A la provincia le esperan veranos más largos, y esta circunstancia se extiende a la economía. En respuesta al nuevo clima, los hábitos de consumo cambian. Asimismo, corregir los daños causados por fenómenos extremos tendrá un coste multimillonario. Eso, además del daño personal irreparable.
Ourense es el territorio gallego que más sufrirá -si no lo hace ya- los episodios de calor. “Este es el lugar de Galicia que tiene las temperaturas máximas más altas, y también esta época del año, de transición”, explica Juan Taboada, de Meteogalicia. Según este experto, al partir de mercurios de mayor tamaño, “las anomalías nos dan valores más altos”.
Habrá que acostumbrarse a un verano más largo, algo que “ya se está confirmando”, advierte Taboada. “No sé si esto va a suceder todos los años”, dice, refiriéndose al último episodio de octubre, “pero, en promedio, tenemos que esperar hasta que el tiempo que veamos no se limite a julio, agosto y Septiembre, desde “A lo largo del mes de octubre”.
El avance del cambio climático no se nota de golpe, sino en los promedios. Es un avance lento y progresivo. Los episodios de frío intenso serán menos frecuentes, explica Taboada, pero eso no significa que vayan a desaparecer. De hecho, como aclara, “una de las cuestiones es que el propio clima se vuelve un poquito más extremo, y los extremos son dobles”, a pesar de que en general va a hacer más calor.
Por ejemplo, las lluvias podrían ser más intensas. Un estudio internacional elaborado por World Weather Attribution achaca el cambio climático a la gravedad de las lluvias que devastaron países como Libia y Grecia, incluida España, a principios de septiembre. Sin embargo, los períodos de sequía serán más dañinos.
El Comité Europeo de las Regiones, organismo que representa a las regiones de la Unión Europea, advierte sobre el daño económico que puede causar el cambio climático en un informe reciente. Según la institución, los daños a las infraestructuras costarán en Galicia cientos de millones de euros en 2050, y cerca de mil euros a finales de siglo.
El informe, que se basa en un estudio publicado en 2018, predice que la provincia puede verse especialmente afectada por sequías e incendios forestales, así como por olas de calor. Por ejemplo, en el caso de estos últimos, la dilatación de los materiales afectará a carreteras o vías férreas. Asimismo, las fuertes lluvias o las inundaciones pueden socavar la integridad estructural de las vías de comunicación.
Por ejemplo, un botón: las fuertes lluvias de principios de año estuvieron detrás del colapso de la carretera N-120 cerca de Rubiá, en Valdeorras. En la misma región, a finales de agosto y en la localidad de Vilamartín, un tren descarriló minutos después de registrar una máxima de casi 43 grados. La primera causa que consideró Adif fue el exceso de calor. El cambio climático ya ha entrado en la vida cotidiana de los ourenses, y seguirá estando más presente.