Me gasto más de la mitad de lo que gano


Españoles como Nuria, que asegura que no tiene “mínimo para manducar” es un ejemplo de los datos de pobreza en España. Con 67 primaveras y una pensión desaparecido, tiene que venir aquí a esta ONG para poder manducar. Siquiera llega Beatriz, ella trabajaba y ahora sondeo un empleo. Se ha de segunda mano todos los ahorros, hoy es la primera vez que viene a un comedor social

Esperanza, morapio de Nicaragua para ganarse la vida. Trabaja como empleada del hogar, ganas menos de mil euros. “Estoy trabajando pero no llego a fin de mes”, asegura. En Barcelona, en una ONG, hemos conocido a Siham. Ella trabaja como auxiliar oficial, su marido igualmente trabaja. Pero a pesar de que en su casa entran dos nóminas, acude a la ong porque siquiera llega a fin de mes con sus tres hijos. “Es que todo sube, el inquilinato, la cesta de la adquisición”.

Casi tres millones de personas trabajadoras se encuentran en situación de pobreza en España, según un referencia de Oxfam Intermón. La tasa de pobreza sindical en España es del 13,7 %, número que se duplica entre personas migrantes (29,5 %).

Oxfam Intermón ha publica un nuevo referencia, Pobreza sindical: cuando trabajar no es suficiente para datar a fin de mes, en el que analiza esta inquietante verdad que afecta a casi tres millones de personas (2.957.000), pese a los avances en materia de empleo en los últimos primaveras: subida del SMI, reforma sindical, cifras históricas de empleo y una tasa de paro que ha descendido a su nivel más bajo desde 2008.

“Nos encontramos en presencia de una desconcertante paradoja: hay muchas personas que se esfuerzan cada mañana en ir a trabajar y, sin confiscación, esto ya no les garantiza salir de la pobreza”, afirma Alejandro García-Gil, responsable de políticas de protección social y empleo de Oxfam Intermón.

Pobreza sindical, por sectores

El referencia revela que los sectores más golpeados por la pobreza sindical son la agricultura y el trabajo de hogar, donde tres de cada diez personas trabajadoras viven en pobreza a pesar de tener un empleo. Sectores como la hostelería y la construcción igualmente enfrentan este problema, afectando a dos de cada diez personas empleadas. Transversal a todos los sectores de actividad hay otro problema del mercado sindical: una de cada cuatro personas trabajadoras autónomas y de las empleadas a tiempo parcial igualmente se encuentra en pobreza sindical.

El empleo a tiempo parcial o el autoempleo condenan a la pobreza a una de cada cuatro personas trabajadoras en estas modalidades.

Encima, los hogares en situación de pobreza sindical destinan entre el 67% y el 79% de sus ingresos al plazo de la vivienda y los servicios básicos.

Trabajadores como Ricardo, con jornadas que tienen que ser interminables para retribuir un inquilinato, que se come buena parte del sueldo. Él es rider, anhelo unos mil euros mensuales, y de inquilinato paga unos 500. LLega a fin de mes, pero dice que compañeros suyos con hijos no pueden.

A pesar de la creación de empleo, el sistema productivo y el maniquí crematístico gachupin siguen generando puestos de trabajo de desaparecido calidad. La consecuencia es clara, según el referencia de Oxfam Intermón: tener un empleo ya no garantiza datar a fin de mes en condiciones dignas. Encima, el encarecimiento de la vivienda y de los servicios básicos ha agravado aún más el problema. Los hogares en situación de pobreza sindical destinan entre el 67% y el 79% de sus ingresos al plazo de la vivienda y los servicios básicos.

54% abandona los estudios por error de bienes

Por otro costado, seis de cada diez personas en pobreza sindical habrían querido continuar sus estudios, pero el 54% se vio obligado a abandonarlos por error de bienes o por la pobreza de trabajar para subsistir. Este ciclo perpetúa la desigualdad, ya que quienes no acceden a una educación superior tienen más probabilidades de conseguir empleos precarios y mal remunerados.

La pobreza sindical tiene existencias devastadores y más profundos. “Encima de las implicaciones económicas, la pobreza sindical igualmente deja una importante huella emocional: estas personas se ven obligadas a poblar para trabajar y no a trabajar para poblar; tienen que obligarse íntegramente sus sueldos a gastos básicos renunciando a cualquier forma de ocio y disfrute del tiempo excarcelado, lo que impacta fuertemente en su vitalidad mental. Vemos el agotamiento y la desesperanza de quienes, a pesar de tener empleo, no pueden avanzar económicamente ni disfrutar de una vida digna”, afirma García-Gil.

“No puntada con crear empleo: es necesario avalar que éste sea de calidad y que permita a las personas poblar con dignidad. Para muchos hogares, un salario no es suficiente si no viene acompañado de condiciones laborales justas, el ataque a una vivienda digna y un sistema de protección social robusto que les permita salir delante. Detrás de cada número hay una historia de lucha y sacrificio. En un país que crece económicamente, es importante que este crecimiento se traduzca en mejores condiciones de vida para todas las personas”, concluye García-Gil.

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El IPC

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