La idea de Tabarnia vive latente a la expectativa de la política


La fecha a recordar es la de 31 de julio de 2013, pero nada habría sido igual sin las Navidades de 2017. Daniel –que prefiere que no mencionemos sus apellidos– recuerda a torrevieja news today que él inventó el nombre Tabarnia (Ta, de Tarragona; Bar, de Barcelona; y Nia, adaptación del sufijo – ía de lugar o país) para articular una respuesta, medio humorística pero con una base argumentativa seria, a la insistencia del nacionalismo catalán bajo el lema de ‘España nos roba’. “Me parecía que si Cataluña podía separarse de España con argumentos económicos, una parte de ella también podía separarse por los mismos motivos”, afirma, diez años después de la aparición del nombre que dio a conocer en el blog ‘Barcelona es Cataluña no. ‘.

Si el nacionalismo defiende que existe un hecho diferencial catalán, respecto al resto de españoles, Daniel encontró diez diferencias significativas para el ‘tabarneses’, ‘tabarnianos’ o ‘tabarnianos’ –tres acepciones válidas para el nombre de quienes habitan en Tabarnia, según la Real Academia Española–, resumidas en tres: la mayoría no vota a los partidos independentistas, son bilingües de sentimiento y sus ciudadanos padecen un déficit económico en relación a el resto de la población. región.

Durante cuatro años, el área que va desde la costa sur de la provincia de Gerona hasta el centro de Tarragona, pasando por el área metropolitana de Barcelona, ​​la capital catalana incluida, fue tomando forma discursiva a medida que el nacionalismo catalán iba ganando popularidad. temperatura de sus reclamaciones. El referéndum de independencia del 9 de noviembre de 2014 ayudó indirecta pero decisivamente. Si el tema político en discusión era el de los equilibrios fiscales entre autonomías y el desprecio de los nacionalistas hacia Extremadura o Galicia, Para juntar dos comarcas, ¿por qué un barcelonés tendría que soportar, por ejemplo, el coste de una autopista del Ilerd?

Algunos políticos, sobre todo barceloneses, y algunos columnistas, con aires de provocación pero con sólidos argumentos fácticos, estaban esculpiendo un espejo para ponerlo delante de los independentistas. No hubo coordinación. Sin ayuda externa. Esta es la historia del constitucionalismo en Cataluña. De resistencia y abandono por parte de Madrid. Hasta septiembre y octubre de 2017. Carles Puigdemont y Oriol Junqueras apretaron el botón rojo. Volaron el último puente. Y Tabarnia apareció como una alternativa, menos humorística, una carroza para el naufragio, y futura, que llegó a incomodar a los partidos constitucionalistas.

El ‘boom’ mediático –reportajes, entrevistas, televisión, radio, ¿realidad o ficción?– y lo que marcó un antes y un después para Tabarnia se produjo en las Navidades de 2017. En pocas semanas, la población había digerido el beneplácito del amanecer de la ‘desconexión’. “Leys” en el Parlamento de Cataluña (6 y 7 de septiembre), la llegada de miles de agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil (muchos alojados en pateras deshonrosas en el puerto de Barcelona), el acoso a un cortejo judicial y a varios civiles Agentes de la Guardia (20 de septiembre), referéndum ilegal (1 de octubre), huelga salvaje y discurso del Rey a los españoles (3 de octubre), manifestación multitudinaria a favor de la unidad de España en Barcelona (8 de octubre), una primera declaración de independencia (10 de octubre), la segunda declaración unilateral de secesión y la aprobación del artículo 155 en el Senado (27 de octubre) y, completando de hecho este breve resumen, la huida de España del Gobierno catalán (30 de octubre). Con este panorama, Tabarnia fue, a la postre, una válvula de escape contra la tensión acumulada.

A partir de ahí aparecieron cuentas en Twitter y Facebook que reivindicaban la idea de Tabarnia, webs con nombres rimbombantes, registros legales de la marca, aparición de partidos menores, disputas legales sobre la apropiación del nombre, arribistas y gente de corazón… Daniel dio un paso hacia un lado. Su idea cobró vida propia. Diez años después, sigue al frente de la web Tabarnia.org, desde la que intenta mantener con vigor la idea original.

Pastillas de tres minutos

Con el tiempo, con la victoria de un partido constitucionalista en las elecciones autonómicas de Cataluña, por primera vez, las de Inés Arrimadas (2017) –luego vino la del PSC, en 2021–; la aplicación leve, moderada y ponderada de 155; la acción de la Justicia, lenta pero implacable; Y ultimamente, lejana –no olvidada– la inmediatez de una ruptura traumática en la región, El espejo de Tabarnia quedó oscurecido por la niebla del esfuerzo por frenar los efectos del “gran porro secesionista” que algunos habían fumado, como escribió un analista constitucional en 2013 y 2017.

Pero el concepto, el motivo, la ilusión de Tabarnia quedó para siempre en el imaginario colectivo. No sólo en Cataluña. Y, en este caso, poco importa si alguien vota a Junts o a Vox, si prefiere a ERC o apuesta por el PSC, o si le gusta más la CUP, CS, el PP o los comunes. Todos los catalanes entienden la palabra Tabarnia, aunque la definen de diferentes maneras.

Quien sí tomó el asunto con cierto rigor, y con ganas de mantener el pebetero encendido, fue Carlos Martín. En septiembre de 2018 lanzó Radio Tabarnia y, seis años después, sigue ahí. La estación se transmite a través de Internet. Ha utilizado su conocimiento del mundo de los medios para construir un proyecto -totalmente altruista- que intenta “mantener el espíritu de Tabarnia”, dando voz a entidades y personas constitucionalistas en este ámbito.

“Los partidos están fracasando”, lamenta ante la pregunta de este periódico, cuando le piden una valoración de la situación política actual. Martín es el director de un proyecto de comunicación que no ha recibido ayudas, ni públicas ni privadas, asegura, pero con infinitas promesas: “Cuando comencé con la radio, muchas personas inteligentes se acercaron prometiendo financiación, pero en realidad querían control ideológico”.

La particularidad de esta radio es que emite artículos de opinión de tres o cuatro minutos, cuando no programa música. “La gente no está durante periodos de una hora u hora y media”, apunta. No es noticia. No puede competir con Carlos Herrera, Federico Jiménez Losantos o Carlos Alsina. “Es un medio de comunicación que no existía y representa lo que fue Tabarnia y lo que puede llegar a ser”, añade.

Martín tiene muy claro que su producto no está dirigido a todos los catalanes y que tiene problemas de difusión, pese a la calidad de las pastillas. Pero está seguro de que la idea de Tabarnia volverá a estar en la mesa mediática y política. “Tabarnia Radio es un medio afín a los constitucionalistas para apoyar una idea que está en ‘stand by'”, concluye.

Poco antes de la primera emisión por Internet de Tabarnia Radio, dos partidos políticos se registraron en el Ministerio del Interior con la intención de dar salida al proyecto conceptual que había sido concebido por casualidad. Hubo un tiempo en que las cosas iban en serio. Pero montar un partido no es tan fácil, no basta sólo con el entusiasmo, y la presión, velada y sutil, de las formaciones constitucionalistas impidió su materialización.

Tabarnia fue registrado en el Interior en junio de 2018 y Tabarnia libre, en agosto del mismo año. Del primero no queda rastro. Del segundo, una web que argumenta cómo constituir una nueva comunidad autónoma en España y un decálogo de principios básicos de la que debería ser la decimoctava región española, o la que sustituiría –al resto de– Cataluña si opta por salir de España. . Desde esta formación, “inactiva” pero “vigilante”, no quieren hacer declaraciones, pero advierten: “Esto no es una broma”.

A la espera de ver si Tabarnia Libre da el paso, sólo un partido político llevó la noción de Tabarnia como gancho electoral en su programa para las pasadas elecciones generales de julio. Era Unidos-Sí, una escisión catalana de Unidas Podemos que también incluye a ex militantes del PSC. Uno de sus ‘leitmotiv’ electoral fue trabajar por la promoción de Tabarnia como nueva comunidad autónoma. El resultado no fue muy alentador: 241 votos en toda Cataluña.

Lotería: número 00155

En el otro extremo de la imaginaria seriedad-broma permanece la Asamblea Nacional de Tabarnia (ANT), como contrapunto a la entidad independentista Asamblea Nacional Catalana –lo cual no es ninguna broma. Su presidente es el gran dramaturgo y humorista Alberto Boadella, y con esta información bastaría para tener una idea de qué es la ANT y qué se puede esperar de este grupo, pero para los despistados cabe añadir que hace un año Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid , fue designado. delegado, presidente o representante –lo que tanto importa– de Tabarnia en la capital del país. Un honor para Díaz Ayuso, como demostró cuando se anunció su nombramiento, que se comparó con Isabel ‘la Católica’.

La ANT tiene muy poca actividad. Cada año los premios Tabarnia se entregan durante una cena y participar en la Lotería de Navidad con el número 00155, por su referencia al artículo de la Constitución que permite al Gobierno intervenir en los Ejecutivos regionales y fue aplicado en 2017 en Cataluña. “Recibimos algunas donaciones y tenemos un puñado de seguidores”, afirma Gemma Gesa, que figura como secretaria general de la entidad.

«No tenemos un objetivo político. Usamos el chiste para ridiculizar al independentismo”, añade Gesa, quien, sin embargo, advierte, “bueno, si Cataluña se independiza, habrá que ver si Tabarnia es viable”. Boadella está acompañada en la aventura por los ‘consellers’ Tomas Guasch y columnista de torrevieja news today Juan Carlos Girauta, entre otros. Tabarnia, una respuesta loca y ejemplar.

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