Rosa Yáñez Movilla, mi querida mami del alma


Hace muy poco que te fuiste y sigo despertando día tras día y por un momento me parece que sigues aquí en la tierra. ¿Será porque te quedas a mi lado y me acompañas en mis sueños?

Me gusta pensar que es así, que me acompañas de alguna manera, en mi subconsciente, cuando miro las estrellas o cuando veo una mariposa volar a mi alrededor. Hoy me siento triste por no poder abrazarte como siempre lo hice, a tu lado, darte un abrazo y disfrutar de tus miradas.

Sin embargo, como siempre me has enseñado, sé que no debo quedarme triste, porque tuve la suerte de conocerte, de crecer contigo, crecer a tu lado y recibir tu amor infinito toda mi vida. La verdad es que en ese sentido me siento afortunado.

Tener una madre como tú es una bendición.

Creo que siempre has sabido que después de la vida hay algo más que trascender, en algún momento nos volvemos a encontrar.

No sé cómo agradecerte todo lo que hiciste por mi vida. No sólo fuiste una madre tierna y divertida en mi infancia, sino que me apoyaste en mi edad adulta durante algunos de los momentos más difíciles de mi vida personal.

Siempre me animaste a seguir adelante, a superarme, pero también a aceptar mis límites y no sufrir por ello. No siempre supe darme cuenta de que eso era lo que querías enseñarme, que me amaba, que no pasaba nada. Pero créeme cuando te digo que lo valoro y lo he aprendido, lo sigo aprendiendo gracias a ti.

Te extraño mucho. No sabes cuanto. Siempre trato de mantener viva tu memoria.

Desde que no estás, el sol ya no brilla igual en casa. Ya nada es igual y parece que todo está incompleto.

Te amo mucho, te amaré por toda la eternidad. Saludos a papi a quien también extraño mucho.

Te extraño mami.

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