una ruta por acantilados que ofrece un paisaje incomparable


Para los grandes amantes de los viajes en coche es inapelable poseer pasado por todo tipo de vías, que muchas veces van variando en función de la cosmografía y la población a las que estén destinadas. Las calzadas de España son buena prueba de ello y, dependiendo de circunstancia en el que estas se encuentren, pueden diferenciarse mucho entre sí: las hay que son más estrechas y prácticamente intransitables y además las hay que están hacinadas de otros vehículos por el tráfico.

Sin requisa, en nuestro país además hay otras que tienen unas características muy distintas y que nos pueden ofrecer un paisaje pocas veces imaginable. Uno de los lugares donde más carreteras inusuales podemos encontrar es Galicia, donde cualquier delirio en coche puede permitirnos disfrutar de las vistas de algunos de los espectaculares parajes que la comunidad gallega ofrece a sus visitantes.

Entre las muchas vías que se pueden transitar en la zona del boreal de España se encuentra la carretera DP-2205, una de las más bellas que podemos recorrer en nuestro país. Conocida como ‘la carretera del escabrosidad’, este íntimo camino asfaltado, situado en una zona tranquila y rodeada de naturaleza, nos transporta directamente a los paisajes de ensueño que encontramos en la zona gallega. Eso sí, si quieres tomar esta ruta debes tener poco en cuenta: el miedo a las gloria no está permitido.


La carretera DP-2205, conocida además como ‘carretera de los acantilados’, es una de las más bellas de España


Google Maps

La carretera DP-2205, una de las más bonitas de España

Ubicada en la provincia de La Coruña, en el noroeste de España, esta pintoresca vía es uno de los rincones más bonitos para recorrer con nuestro transporte. Aislada de las grandes urbes, su trayecto te conecta con la naturaleza más salvaje de la región gracias a este circunscripción único que conecta el mar con la más profunda sierra, ofreciendo una experiencia de conducción emocionante.

Aún así, debemos tener cuidado si queremos recorrer esta ‘carretera de los acantilados’, pues se alcahuetería de una estrecha calzada, donde puede ser complicado circular cuando dos coches se cruzan y cuyo trazado además está formado por más de una curva pronunciada. Es por ello que puede convertirse en una ruta difícil para los conductores si las condiciones climatológicas no son las adecuadas.

Durante este trayecto por el boreal peninsular, podremos descubrir zonas poco más desconocidas de Galicia como el pueblo de San Andrés de Texeido, algunos de los miradores que nos permitirán disfrutar del olor del mar y además de los bellísimos acantilados de Herbeira, situados anejo a la costa. Algunas de estas formaciones rocosas, situadas en la sierra de Capelada, pueden conservarse a alcanzar los 613 metros de valor sobre el nivel del mar.

Lleva a uno de los sitios más mágicos de Galicia

Para aquellos que deseen disfrutar de estas hermosas vistas, que aúnan la naturaleza de la sierra y el esplendor de las costas atlánticas, saludar la lugar de San Andrés de Teixido puede ser una de las mejores opciones. Esta pequeña billete, situada en plenas rías altas gallegas, está cargada de hechicería y de leyendas y se ha convertido en un circunstancia imprescindible de peregrinaje para los ciudadanos gallegos.


Acantilados de San Andrés de Teixido, al este de Cedeira.


Miguel Muñiz

En esta lugar, que recibe su característico nombre por la cantidad de tejo que se extendía sobre la zona, se dice que fue donde San Andrés asentó el santuario de la fertilidad, al que, según un dicho popular, vai de morto quen non foi de vivo (‘va de muerto quien no fue de vivo’. Todavía podemos encontrar allí la famosa Fuente del Santo, donde, según cuenta la inscripción, se concede un deseo al que se salsa los labios en cada uno de los tres chorros de los que emana su agua.

Por su parte, en el camino de la carretera DP-2205 además hay algunas otras paradas obligatorias que no podemos ocurrir por stop. Se alcahuetería del mirador de Vixia de Herbeira, que se encuentra a 613 metros de valor y que nos permite disfrutar en todo su esplendor de los acantilados de las costas gallegas en un entorno inmejorable. Siquiera podemos perdernos el sitio de Ortegal, donde su característico faro de franjas rojas y blancas se ha convertido en un imprescindible de muchos.

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