El acusado de matar a dos ancianos intentó suicidarse con una pastilla de escopolamina tras ser detenido


Dieciocho meses posteriormente de situar los cadáveres de Manuel y Piedad, los Mossos d’Esquadra detuvieron al sospechoso del doble crimen: un comercial, condenado por estafa, que había vendido productos sanitarios al connubio de octogenarios que mataron a puñaladas en su adoquinado de Barcelona. La entrada de la vivienda no estaba forzada ni había allí ni en sus cuerpos signos de lucha. Las pesquisas de los investigadores llevaron hasta Marcos F., cuya pista comenzaron a seguir tras situar algunas facturas en el domicilio. Cuando el peña de Homicidios tuvo suficientes indicios, el 16 de febrero de 2021 se procedió a su detención. Agentes de las ARRO asaltaron su vivienda en Sant Antoni de Vilamajor a las siete de la mañana. Durante el registro, lo esposaron con las manos a la espalda y, al detectar «un comportamiento errante», uno de los policías activó su cámara personal. «Insistió, haciendo aspavientos, como que se ahogaba, que necesitaba Ventolin [medicamento para el asma] y diciendo que no estaba cómodo», y fue así como accedieron a ‘engrilletarlo’ por delante.

«Parecía todo corriente», hasta que el detenido vio a los agentes de Investigación. «Entonces se puso muy nervioso, diciendo que necesitaba tratamiento de encima de un mueble». No contaba con prescripción, las pastillas no estaban en ninguna caja que las identificase, así que el patrón del operante avisó al Servicio de Emergencias Médicas (SEM) para que un váter valorase el estado de Marcos F. que, tras tener engañado a los agentes con su supuesto ahogamiento y pedir no ser esposado por la espalda, consiguió hacerse con una de las cápsulas y se la tragó. En unos 20 minutos, entró «en un estado de somnolencia. Se quedaba dormido en la arnés». Finalmente, fue trasladado a un hospital donde entró en coma. Había ingerido escopolamina, conocida además como burundanga. Allí quedó bajo custodia policial y, tras recuperarse unos días posteriormente y ocurrir a disposición jurídico, ingresó en la gayola.

Desde este lunes se sienta en el banquillo de la Audiencia de Barcelona por el doble crimen. Las acusaciones piden para él dos condenas de prisión permanente revisable por sendos asesinatos con enseñamiento y insidia. Creen que mató a Manuel y Piedad posteriormente de que estos supiesen que les habían robado, para evitar se descubierto. Esta mañana, durante la cuarta sesión del razón, los agentes de las ARRO han detallado como el individuo intentó quitarse la vida, una vez lo arrestaron en su domicilio.

Entre los indicios en su contra: tener empeñado las joyas que robó la pareja. La primera de ellas, el 17 de agosto de 2019, un día posteriormente de la plazo en que los habría matado. Con antelación, se transfirió caudal desde la cuenta de Manuel, e intentó realizar varias extracciones con su polímero en dos cajeros. Uno próximo al domicilio de la pareja y otro en Sant Boi. No lo consiguió porque no tenía el código pin.

Cuando el anciano se enteró, denunció su sustracción y la dio de quebranto. Fue el 7 de agosto. La última vez que lo vieron con vida fue el 16, tras salir nuevamente de su entidad bancaria, tal y captaron las imágenes de las cámaras de seguridad. Aquella tarde, según el posicionamiento de su móvil, Marcos estuvo en el domicilio de la connubio entre las 15.00 y las 18.00 horas. Nadie los volvió a ver con vida. Fue una vecina quien llamó a la Escolta Urbana por el hedor que provenía de su adoquinado. Era ya 24 de agosto. Los agentes, acompañados por el hijo de los octogenarios, descubrieron sus cuerpos en renovador estado de descomposición.

Hecho que, según han certificado agentes de la Científica, imposibilitó poder situar ADN de su posible asaltante. Las víctimas se encontraban en el salón. Ella, en una butaca -que, precisamente, habían comprado a Marcos F.-. Él, puntual a su costado. Les habían asestado más de una decena de puñaladas. Al comercial lo conocieron en marzo. La sanidad de Piedad había empeorado, tras exceder un cáncer de mama, sufrió un ictus y ya no salía de casa. Su marido, cuidando de su bienestar, comenzó a realizar compras a Manuel F., y así entablaron una relación. De hecho, desde entonces hasta la plazo de su asesinato, intercambiaron 50 llamadas. La última, dos días ayer del crimen.

El razón continuará este viernes, con más periciales.

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