Son muchos los toledanos que pasean por el Tajo, pulmón natural de la ciudad, emblema y origen de su estratégica situación que ha hecho de Toledo una fortaleza natural inexpugnable. El río Tajo ha sido históricamente maltratado, sobre todo por los vertidos, pero sigue albergando una riqueza biológica excepcional e inimaginable para un entorno tan humanizado. Una de las principales joyas del Tajo toledano se encuentra en La Cava, desde donde históricamente se comunicaba la ciudad con sus montañas que la alimentaban de piedra, carbón y leña.
Hoy sostiene el puente de La Cava, dando acceso a la ciudad en una de las panorámicas más bellas, nutrida de murallas, antiguas termas, monumentos singulares y caprichosas formas graníticas. Son muchos los que quedan perplejos ante la imponente fortaleza medieval cuando cruzan a pie o en vehículo el puente de la Cava, que les sirve como magnífica carta de presentación de una ciudad singular, hoy amenazada por la presión turística como es de esperar y natural de una de las principales maravillas arquitectónicas del mundo. Al otro lado del puente, y especialmente al salir de la ciudad, muchos otros paseantes y turistas son sorprendidos por una isla de verdor en el mismo cauce del Tajo, a menudo sobrevolada por cientos de aves a su paso por el cauce del río.
Y es que el Isla del Cava y su entorno con arboledas autóctonas de olmos, chopos y tarajes representa un paraje natural original y único que imita a los famosos aviarios del Parque Nacional de Doñana donde cientos de aves acuáticas anidan en árboles o juncos, refugiándose de los depredadores, especialmente los mejores representantes. de aves zancudas. son los garzas, reales e imperiales, garcillas bueyeras, garcetas comunes, garzas nocturnas, avetorillos, cigüeñas y desde este año 2023, el insólito Ibis, único representante del ibis en Europa tras la extinción del enigmático ibis calvo del centro y sur de Europa en el siglo XVII. La nueva colonia de ibis, una especie que en su día estuvo muy amenazada, ha llamado la atención de los toledanos por su pico largo y curvo, y su plumaje oscuro pero con unas curiosas irisaciones verdosas que hacen pensar que se trata de un ave típica de latitudes más exóticas.
Pues bien, desde hace unos meses venimos oyendo hablar de la posibilidad de construir un Macrohotel de cinco pisos frente a la Isla de la Cava, ocupando estos pequeños sotos y cañaverales de ribera, algunos de los cuales incluso han sido declarados hábitats protegidos por la Unión Europea y que albergan no sólo a las citadas aves zancudas sino a un sinfín de aves forestales que se suman color y biodiversidad a un territorio ya de por sí fuertemente antropizado. Allí se pueden escuchar oropéndolas, pájaros carpinteros, martines pescadores, fochas, jabalíes, somormujos, currucas y un largo etcétera entre los pocos olmos y chopos vivos que parecen sostener el río cuando se abre a la llanura. A paisaje único donde la mera propuesta de construir cualquier construcción sorprende y ofende al transeúnte toledano, al turista cautivado y sobre todo a los vecinos de La Cava que de solo pensar en talar árboles, desbrozar juncos y juncos y mover tierra en la gran huerta de la Biodiversidad pone los pelos como anzuelos. . Esperemos que esta propuesta, que nació en la anterior legislatura, caer en el olvido por el bien de nuestro patrimonio natural y cultural y por el respeto al maltrecho río Tajo y su biodiversidad que amortigua las agresiones humanas y llena de vida y color lo que históricamente el hombre le ha quitado, unas veces de forma sostenible y artística y otras no tanto mucho… Que el pequeño Tajo verde, sus riberas y sus islas sigan albergando la riqueza de un patrimonio natural que unido a la cultura intrínseca de la ciudad histórica hacen de Toledo la mezcla perfecta que siempre la ha caracterizado.
