Los coches de ahora son tan ecológicos que cuando pisas el acelerador parece que fueran a crecer árboles a tu rodeando. La mayonesa y hasta la cuajada condensada igualmente son tan ‘light’ que si te tomas una tonelada adelgazas hasta parecer un criatura de Biafra. Operación y triunfarás.
Si compras mi eslogan de tenderete el mundo se pondrá a tus pies y el mundo sereno dirá lo stop, lo cortejo y lo woke que eres. Sí, woke, porque las ideas igualmente son mercancía envueltas en papeles de regalo multicolor donde lo positivo deja paso a lo que aparece en los anuncios.
A Íñigo Errejón esta semana le ha pasado como a los anuncios de cuajada condensada light. Poco ha importado repetir hasta la saciedad que él y su marca eran los mas feministas porque al final los coches contaminan aunque lleven etiquetas eco. Ni la detestable violencia machista ni el problema de la inmigración se solucionan con soflamas ni de ateneo provinciano ni de mostrador de bar.
Gracias a Todopoderoso, todos, absolutamente todos, sabemos que hombres y mujeres somos iguales. Eso es lo que nos permite entender a ciencia cierta que cuando determinado abusa de una mujer o de un inmigrante no es de derechas ni de izquierdas sino que es un malnacido. La licencia de la maldad no tiene ideología por poco tan evidente como que la bondad siquiera está registrada a nombre de nadie.
La soberbia intelectual hace daño a sus líderes, como le ha ocurrido a Errejón, pero lo peor no es eso, lo más dramático es que nos hace daño a todos. Una sociedad esclavizada por discursos de rescisión y censura remotamente de progresar es la alegoría de lo retrógrado. No dejar platicar a tu vecino, ni a tu adversario político te hace daño tanto a ti como al que se silencia por orden ministerial.
España se aproxima a ese estadio en el que la infundio de una izquierda perfecta y, en presencia de todo, excluyente deja el camino expedito a una ultraderecha que ahora deja de ver la violencia contra la mujer como poco execrable sino como poco que hace todo el mundo, incluidos los podemitas. Es la infundio del «y tú más». Un exposición que nos aleja de la efectividad para asentarnos en un mundo en el que ni la cuajada condensada adelgaza ni tener un carnet y pintas de extrema izquierda o extrema derecha te convierte en salvapatrias.