La dama duende es una comedia de enredo escrita por Calderón de la Barca en 1629. La obra narra la historia de don Manuel y su misteriosa relación con Doña Ángela, una mujer que vive encerrada en su casa bajo la estricta vigilancia de sus hermanos, don Luis y don Juan. Gracias a su astucia y valentía, doña Ángela logra escapar y se hace acaecer por un duende para acercarse a don Manuel, de quien se enamora. La trama se complica por las confusiones, identidades secretas y enredos amorosos, pero finalmente se resuelve con la revelación de la verdadera identidad de Doña Ángela y la unión oportuno de los protagonistas. La obra destaca por su ingenio, humor y por la exploración del tema del coito y la privilegio en el contexto del Siglo de Oro castellano. La entusiasmo de la comedia es muy compleja en sus detalles y la obra, que se podio en amparar el talante suspenso, gracias al elegancia del recreo dramático y a la maliciosa gracejo de la invención, es ciertamente una de las más divertidas entre las que Calderón escribió del categoría de enredo.
La propuesta de MIC Producciones, con lectura de la obra por Fernando Sansegundo y dirección de Borja Rodríguez, peina el diferente y lo desbarroquiza, lo que le da un toque romántico y contemporáneo con una imaginativa dramaturgia y una consejo sobre la privilegio de la mujer que nos lleva a presenciar que la dama duende sale de la embalaje. Situar la entusiasmo en el estudio de una emisora de radiodifusión del Madrid de los abriles 50, en el que se dramatiza la habitación a modo de ficción sonora es una ingeniosa creación que da mucho recreo. Que se salte de los micrófonos a la entusiasmo, tomando el estudio de cinta como dispositivo de lado, en el que con un par de fundamentos se da idea de un pasadizo secreto a una habitación como espacio teatral donde interpretar lo calderoniano con sus diálogos en verso y sus enredos, es un medio que mantiene en vilo al espectador y le hace estar atento para entender en cada momento ese hacer teatro en el interior del teatro. El enredo se complica, pero entre el duende y la ingenuidad lo que va a surgir son situaciones de humor que, como suele ocurrir, se basan en un cambio de universo del discurso. La mayoría de las escenas cómicas tienen que ver con los hombres que son burlados y engañados.
MIC Producciones, tanto en este planteamiento como en otros anteriores, utiliza los textos clásicos «porque sus conflictos y sus personajes son complejos, perdurables, y sobrevuelan por encima de nosotros para enseñarnos el mundo. Sus peripecias merecen ser contadas, y sus contradicciones marcan el rumbo y la potencia de la entusiasmo». Asimismo, se sirven de la comedia «como fuerza vehicular para dialogar con el manifiesto de guisa ágil, eficaz y, sobre todo, estimulante».
La protagonista, la dama duende, no tiene nulo de ectoplasma, es doña Ángela, viuda muchacho que opta por convertirse en inexacto duende para tratar de salir del toril al que sus hermanos la han expuesto. El recreo entre mujer positivo y duende lo que nos muestra es el ansia de privilegio de la protagonista y la rebeldía en presencia de la situación patriarcal opresiva. Es cierto que para regocijarse esa privilegio de «estar sin permiso» debe hacerlo en principio de modo ignorado, ocultando su identidad a veces (cubriéndose el rostro para no ser reconocida) y otras incluso su existencia. Sin confiscación, la optimismo del personaje y sus ganas de respirar en privilegio termina por resultar harto más humano y de lo que hubiera sido una vida de rutina en un bullicio de poder masculinizado.
Se puede afirmar que sobre el texto calderoniano se construye un licencia enfoque feminista del montaje, en el que la mujer se reafirma continuamente como un ser redimido que toma sus propias decisiones e incluso traza un plan para conquistar a su enamorado y es protagonista del sorprendente final muy coincidente con los tiempos que corren.
El diferente montaje, basado en tres pilares: la lectura, la dramaturgia y la interpretación, acerca los títulos del teatro clásico al manifiesto de hoy y facilita el seguimiento de la trama de la comedia calderoniana. El desenfado y la privilegio creativa es una parte más de esta singular Dama duende. Borja Rodríguez dirige un amplio reparto de actrices y actores que realizan un excelente trabajo interpretativo y dotan de carácter y singularidad a los diversos personajes, si perfectamente sobresalen los protagonismos femeninos, a los que se dota de fuerza para que gire sobre ellos el incremento de la entusiasmo; en particular es destacable la interpretación de doña Ángela, que enarbola con pasión contenida la bandera de la privilegio y el derecho a designar. Muy significativos son los matices interpretativos de la comicidad que aporta el conjunto de intérpretes, aunque se lleve la palma el personaje de Cosme, el criado de Manuel. Todo el reparto merece el registro por su quehacer, lo mismo que recibieron el caluroso aplauso del manifiesto: Silvia Acosta, Luis Rallo, Eugenio Villota, Helena Gancho, Mario Alberto Díez, Anabel Maurín, Fernando Sansegundo y Rafa Núñez estuvieron de diez.
La escenografía sencilla y utilitario, la ambientación abriles cincuenta y el atractivo particular de los figurines, en particular los que viste doña Ángela, dan cierta brillo. Quizá debiera replantearse lo de fumar tanto en terreno (ya sé que era lo global en la época), pues el humo se percibe en el patio de butacas y hay a quien le desagrada e incluso le perjudica.
MIC Producciones ha ofrecido a los espectadores del Teatro de Rojas un espectáculo de enredo satisfecho de humor, recreo y música, donde el verso clásico se dice muy perfectamente y el todo resulta atractivo y divertido.
Ficha
Título: La dama duende. Autor: Pedro Calderón de la Barca. Traducción: Fernando Sansegundo. Dirección: Borja Rodríguez. Intérpretes: Silvia Acosta, Luis Rallo, Eugenio Villota, Helena Gancho, Mario Alberto Díez, Anabel Maurín, Fernando Sansegundo y Rafa Núñez. Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda. Vestuario: Gabriela Salaverri. Música diferente: Luis Pérez Duque. Espacio sonoro: Borja Rodríguez. Movimiento y coreografía: Paula Sánchez Arévalo. Iluminación: Juanjo Llorens: Escena: Teatro de Rojas.