ERC y Junts trasladan a Madrid su pugna por el liderazgo ‘indepe’


Juan Milián (PP), una de las mentes más lúcidas del constitucionalismo en Cataluña, advirtió en ‘El proceso español’ (Deusto) del traslado al conjunto de España de las dinámicas que han definido Cataluña durante la década perdida del ‘procés’ ‘: polarización, deterioro de las instituciones, desprecio por el adversario político… Una forma aberrante de entender la democracia ahora extendida a todo el país en la que los contrarios a la independencia, por ejemplo, no han sido más que un adorno demográfico, una presencia que se ha traducido en discursos unidireccionales e incapacidad para empatía política. Si quien tiene delante no es considerado un interlocutor, las palabras sobran: el independentismo sólo habla por sí solo.

Así hay que leer la intervención de Pere Aragonès ayer en el Senado, un monólogo en clave estrictamente catalana, y sólo, como es habitual, para la órbita secesionista. Si el presidente de la Generalitat reprochó al PP que sólo fuera interesado en cataluña como arma para sus problemas políticos, hizo lo mismo internamente, desperdiciando lo que podría haber sido un púlpito para apelar a toda España para que avivara en realidad la guerra abierta que libran ERC y Junts, que es lo único, junto con las emergencias de Pedro Sánchez, que mantiene vivo el ‘procés’.

Si el martes la portavoz del Govern alentó la falsa ilusión de que Aragonès iría a Madrid a dar explicaciones, una especie de vuelta del Govern al multilateralismo, los aburridos diez minutos de Aragonès en el Senado sonaron en realidad a su propia reivindicación, de ERC ante Junts, y El propio Aragonès dentro de su partido. En esencia, no se descarta la posibilidad de que la negociación con el PSOE acabe descarrilando y haya repetición electoralaunque en fuentes nacionalistas se supone que aunque la negociación está aparentemente verde, ahora mismo sólo un desorden personal de Puigdemont impediría el acuerdo.

En realidad, mucho más importante es la certeza de que en menos de un año y medio, si no hay avances previos, habrá elecciones regionales en Cataluña, para el independentismo la cita verdaderamente relevante. Se podrá ver este jueves en Madrid.

De alguna manera, y aunque el PP presentó la sesión de ayer en el Senado como una forma de erosionar al PSOE, la dinámica catalana, “el proceso español” al que aludió Milián, acabó prevaleciendo, convirtiendo la Cámara Alta en un pequeño teatro de la Competencia entre independentistas. En realidad, nada de lo que está pasando estos días con la investidura de Sánchez puede separarse de la La realidad electoral catalana y la inminencia de las elecciones regionales. Lo que está en juego no es pequeño: tanto en ERC como en Junts saben que aunque el secesionismo es un sentimiento a la baja y se da por segura otra victoria del PSC en las elecciones, aunque sea de forma amplia, el giro esperado en Cataluña es imposible ahora. El primer partido independentista, aunque quede segundo en las próximas elecciones, será el que gane la presidencia de la Generalitat.

El desdén con el que se ha recibido en la órbita de Junts la decisión de Aragonès de hablar en el Senado y la respuesta del moderado senador hasta hace no muchos años Josep Lluís Cleries confirmar esta dinámica. El ‘procés’ se ha apoderado de España.

La paradoja catalana, que en realidad es la paradoja de un sistema electoral que ha dado a ERC y Junts la capacidad de decidir al próximo presidente del Gobierno pese a estar en Cataluña cuarta y quinta fuerzas en las últimas generales, es que el independentismo nunca ha tenido tanta relevancia a pesar de su falta de apoyo social.

El movimiento independentista cae entre los jóvenes

Ayer el Centro de Estudios de Opinión (CEO), el CIS de la Generalitat, publicó una importante encuesta, en la que tamiza las opiniones políticas de los catalanes según generaciones o grupos de edad. Cabe destacar que es en el grupo más joven (entre 16 y 26 años según la muestra del CEO) donde el apoyo al independentismo es menor, un 23%. Entre la siguiente generación (entre 27 y 42 años), el secesionismo apenas está tres puntos por encima. Por otro lado, el mayor porcentaje de apoyo a la secesión se da en el grupo de edad comprendido entre 59 y 77 años, un 34%. La encuesta de la Generalitat también detecta un repunte de posiciones de extrema derecha entre las generaciones más jóvenes (8%), así como un sentimiento generalizado de desafección política. Hijos del ‘procés’.

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