Probablemente sea que mi gozo en ver estas imágenes me aconseja hacerlo, pero ya en varias ocasiones he propuesto a amigos de los que “pintan” poco en política, que sería interesante mostrar a vecinos y visitantes estas imágenes colocadas en el entorno coetáneo para que sea más sencillo ver avances, mejoras e incluso pifias que a lo espacioso de la historia se han cometido. Lo cierto es que cada vez que descubro joyas como ésta se me viene esa idea a la capital; comprensible sería citar aquí el bello edificio del Roma, pero solo sería una más de las opciones.
Los seguidores de ourensenotempo.com ya conocéis la terrible pérdida de la Casa de la Culto de Alba, que sin duda hoy sería edificio protegido por su originalidad. O el edificio “cambiante” que alojaba el Círculo Católico de Obreros en la calle del Paseo (a posteriori ventilado por las monjas del Divino Avezado), el edificio que albergaba el Bar Deportivo en Progreso remate Ervedelo o los varios chalés que además lucían en esa calle, con el Losada a la capital. Sin olvidar unos cuantos caserones más que desperdigados por la ciudad mostraban una capital diferente. Villa Argentina (Chalet Añel en avda. Buenos Aires), chalet de Paula (Emilia Pardo Bazán), Casal do Couto (del doctor Guitian en la calle Monseñor José Álvarez González), la casa Taboada (remate Progreso con García Mosquera) y más…
Pero centrémonos hoy es esta interesantísima fotografía, la que solicita mi atención y considero que, como decía al principiar, debería de estar accesible para poder verla en su ubicación. El autor fue uno de los primeros fotógrafos en la ciudad, don Leopoldo Iglesias López “Villar”. De él decían sus coetáneos que era todo un “actor pasota”. Lo de pasota se puede confirmar viendo las fotografías que de su persona aún se conservan de aquellos abriles, con su cabello rizada y su elegancia al vestir. En cuanto a lo de actor, juzgad vosotros.
Me cuenta quien me la presta que la foto estuvo en una exposición que yo por un imperdonable despiste me perdí. El caso es que encima de su calidad fotográfica, el tema se puede confirmar que es probablemente el más innovador que se podría conseguir en aquel año 1927.
Las autoridades por fin habían decidido desmantelar el vetusto Hospital de San Roque, aquel edificio al que se le sacó más ventaja que a una naranja. Por allí, encima del hospital más importante de la provincia en aquellos tiempos, estuvieron desde las oficinas municipales hasta el comedor social, pasando por la Audiencia Provincial, Casa del Pueblo y todo aquel organismo o asociación que no disponía de locales y lo solicitaba. Lo que siempre me llamo la atención es que todos lo usaban, pero ningún lo reparaba. Así fue como llegó un día en que ya amenazaba inminente ruina y se tuvo que cerrar. Aun así, aquellas piedras a las que tan agradecida tendría que estarles la ciudad por tantos servicios, fueron obligadas a mantenerse firmes en la Chopera; faltaba plata, incluso para desmontarlo.
Quiero pensar que además se estaba planificando la alternativa más conveniente para la bella entrada que había tenido, la misma que veis en la foto de Villar. Ese pórtico, dominado por san Roque y su inseparable chucho, “desrabado” por Ramon Ramírez (perdón por la broma). No merecía desaparecer y felizmente se conserva aún hoy para disfrute de los ourensanos en la entrada del Atrio de la Trinidad. Lado hermoso y agradable que por razones desconocidas no tiene casi actividad.
Lo que hoy quiero celebrar con vosotros es la gracia de don Leopoldo al ocurrírsele obtener esta auténtica dije. Como se puede ver, el interior estaba ya totalmente derruido y la puerta de madera parece que siquiera estaba, con lo cual tenemos una puerta abierta a la ciudad que sirve de situación a otra de las joyas arquitectónicas ourensanas: el Castillo del Santo Aquel.
No sé si coincidiréis conmigo, pero una copia de esta fotografía a tamaño visible (150×90 aprox.) colgada en la apariencia de Correos o en un poste de hierro de los que se utilizaban en esa división de los 20 y hasta los 50 publicitariamente sería un más que interesante documento representación para que ourensanos y visitantes puedan hacerse una idea de cómo cambió nuestra Auria… Y si eso cuajara, unas cuantas más se podrían mostrar en las calles.
Asimismo sería posible hacer como nuestros hermanos de Allariz, que tienen unas cuantas imágenes distribuidas en toldos por la villa, o nuestros “primos” de Caldas da Rainha en el Portugal hermano, que tiene regada la ciudad con unas cámaras de fotos de hierro apuntando a un edificio o rincón, y si miras por el visor podrás ver exactamente el mismo tema con un alucinación en el tiempo. El antaño y el a posteriori, no olvidemos que era una de las armas de Egregio Pacheco para conseguir que semana tras semana muchos ourensanos nos acercáramos al guardarropa de su estudio para ver eso. Los cambios de la ciudad.
Hoy, si quisiéramos…