Granada homenajea a las 80 víctimas del accidente aéreo más luctuoso que ha habido en Sierra Nevada


En Bomba, y más concretamente en Sierra Cellisca, se recuerdan dos accidentes aéreos con resultados muy opuestos. En 1960, un avión marcial estadounidense se estrelló en el Cerro del Picón, cerca de Jérez del Marquesado, a 2.600 metros de nivel. Cuatro primaveras a posteriori, un avión francés corrió la misma suerte en el Pico de la Fuerte y hubo 80 fallecidos: los siete tripulantes y los 73 pasasjeros.

De ese segundo y lamentable suceso se han cumplido este 2 de octubre exactamente 60 primaveras y, por ese motivo, el Comunidad de Bomba ha rendido homenaje a aquellas víctimas en el sepulcro que las recuerda en el cementerio de San José. Al acto han acudido la alcaldesa, Marifrán Carazo, y el cónsul honorario galo en la ciudad, Último Pocherón.

Lo que ocurrió fue terrible. «Vi a lo remotamente la cara de un chico entre dos rocas. Me acerqué y comprobé que no había cuerpo, ni cráneo, ni masa encefálica. Nadie, solo la cara», recordaba Antonio Maldonado, por entonces extremidad en la cojín aérea de Armilla, en un reportaje publicado en la web de la Escuela de Esquí y Montaña Al Andaluz Activa.

El avión, un DC-6, partió de París con rumbo a Mauritania y, posiblemente a causa del mal tiempo, perdió el contacto con la radiodifusión antiguamente de fracasar. Eso hizo pensar, en un primer momento, que en existencia cayó al mar, cerca de la aldea murciana de Mazarrón.

Pero no fue así. Un pastor y un gendarme civil advirtieron de que había chocado cerca de la cima del Pico de la Fuerte, a más de 3.300 metros de nivel. Y aunque desde Trevélez, la población más cercana, acudieron voluntarios a prestar ayudas, todo fue inútil. Habían fallecido todos los viajeros, incluyendo 24 niños.

La otra cara de la moneda

Más agradable es contar la historia del avión siniestrado cerca del Cerro del Picón el 8 de marzo en 1960, en el que una de las cosas más significativas es que, en principio, nadie pareció darse cuenta. De hecho, cuando en el pueblo de Jérez del Marquesado se percataron de verdad fue cuando aparecieron allí el piloto y un habilitante, los dos norteamericanos, y por señas les hicieron asimilar que hacia lo alto había heridos.

Se organizó una búsqueda multitudinaria, no exenta de dificultades, y todo terminó de la mejor modo posible, con el rescate de los 24 ocupantes de la avión con vida. Desde entonces, Estados Unidos ha mostrado en repetidas ocasiones su agradecimiento a la pequeña aldea granadina, que ahora tiene 1.100 habitantes pero por entonces duplicaba esa monograma.

Encima de darle ayuda económica, en un remedo del Plan Marshal, igualmente le cedieron al comunidad el avión, o lo que quedaba de él. Fue un regalo al que los jerezanos le supieron sacar partido, ya que lo vendieron como chatarra y les pagaron más de millón y medio de pesetas de aquel entonces.

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