Morboria quiere hacer un Molière


Calificación: Los enredos de Escapín. Autor: Jean Baptiste Poquelin ‘Molière’. Versión y dirección: eva del palacio. Compañía: Morboría. Artistas: Fernando Aguado, Eva del Palacio, José Ramón Arredondo, Paul Hernández, Virginia Sánchez, Ana Belén Serrano, Vicente Aguado, Luna Aguado y Palacio de Trajano y el musico Miguel Barón. Espacio escénico: eva del palacio y Fernando Aguado. Vestuario: Eva del Palacio, Ana del Palacio y Fernando Aguado. Música: Miguel Barón y Niño Rota. Diseño de iluminación: Guillermo Erice. Escenario: Teatro Rojas.

Los enredos de Escapín (en francés las cuatro bayas por Scapin) es una comedia de Molière de finales del siglo XVII que tiene su eje en una trama cómica basada en el humor más popular y la tradicional ‘commedia dell’arte’ italiana con personajes completamente exagerados.

Eva del Palacio ha traducido la comedia del dramaturgo francés y ha propuesto una versión muy adaptada a espectáculos teatrales morbosos. Si en Moliére eran populares, en Morboria lo son aún más, hasta el punto de que en ocasiones imitan gestos del famoso cómico Chiquito de la Calzada. Si en Moliére los personajes eran excesivos, en la puesta en escena de Eva del Palacio lo son hasta el extremo, de modo que el humor muchas veces se convierte en pura farsa. Si en francés hubo influencias de la comedia de arte, en esta propuesta lo único que falta es que un personaje se llame Arlequín, Scaramouche o Columbine.

El contenido es fácil de sintetizar, ya que no tiene trampa ni cartón, es un lío muy sencillo, a lo que se suma el manido planteamiento de robar dinero a los avaros usando astucia y picardía. Lo que sucede, sucintamente, es que, ante la ausencia de sus padres, Octavio se casa en secreto con la joven Jacinta y Leandro se enamora perdidamente de una joven que forma parte de la comparsa de una compañía de gitanos. Los padres, Arganta y Geronte, tras su ausencia, regresan dispuestos a imponer a sus hijos matrimonios ya concertados. El elemento imprescindible para deshacer el nudo es Escapín, quien con su astucia y sus artes del engaño despliega su ingenio con el fin de idear estratagemas para ayudar a los jóvenes amantes y, de paso, aligerar la bolsa de los padres de ambos en su beneficio. . Escapín le hace creer a Geronte que su hijo ha sido secuestrado por piratas y que debe pagar un gran rescate para evitar su asesinato, y la señora Arganta cree que el hermano de Jacinta la busca para vengarse por la ruptura del matrimonio, y que ella Sólo podrá escapar aceptando matrimonio y pagando, a su vez, una gran suma de dinero. Escapín, además de conseguir el dinero de los codiciosos y severos padres, se vengará del ingenuo Geronte metiéndolo en un saco y dándole una enorme paliza.

Como siempre ocurre en los enredos, el final es más feliz de lo esperado, pues ocurre una sorpresa inesperada que hará muy felices a todos los protagonistas de esta historia. Al final se produce la típica anagnórisis o agnición, el recurso literario que consiste en el descubrimiento de la identidad de un personaje o de datos esenciales sobre su identidad, que hasta ese momento permanecían ocultos. Incluso Escapín, a pesar de todas sus intrigas y engaños, logra escapar hábilmente de un merecido castigo con una impostura más, fingiendo estar moribundo e inspirando lástima en los padres burlados. La moraleja es que el amor y la juventud proclaman la victoria sobre los padres autoritarios y la astucia triunfa sobre la mentalidad cerrada y la codicia.

Con estos mimbres, y con la acumulación de efectos teatrales y humorísticos fáciles de entender sin interrupción de la continuidad, consiguen un espectáculo dinámico y puro entretenimiento; superficial, pero aceptable para un público no demasiado exigente y no acostumbrado a presenciar los espectáculos teatrales modernos que hoy se representan en la mayoría de los escenarios de España y del mundo.

Sin ser un slapstick, sí encontramos cierta crítica a la burguesía, como a los personajes arquetípicos: el rico avaro, la madre autoritaria y algo despótica, los jóvenes tontos, las jóvenes arrogantes, el pícaro burlón e interesado. E incluso acabamos pensando que nada es lo que parece, porque el criado, Escapín, se convierte en el dueño de las habitaciones y se ríe de todos a través de la burla y el sarcasmo.

Morboria, con más de un tercio de siglo de trayectoria teatral, ha creado un estilo, una estética, una manera de interpretar, de decir, de mover y de escenificar muy propio y muy de su directora Eva del Palacio. Saben lo que quieren hacer y lo que saben que hacen bien. Lo popular, lo colorido, lo humorístico más común, lo vivaz, la música como elemento complementario muy útil, el gesto fácilmente perceptible, la insinuación picante, hablar en voz alta unas veces y en voz baja otras… y muchas otras Las actitudes teatrales enlazan bien y logra la complicidad con las masas que no quieren pensar mucho y sí quieren divertirse un rato con humor, tanto textual como dramáticamente. Está Morboria con su teatro, como estos Enredos de Escapín, que provocan algunas risas, muchas sonrisas y algunos silencios.

La escenografía estática destaca por la hermosa vista panorámica de la ciudad de Nápoles, realzada por una iluminación poética y sugerente. Escénicamente, y es tradición en esta familia teatral, la música en vivo o enlatada es una parte importante del espectáculo, interpretada y consensuada con las distintas escenas y también cuando cobra protagonismo fuera de la propia representación, como ocurre en el introito y en algún otro momento.

La interpretación en Los enredos de Escapín ha seguido la escuela tradicional de esta compañía, en la que Fernando Aguado y Eva del Palacio son los pesos pesados; Por su experiencia lideran la representación. Hay que destacar especialmente el trabajo de Fernando Aguado, que convierte a su personaje, el activo Escapín, en el centro del espectáculo. Muy correcta, salvo alguna excepción que se ha notado demasiado, la interpretación coral del grupo de actores y actrices.

El público, que llenó el Teatro Rojas, se divirtió y sonrió ante el espectáculo de Morboria, lo cual se agradece en estos tiempos en que en la sociedad en general ya estamos hartos de las trifulcas.

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