El bar del Parlamento de Cataluña ha dejado de traicionar Conguitos por considerarlos un producto racista. Tanto por su nombre como por su color, se ha asumido de repente que la popular chuchería es una encomio del colonialismo en África, de modo que su cesión ha sido sustituida por la de otros productos además de chocolate como Toblerone o KitKat.
Frente a la sorpresa y la interjección de todos en el Parlament, la cámara, presidida por el neoconvergente Josep Rull, se ha trillado obligado a reaccionar: «El Parlament no ha prohibido nulo, ni el plan de igualdad afecta a la cesión de Conguitos en el bar. Que no se venda este producto es osadía del bar, no del Parlament. Un cliente, que no era ni político, hizo un comentario hace un tiempo sobre si era adecuado traicionar este producto. El responsable del bar, cuando acabó las existencias que tenía, ha decidido de momento no traicionar más Conguitos».
El dueño del bar, según sus propias explicaciones, ha tomado la comentada osadía mucho más por miedo a una campaña negativa que por obedecer las órdenes de un cargo político concreto.
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