Mucho Puigdemont, muchoprocesos‘, mucho Sánchez, mucha amnistía. Una amnistía, vestida o disfrazada, ya veremos, que quiere borrar los crímenes. Y sin cometer ningún delito, son muchos los catalanes que esperan otra amnistía que les libere definitivamente de la condena que sufren desde que algunos políticos votaron en contra de la ley para prohibir las corridas de toros en Cataluña.
Parece que ir contra la ley es habitual por estos lares, contra los derechos de algunos, claro. Bueno, durante más de una década, los aficionados catalanes han sufrido una libertad restringida que les obliga a exiliarse para mantener vivo su fútbol. Pasión por el Partido. Cada temporada partían hacia otras comunidades, también a Francia, para sentarse en las gradas de una plaza de toros. Castellón, Valencia, Zaragoza, Madrid, Ceret, Nimes, Arles… En el exilio, como los niños que sueñan con ser toreros que se forman en la Escuela Taurina de Cataluña. Condenados al exilio, no prófugos de la justicia. ¡Qué cosas!
El Corte Constitucional, ahora en boca de todos, que condenó y anuló la abolición votada en el Parlamento. Pero la libertad perdida sigue condenada por una prohibición de facto que quienes podrían reprogramar las corridas de toros en Cataluña se basan en que las condiciones políticas y sociales no lo aconsejan.
Pero la auténtica resistencia taurina continúa sin volver la cara, de cara a la lucha por el futuro. Así, el pasado sábado, cuando Barcelona hervía ante la manifestación convocada por Sociedad Civil Catalana, en paralelo en la búsqueda de esa libertad, en la Casa de Madrid se rindió homenaje y memoria a Mario Cabré, el torero de suprema elegancia. Han pasado ochenta años desde la alternativa en la Maestranza de Sevilla de un auténtico hombre del Renacimiento. Torero de gran personalidad, poeta, escritor, actor, presentador de televisión… El hombre que salió a hombros del Monumental y sin perder tiempo subió a un escenario del Paralelo para representar Don Juan Te