El antiguo carretera piloto de la colonia de las ‘Mil viviendas’, en Vicálvaro, hace las veces de sede de la asociación Vicus Albus y de museo del distrito, el único de estas características que existe en Madrid. Interiormente, Valentín González lleva más cuatro décadas echándole horas y recopilando, contiguo con el resto de los miembros de la entidad y los vecinos, cientos de archivadores con documentación.
Este extremeño, ex policía municipal, aprendió a investigar yendo a los archivos. «El corregidor Tierno Galván fue el primero en darme una carta de recomendación para poder estudiar en la Auténtico Institución de Historia». Luego, ha seguido buceando, ya con el carnet de investigador, en el Archivo Histórico, el de Simancas…
El museo contiene piezas de gran interés, «se ha convertido casi en un punto expedito cultural», dice, donde los vecinos traen de todo. Allí está una copia del primer documento que menciona Vicálvaro, de 1352; la máquina de escribir de la empresa Portland Valderrivas, las lentes de uno de los pilotos de un avión tudesco de la hormiguero condor cogido en Atocha y que caldo a caer a Vicálvaro, la maqueta del antiguo cabildo del pueblo –«dinamitado en 1974»– y parte de su comulgatorio innovador, «que encontré en la Casa de Campo».
Pueden hallarse la romana donde se pesaban los sacos que venían en el tren de Arganda; o un obús rápido que sirvió en el acuartelamiento de Vicálvaro, que antaño de eso fue taller de tejidos, y luego ha terminado albergando la sede de la Universidad Juan Carlos I.
Cree que lo peor que le pudo pasara a este pueblo y a los otros 12 que se anexionó Madrid en los abriles 50 fue eso, la anexión, y que de no haberse producido, Vicálvaro hoy «tendría 350.000 habitantes; lo dice un estudio que nos hicieron». Por eso, fantasea con crear «el PNV, el Partido Nacionalista Vicalvareño».