Fior Daliza Santiago, Una hostelera dominicana pero de maridaje gallego



“La acogida fue muy buena”, rememora Fior Daliza Santiago Lantigua el año 2000, momento en el que aterrizó por estas tierras. Directa al instituto del puente con diecisiete primaveras, pronto se decantó por el sector de la hostelería en el que pasó de camarera a propietaria. “Con veintitrés primaveras me hice autónoma, pero la experiencia no fue muy buena”, reconoce sobre decisiones pasadas. “Trabajaba mucho de oscuridad, y yo lo que quería era el día”, aclara. Dos décadas a posteriori lo intenta de nuevo, esta vez en el suburbio de O Couto, con un café que igualmente es tapería. “No soy muy de cocinar”, explica, “pero hago todo lo de aquí, ¡de allí no sé hacer carencia!”, explica sobre su restauración pueblo.

Origen: Santo Domingo

Llegó al país con una nena de dos primaveras que concibió en República Dominicana con su entonces pareja. “Me enamoré perdidamente, la típica tontería muy de allá”, dice entre risas. Es verdad que el inclinación es un poco patología en el mundo firme, pero en algunos países, la descendencia a prontas edades está normalizada. Rompió Fior relaciones con él porque pronto se dio cuenta que ciertas tendencias en su civilización no le iban carencia. “Mi padre fue asesinado”, explica en algún momento, al hilo de las familias rotas y la delincuencia. “Tenía negocios y casas,  lo mismo hubo tema de celos”, declara. Reconoce con sus maneras y las justas palabras que no quiso indagar mucho ese tema. Ese pasado fue de otra vida que tal vez le rozó siendo pupila pero ahora muy allí queda.

“Mi mama nos dejó en un internado cuando caldo a España”, explica Fior, quien, a través del procedimiento de reagrupación sabido, la siguió primaveras a posteriori con dos hermanas más pequeñas. “Sólo echo de menos a mis difuntos abuelos”, explica. Poco viajó de dorso a Santo Domingo y más por cuestiones turísticas que por algún tipo de morriña pueblo.

Tuvo dos hijos más Fior en Galicia, descendientes de ourensanos de pura cepa. Uno de ellos quizá algún día consiga poner esta ciudad en el atlas gracias al hip hop, danza urbano para el que tiene grandes talentos. “Se formó aquí, en Madrid, Barcelona, Valencia…”, explica. Cuenta que con la companía con la que trabaja se fue a los Estados Unidos para representar a España en un campeonato mundial de este índole. “Quedaron de sextos entre sesenta y dos países”, revela. “Los llamaron de ‘Got Talent’, pero venían muy justos de tiempo”, aclara. El padre de esta criatura es cantante de orquestina, de ahí le deben de venir los ritmos y las dotes para dotar la fiesta.

Salgo muy poco”, dice Fior, que valora su soledad y su tiempo en el sofá pasmando. ¡Vive Altísimo que peleará el bar nuevo!, pero los días de donación, mejor quedarse en casa, en el pueblo de Sobral, en Cudeiro. La huerta no la trabaja porque a posteriori de tanto café para cultivos no está el cuerpo, pero le encanta el monte y la naturaleza y contrarrestar con esos aires el vicio del cigarrillo, muy del hostelero. “Ruido el justito, me gusta el silencio”, comenta. Contemplación alpina, podemos llamarle, lo de darle al ‘sacho’ es otro invento.

“Desidia brindar un poco la mente”, opina Fior, para ella la única pega que tiene Ourense. “Veo a mi hijo venir de Madrid con otra forma de pensar”, comenta. De toda la vida fueron los bares igualmente oficio para el marujeo, y para díjomes y diretes siquiera tiene mucho hueco. “Explícame primero un poco mejor de qué va esto”, preguntó al vernos, no tanto por desconfianza, sino porque no le apetece mucho el chismorreo. ¡Las cartas sobre la mesa Fior!, igualmente de ciudad espacioso es que te precio poco lo que opine el pueblo. ¡Solo le faltaba eso!, ella, que se prestó solícita a platicar de filias y fobias sin tener carencia en el cuerpo. Sonaban las cuatro de la tarde en el santuario de Fátima y la mujer, sin deber comido ni un cheto.

No parece que tenga problemas Fior con los vecinos, hasta a cuatro personas saludó con un hola afable, que pasaban delante de nuestro lucha. “Quiero seguir creciendo, me gusta mi trabajo”, explica. Y comparte, rato a posteriori, un póster por teléfono. “Organizamos fiestas temáticas y eventos”, aclara Daliza Santiago, para dinamizar un poco su espacio pasadas las nueve de la oscuridad.

 “Soy muy alegre”, se describe Fior a sí misma, que elige un “carallo” como término peculiar en idioma de la tierra. ¡El índole no se toca más Fior Daliza, si no quieres ir a por el cuarto gallego! “Ya me planté”, dice sobre una posible nueva maternidad, con su flagrante pareja. ¡Atenta!, porque los cuarenta en estos lares son como los nuevos treinta, y ya tú sabes, el sonido de la fastidio es la antesala de la muiñeira.

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