Adiós a la purpurina, el “brilli-brilli” más popular



MISIÓN: BRILLAR

El La sostenibilidad es el principal reto al que se enfrenta la industria en general y la industria de la moda en particular. Considerado el segundo sector más contaminante del planeta y, por ello, los principales avances van dirigidos a convertirlo en una industria menos contaminante y respetuosa con el medio ambiente.

Ahora, esta premisa sobre la que sentar las bases del futuro de la humanidad ha llegado también al sector de la belleza y la cosmética. Hace unos días, la Comisión Europea anunció que a partir de mediados de octubre se prohibirá la venta de productos que incorporen microplásticos y nanoplásticos con el objetivo de minimizar el impacto de estos materiales en el medio ambiente y reducir un 30% su contaminación. en los próximos siete años.

Actualmente, los microplásticos no sólo se han convertido en un ingrediente más de la cadena alimentaria a través de lo que los peces ingieren con los restos que acaban en el mar, sino que también se estima que respiramos 22 millones de microplásticos al año. De ahí la dureza de la nueva ley europea.

Aunque son varios los rubros e industrias afectados por la medida, la cosmética es una de las más afectadas porque implica la prohibición de comercializar perlas exfoliantes, microesferas y, sobre todo, brillantina, tan populares en todo tipo de productos de belleza.

UNA HISTORIA CENTENARIA

Desde que la humanidad comenzó a considerar el potencial de la ropa como símbolo de estatus, la búsqueda del brillo siempre ha sido un signo de distinción. Por eso, los minerales y metales que más brillan en la naturaleza son los más codiciados. Ya en algunas pinturas rupestres que datan de hace unos 30.000 años quedan restos de purpurina, obtenida, por supuesto, a partir de ingredientes naturales.

Más adelante en la historia, el nacimiento de la civilización en Mesopotamia estuvo acompañado del triturado de conchas para obtener un pigmento violeta con el que decorar objetos y ropa. Así nació el nombre de la purpurina.

Con la llegada de la Edad Media, aliviaron los elevados costes de la brillantina triturando escamas de pescado con las que decorar manuscritos. El resultado fue un polvo brillante que se investigó constantemente para hacerlo brillar más y costar menos.

La gran revolución llegó, como en tantos otros ámbitos de nuestra vida, con el plástico.

EL GLAMOUR

Hace aproximadamente 90 años, un maquinista de Nueva Jersey encontró la fórmula del éxito pulverizando plástico para crear grandes cantidades de brillantina a muy bajo coste. Fundó así la empresa Meadowbrooks Inventions, hasta ahora el mayor distribuidor mundial de este producto.

No sería hasta los años 60 cuando la purpurina dio su salto definitivo al mundo de la cosmética, incorporándola a barras de labios, sombras, lápices e incluso utilizándola directamente como adorno sobre la piel. De la mano de las películas de Hollywood, que añadían este brillo a los vestidos para hacerlos resaltar más y con los principales diseñadores de la época usándolo en sus propuestas, el brillo es hoy un imprescindible con las horas contadas.

La prohibición de este brillante material llega en uno de sus mejores momentos. Es difícil asistir a cualquier festival de música, por ejemplo, sin toparse con cientos de mujeres y hombres adornando sus rostros con exceso de maquillaje con brillantina. Coachella ha marcado el rumbo y el resto de acontecimientos han seguido sin lugar a dudas.

A nivel audiovisual, el boom de series como Euphoria popularizó aquellos maquillajes realizados con Grandes dosis de purpurina para fiestas y salidas nocturnas. En el sector de la cosmética sigue siendo uno de los más utilizados. Sin mencionar que es uno de los accesorios más brillantes de casi cualquier disfraz de Entroido.

Con todas estas bazas, el anuncio de su prohibición en la Unión Europea ha causado un gran revuelo en el sector de la cosmética y la belleza, que, si quiere seguir brillando con luz propia, ahora tendrá que encontrar alternativas resplandecientes que respeten el bien -ser del planeta. De hecho, ya hay a la venta opciones biodegradables y sin plástico, que serán la única opción para quienes quieran mantener su brillo.

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