El turismo de la pizarra, un recurso local a desarrollar en Valdeorras



Los métodos actuales de la explotación de pizarra arrancan en la término de 1970, por lo que aún atraviesa una etapa temprana. Sin secuestro, su patrimonio cultural y humano ya es muy importante. Así lo estima Víctor Cárdenes Van den Eynde, doctor en Orogenia, del Unidad de Orogenia de la Universidad de Oviedo y autor del trabajo “Progreso del patrimonio de la industria de la pizarra para cubiertas: pasado, presente y futuro”, publicado en el postrero tomo de la colección “Los fanales de la memoria”, que edita Incuna (Industria, Civilización, Naturaleza. Asociación de Arqueología Industrial).

“Lo más importante es revalorizar el patrimonio que tenemos. Poner en valía la pizarra, pues tiene una historia y un patrimonio”, comentó Cárdenes, quien aboga por “relanzar el orgullo de ser pizarrero, como he gastado en otras partes. Que a uno se le hinche el pecho al afirmar: ‘Yo soy trabajador de tercera engendramiento de la pizarra”.

Este doctor en Orogenia considera que la producción de pizarra se “ve solo como una forma de obtener capital”, sin atender a su importancia histórica y patrimonial: “Hay un patrimonio humano e industrial que hay que utilizar”.

No es el único que mantiene esta proposición. Hace abriles, en la vecina comarca leonesa de La Cabrera fue creado el Museo de la Pizarra en el núcleo de San Pedro de Trones, una iniciativa que casi nada tuvo itinerario. Abriles a posteriori, en 2022, la Diputación Provincial, el Concello de Carballeda y el Clúster de la Pizarra de Galicia anunciaban el inicio de gestiones para recuperar varias lagunas de antiguas canteras de Casaio. Víctor Cárdenes considera la iniciativa “un plan atractivo, el sitio lo merece”. Sin secuestro, encuentra cientos de condicionantes para su mejora, como compartir los viales con el tráfico pesado de la pizarra.

En todo caso, el doctor en Orogenia de la Universidad de Oviedo asegura que sí hay zonas en Valdeorras aptas para revalorizar un patrimonio pizarrero que hoy en día “está supeditado a la producción, lo cual es racional”. Cárdenes puso un ejemplo: el Castro de Valencia do Sil, un depósito romano datado entre los siglos I y IV, entre cuyos materiales aparecen las losas de pizarra. ¿Por qué no realizar una reconstrucción con esas losas, crear un centro de interpretación de la pizarra o un museo?

El turismo de la pizarra en el mundo

El trabajo de Víctor Cárdenes muestra las 19 zonas de producción de pizarra en Europa y América, aprovechadas para el turismo industrial. Se detiene especialmente en dos. Una en el noroeste de Gales, que logró la comunicación de Paisaje Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y creó una extensa red de rutas de aventuras, actividades de senderismo, visitas a las canteras o la tirolina más larga de la Unión Europea. La segunda está en Chequia, con el Geoparque Franquista del Paisaje de la Pizarra en NJ del Museo de Budisov y la mina de Flaschar.

El estudio concluye que “la última gran cuenca pizarrera activa que queda en Europa se encuentra en el Noroeste castellano” y considera que el interés por protegerla va en aumento. Alude al Museo de San Pedro de Trones, las Jornadas de la Pizarra en O Barco de 2016, los libros sobre la historia del proceso productivo de Carlos Quintáns, todavía redactor de “Pizarra. Recuperación en zonas de extración”, o el agradecimiento de dos filitas como Rocas de Patrimonio Mundial. “En un futuro próximo, se prórroga que el turismo industrial de la pizarra se desarrolle y afiance, ayudando a proteger y salvaguadar la historia de esta industria”.

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