“O corno” de Jaione Camborda



Hace unas semanas estábamos celebrando este espacio o excelente momento que está a punto de vivirse en el audiovisual gallego. Diferentes perspectivas, géneros y formatos: excelencia de la cinematografía en sus múltiples expresiones. Tras su estreno en Toronto con su pase triunfal en el Festival de San Sebastián donde ganó una Concha de Oro histórica para el cine gallego, y los premios no OUFF, esta semana llega a la gran pantalla como Jaione Camborda.

La película está ambientada en 1971 en la Illa de Arousa. La protagonista es María (Janet Novás), una mariscadora que a la vez es matrona, y también abortista en una época en la que el aborto es ilegal.

Tras un suceso inesperado y trágico, María inicia un peligroso viaje en el camino que la llevará a encontrar su libertad en la frontera entre Galicia y Portugal…

O cómo expresas tus intenciones desde los fotogramas iniciales. La primera escena describe un parto en casa de forma directa, intensa y visceral. En nueve minutos se nos diseña un universo sensorial muy realista y arrollador.

Los cuerpos de las mujeres, las víctimas, los gritos, envueltos en fotografías caravagicas, describen, como nunca en una película, lo que se esconde detrás del parto. Aquí está toda la esencia de la película, su fisicalidad y también su hermandad.

Camborda no renuncia al componente de misterio expresado en su ópera prima Arima, pero sí como una película que quizás entronque más con sus otros dos trabajos como A Rapa das Bestas o Proba de axilacióne, donde el director reflexionó sobre la relación entre el ser humano y el reino animal. . O como una película visceral de mamíferos. Es trascendente no tanto desde un sentido espiritual, sino más por su naturaleza limítrofe y por su capacidad de ir más allá de las construcciones teóricas e intelectuales.

Recordarnos que, en esencia, somos un elemento más de un ecosistema que se basa en el ineludible ciclo de la vida y la muerte. Incluso en la escena final, siempre sugiere, en todo el mundo animal, que la verdadera libertad reside en aceptar la evidencia, esa absurda belleza del ser. O como una película ambientada no tarde en el franquismo pero que dialoga con la actualidad. El control del cuerpo de Muller, las fronteras políticas, incluso la inmigración, son temas que la película aborda con contundencia sin renunciar a la sutileza.

O el franquismo, por ejemplo, queda en un segundo plano. No se menciona directamente pero sentimos en todo momento su presencia asfixiante, o su control. También en la fiesta, durante la actuación del mago interpretado por Diego Anido, tocamos un acordeón cantando una alegre melodía. En realidad se trata de la canción fascista “Faccetta Nera”, quizás el himno sexista por excelencia, una canción que exalta la sumisión de los hombres a través de la violación.

El papel protagonista de Janet Novás es una auténtica revelación, interpretando a un personaje que se descubre a través de dos momentos diferentes y dos encuentros. Un guión sólido y una fotografía impecable de Rui Poças, fan o descanso. O como una canción de hermandad, una más acorde al gran momento que está a punto de vivir el cine gallego, una película imprescindible para ver estos días en la gran pantalla.

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