“Me siento muy bien conmigo mismo, me gusta mucho ayudar”, dijo a Efe. Asegura que esto lo hace feliz y se siente bien por ellos, y por eso cada vez que su trabajo se lo permite, Se acerca al muelle para ayudar en todo lo que pueda.. Tama conoce de primera mano lo que es llegar en barco, y tiene claro que es necesario que alguien ayude a estas personas a hablar, explicarse y poder transmitir sus necesidades a la persona que las recibe. Tienen derecho a ser comprendidos.
Además de su labor de traducción, distribuye mantas, ropa y comida, y ayuda en todo lo que puede. Siente el agradecimiento de quienes considera “familia” y que cada día vienen a la costa: “Tratamos a todos como si fueran familia, todos somos iguales”. “Todos son igualmente importantes”asegura.
Los recién llegados son sus compatriotas africanos y les hace sentir como en casa tras arriesgarse la vida en viajes de más de diez días por el Atlántico.
La suya y la del resto de voluntarios que trabajan en el muelle son las primeras caras que ven los inmigrantes cuando tocan tierra, algo que Tama vivió en carne propia la mañana de Navidad de hace tres años y que nunca olvidará. Por eso, sabe mejor que nadie lo que es necesario para su trabajo y para que el grupo de voluntarios africanos que espera en La Restinga reciba, de la mejor manera posible, a esos “familiares” que llegan exhaustos tras jugarse la vida en el mar. .
Son más de 500 personas diarias las que llegan a Canarias en este mes de octubre y más de 20.000 en lo que va de año. Cifras sin precedentes desde la crisis de los cayucos de 2006. Según los expertos, Canarias es una ruta abierta, con al menos cuatro países de salida, y con llegadas a todas las islas del archipiélago. Se avecinan días duros, en los que la llegada de canoas podría incrementarse, y la labor de Tama y su equipo de voluntarios es crucial, para que quienes arriesgan su vida para llegar a la costa tengan a alguien de su “familia”. para darte la bienvenida.