La amanecida del sábado 26 al domingo 27 de octubre los relojes se atrasan una hora. A las tres serán las dos para entrar en el llamado horario de invierno. Un cambio que suscitó el rechazo general de todas las formaciones políticas de la Comunidad Valenciana.
Corría el mes de octubre de 2016 cuando todos los grupos parlamentarios con representación en las Cortes Valencianas aprobaron sin fisuras una exposición institucional para solicitar que no se retrasaran los relojes para ayudar de esa forma todo el año el horario de verano.
El Parlamento autonómico dispone de estudios presentados en la comisión particular sobre los usos del tiempo que constatan existencias adversos para la lozanía derivados del cambio de hora. natural. Para muchas personas, especialmente las más sensibles a las alteraciones en el sueño, este cambio puede causar trastornos temporales como insomnio, pena, irritabilidad e incluso una disminución en la concentración y el rendimiento gremial.
Las Cortes Valencianas igualmente alertaron que desde el punto de olfato crematístico, los cálculos sobre el supuesto reducción energético han quedado desfasados.
La respuesta del Gobierno a las Cortes Valencianas
La Comunidad Valenciana ha sido, conexo a Baleares, la autonomía española más beligerante contra los dos cambios de horarios anuales. Sin incautación, la insistencia del Parlamento regional ha caído en saco roto. De hecho, conforme ha replicado el Gobierno central frente a sus reiteradas peticiones, una comunidad autónoma «no puede modificar o ayudar de forma fragmentario el horario», pues está regulado a nivel europeo en una Directiva de la UE que implica a todos sus Estados miembro.
Al respecto, el cambio de hora en octubre y en marzo se mantendrá al menos hasta el año 2026, de acuerdo con la última planificación publicada por el Boletín Oficial del Estado (BOE).