencia de el altar de Jehov, el hombre le baj al nio los pantalones y, en el propio Saln del Reino de la calle Jos Cabrera de Carabanchel (Madrid), intent que el último le masturbara.
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