«Queremos seguir sabiendo la verdad»


La polarización, las guerras y la migración forzosa son algunos de los grandes problemas que la sociedad de hoy debe afrontar. Pero «¿Es posible venir a entenderse en una sociedad pluralista?», se pregunta en su trigésimo cuarta tirada el Seminario de Ética Económica y Empresarial de la Fundación Étnor. Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universitat de Valencia y directora académica de Étnor, inauguró ayer el curso con la conferencia «¿Qué es un real diálogo y sobre qué urge dialogar?»

Una sociedad pluralista es aquella en la que se dan la mano dos vectores fundamentales, lo ajustado y lo bueno, explica Cortina. Lo ajustado se exige, lo bueno es una opción y es importante distinguir entre los mínimos de ecuanimidad que son exigibles en una sociedad pluralista y los máximos de vida buena que son plurales. «Una sociedad que quiere ser pluralista ha de ponerse de acuerdo, ha de entenderse» porque el desacuerdo en esos mínimos nos sitúa en una sociedad conflictiva, «es necesario entenderse y en una sociedad democrática hay que hacerlo mediante el diálogo».

Cuando se establece un dialogo, «el hablante eleva unas pretensiones de la validez de su discurso que el escucha acepta». Estas pretensiones de validez son: inteligibilidad (claridad en el jerigonza); verdad (correspondencia entre lo que se dice y la existencia); verdad (correspondencia entre lo que se dice y se piensa), y, la cuarta pretensión de validez es ecuanimidad, en palabras de Cortina «comprobar si esa norma podrían darla por buena todos los afectados por ella luego de un diálogo celebrado en las condiciones más próximas posibles a la simetría». Estas pretensiones pueden ser criticadas y razonadas, pero necesarias para venir al entendimiento, afirma Adela Cortina, «cuando cualquiera miente, falsea o es inteligible oscurece la razón».

Sin incautación, las pretensiones de validez no están en buena situación en los discursos públicos, lamenta Cortina y alude al cripticismo de los discursos y al derecho de las personas a la claridad, el derecho a entender aquello que les concierne. Adela Cortina considera que la posverdad es «una mentira emotiva» para influir en la opinión pública. Mentiras emotivas y bulos de siempre que ahora se difunden a gran velocidad y que impregnan toda la sociedad.

Frente a esto, «hay que darse cuenta de que no estamos en tiempos de posverdad, la multitud queremos seguir sabiendo la verdad y necesitamos que se nos diga la verdad», asegura Cortina. «Estamos en tiempos de posveracidad, hay cantidad de multitud que no dice lo que piensa y parece no acontecer consecuencias por ello».

La hélice de silencio

Finalmente, Adela Cortina se ha referido a las muchas propuestas que quedan acalladas por el perverso objeto de la hélice del silencio. «La multitud vamos por donde va el pensamiento genérico y tratamos de apuntarnos al pensamiento predominante, es el triunfo de lo políticamente correcto que te hará ser admisiblemente acogido y gastado por la sociedad. Eso sí que va contra la pretensión de verdad», ha concluido.

La conferencia inaugural de Adela Cortina, organizada en colaboración con Libertas 7, ha contado con las intervenciones de Agnès Noguera, consejera de Libertas 7 que ha ejercido de anfitriona en su sede de Valencia, y de Pedro Coca, presidente de Étnor. Coca se ha referido al peligro que para la democracia supone la polarización, «vivimos tiempos que no son ni para quedarse en casa, ni para quedarse de brazos cruzados». Por ello, ha explicado, la Fundación Étnor, como actor de la sociedad civil, aborda en este curso el diálogo en contraposición a la polarización. «Tenemos que recuperar el arte de dialogar y hacerlo desde la diferencia, e incluso desde la discrepancia, pero siempre con respeto».

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