El caso ERE pierde a su interventor de referencia, Ángel Turrión, el auditor que sabía leer las estrellas


El caso de corrupción de los ERE en Andalucía, diluido en parte tras suceder por el particular tamiz del Tribunal Constitucional (TC), no puede hacerse entender sin el trabajo incansable del economista y auditor de cuentas Garbo Turrión Macías (Salamanca, 1953). Este interventor de la Suministro Universal del Estado fue el coautor de hasta 275 informes que ponían cabreado sobre blanco el fraude de las ayudas por las que fueron condenados los expresidentes andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán. El pasado 30 de septiembre falleció en un hospital de Madrid. Su corazón se le paró de modo repentina cuando llevaba un año retirado, luego de más de cuatro décadas de experiencia en la función interventora.

Deja tres hijos, Daniel, Javier y Miguel, cuatro nietos y una pareja, Alicia Allepuz, que lo acompañó durante 22 abriles. Asimismo un memoria imborrable. Como funcionario no tenía horario ni fines de semana. Su dedicación era total. Cuando la togado que abrió el caso ERE, Mercedes Alaya, le encargó descifrar la nebulosa de las subvenciones irregulares a empresas en crisis, Garbo Turrión dedicaba noches, sábados y domingos a estudiar en profundidad cómo se burlaban los controles para repartir fondos públicos a discreción y sin norma alguna. Pocos detalles se le escapaban a este avezado auditor que pertenecía al cuerpo de interventores y auditores del Estado desde 1978. Las 3.899 páginas que salieron de su ordenador como dirigente del equipo de interventores dan buena cuenta de su titánico trabajo. No sólo los jueces que requirieron sus servicios, sino además los andaluces, perjudicados por el reparto abusivo de fondos públicos, tienen una deuda con Garbo Turrión.

Nunca en su vida vio «tantas irregularidades juntas»

Durante el querella celebrado en 2018 contra los ex altos cargos autonómicos, Turrión asistió como perito jurídico al tribunal de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Sevilla inmediato a otros tres compañeros de la Intervención. Defendió con tanta vehemencia y convicción sus argumentos que dejó desarmados a otros catedráticos y juristas de prestigio que venían de la mano de las defensas. En la olfato verbal llegó a reforzar que nunca en su vida había encontrado «tal cúmulo de irregularidades» como en el sistema de ayudas que la Audiencia de Sevilla consideró ilegal en una sentencia que enumeraba punto por punto las anomalías recogidas en sus informes.

El Supremo avaló además sus informes, aunque el TC, con una mayoría progresista de magistrados, instó a acortar las penas al considerar que se habían vulnerado derechos constitucionales de los acusados. No obstante, el víscera de garantías asumió que algunas ayudas incurrieron en una manifiesta malversación por desviarse de los fines previstos en el software.

Turrión además ha participado como perito en el caso de los Avales de la Agencia IDEA en Andalucía o el fraude de la Formación en Galicia. En 1992 llevó a término tareas de auxilio jurídico en el querella contra la exdirectora de Televisión Española Pilar Miró por la transacción de trajes con cuartos sabido. Demostró que la indumentaria que utilizaba era patrimonio de la dependencia pública y no se los quedaba ella. Resultó absuelta en el querella.

Garbo Turrión además ha sido director financiero de distintos grupos audiovisuales. Los que pocos conocen es que era un avezado en materias tan diversas como la Filosofía, la Metafísica, las Religiones o la Astrofísica, muy alejadas de la función fiscalizadora que desempeñaba. Su propensión por inquirir una explicación a nuestra existencia y el oficio en el Cosmos la plasmó en un texto divulgativo sobre astronomía para principiantes titulado ‘Un paseo a la luz de la Vía Láctea’ en el año 2009.

Inculcó su devoción por las estrellas a sus hijos. Cuando éstos eran pequeños en El Espinar, un pueblo en Segovia, los llevaba a observar las estrellas al monte en la Sierra segoviana. Allí los aleccionaba sobre las constelaciones, galaxias y planetas. No faltaba a su cita con las estrellas ningún 12 de agosto. Cuando el engendro de «las perseidas» (las lágrimas de San Lorenzo) estaba en su apogeo, llevaba a todos los chavales a un claro del monte con mantas y abrigos para taparse y observar las estrellas fugaces en el Paraíso raso.

La hado de Garbo se ha sofocado, pero no así la castro que deja, que sigue refulgiendo en el firmamento de los funcionarios que con más determinación y perseverancia han combatido la corrupción.

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