Fousseni, el maliense que tritura cayucos podridos como el que le trajo a Espaa: “No vuelvo a subir, aunque me paguen millones”


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Llegó hace 15 años en piragua a Tenerife y ahora trabaja destruyéndolas. “Vi la cara del capitán con miedo y dije: ‘Nadie más va a ver a su madre'”, recuerda.

Fousseni Diakite (32), con la excavadora con la que trabaja destruyendo piraguas en el puerto de La Restinga.
Fousseni Diakite (32), con la excavadora con la que trabaja destruyendo piraguas en el puerto de La Restinga.ALBERTO DI LOLLI
  • La Restinga El puerto tranquilo de los buzos sobresaltados por la ola migratoria: “¡Mira, mamá, una canoa!”
  • El hierro 11.000 habitantes, casi 1.000 inmigrantes en un mes y un otoño complicado en el mar

En el puerto de La Restinga en la isla de El Hierro hay un gran mural que dice: “Mi instinto me dicta al mar, al mar que es un laberinto”. Justo delante de ese muro unos trabajadores con una excavadora destrozan una canoa de colores. Es uno de los que llegaron esta semana y cuando terminan quedan otros cuatro esperando a ser destruidos bailando en el agua cerca del muelle, más el que llegó este jueves con más de 70 personas. Al camión que carga los restos de la embarcación sube un joven maliense, llamado Fousseni Diakite. Tiene 32 y dos años y llegó en una barcaza similar a la que hoy arrasa la isla de Tenerife un 7 de febrero de 2009.

“Esa fecha no se olvida amigo, es más que tu cumpleaños”, afirma.

Pregunta: ¿Cuántos días estuviste en el mar?
Respuesta: 5 noches y 4 días

P.¿Y cómo es un día en el mar?

r. Un daño. Lo malo es cuando llevas dos días sin poder levantarte porque si te mueves te amenazan porque podrías desequilibrar el barco. Y estás sentado en el agua, porque la barca está inundada por las olas. Se te hinchan las piernas, acabas con el culo dolorido, la polla dolorida y sin poder caminar.

A bordo llevan algunas galletas, manzanas, dátiles, aunque muchos no comen nada porque se pasan el viaje vomitando y sólo toman unos sorbos de agua. Tenían GPS, hasta que dejó de funcionar.

Fousseni posa frente a varios cacyucos en Puerto Herre
Fousseni posa ante varios cacyucos en el puerto herreo de La Restinga.ALBERTO DI LOLLI

“Y luego empiezas a dar vueltas porque no sabes adónde vas. Vi la cara del capitán con miedo y luego tuve miedo también, dije ahora sí, nadie va a volver a ver a su mamá”, dijo. recuerda.

Fousseni nació en 1991, en Sikasso, una ciudad al sur de Bamako donde todavía están sus padres, a quienes envía dinero. Le preguntamos si tiene hermanos y responde: “Mi madre tiene 7 hijos, 4 varones y 3 mujeres”. Puede que haya varios padres en el camino. Lo pillamos en su primer día de trabajo aquí, en La Restinga, el pequeño pueblo del sur de la isla que alberga varios clubes de buceo a los que muchos vienen a bucear a la Reserva Marina Mar de las Calmas.

“La cosa está jodida, África se está quedando vacía, los jóvenes se van porque no hay trabajo. Tenemos hierro, podría haber fábricas. Tenemos algodón, tenemos mucho mango. Podríamos hacer trabajar a la gente”, protesta. la situación. de su continente.

P.¿Y qué hacen los políticos?

r. Los políticos allí trabajan para Francia y la OTAN.

P.¿Pero saben los jóvenes que arriesgan su vida cuando se suben a un barco?

r. Claro. Hay muchas madres que lloran porque no saben dónde están sus hijos. Pero mucha gente vive en pueblos sin electricidad y sin agua potable y si te manifiestas te mandarán a prisión o te matarán. Aquí alguien puede ser futbolista, alguien puede ser luchador, otros se quedan sin nada, depende de la suerte.

Todo esto nos lo cuenta en voz alta, porque mientras tanto continúa el rugido de la máquina, aplastando la madera como si fuera cartón. Llevan tanto tiempo en el agua que están completamente podridos por dentro, nos cuenta otro trabajador. El mismo que le da unos guantes a Fousseni y le dice: “Lávalos y tráelos mañana, pero lávalos, de lo contrario las heridas de tus manos se infectarán”. Aunque el que nunca se curará es el que lleva dentro.

“No volveré a subir, aunque me paguen millones, nunca más”, subraya.

P. ¿Y rezas en el barco?

R. ¡Claro! Todo el mundo empieza a recitar el Corán y a rezar, rezar hasta que Dios dice: ¿cómo voy a salvarlos ahora?

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