‘Ícaro’ guía a más de 400 menores frente al alcohol desde 2019


El mito de ‘Ícaro’, el joven que quemó sus alas por volar demasiado alto atraído por el encanto del sol, es precisamente el encargado de derribar ante los menores de Castilla y León las leyendas que rodean a una sustancia que, en ocasiones, Puede resultar atractivo, pero también muy peligroso como lo fue el astro rey para el griego. Lo hace a través del programa del mismo nombre que opera en la Comunidad desde hace varios años para trabajar con aquellos adolescentes menores de 18 años que acaban en urgencias por haber consumido alcoholl. No sólo por intoxicaciones alcohólicas, sino también por otros problemas derivados, como peleas, lesiones, caídas graves…

Tras un proyecto piloto que permitió realizar las primeras pruebas, ‘Ícaro’ dio el salto a todas las provincias en 2019. Desde entonces hasta hoy -a falta de conocer los datos cerrados hasta diciembre- 365 niños entre los 527 que llegaron a urgencias han pasado por los equipos de intervención de esta iniciativa impulsada por la Comisaría Regional de Drogas y gestionada, en concreto, por su servicio de prevención. Todo indica que este año serán más de 400.

Estos casos fueron los que dieron su “sí” expreso a participar en esta acción, en el que padres e hijos asistan a las sesiones programadas para conocer los riesgos que puede tener el consumo de alcohol a temprana edad y, muy a menudo, desterrar las falsas creencias con las que todos –adultos y niños– acuden a los psicólogos y educadores que ponen rostro a ‘Ícaro’. Y los equipos, integrados también por médicos de urgencias y pediatras, se encargan de detectar los casos, para luego realizar esa especie de guía. El primer eslabón está en las emergencias. Allí saltan las primeras alarmas y son ellos quienes realizan la llamada “intervención breve” que consta de sólo “cinco o diez minutos” para informar sobre las herramientas de las que disponen las familias. A través de este proceso, en el que muchos dan su consentimiento debido al estado de “shock”, pero luego se echan atrás, Por allí han pasado un total de 527 menores hasta 2022, de los cuales algo más del 60% continuó el camino.

Niños menores de 14 años

Estos más de quinientos casos no son todos los que llegan a los hospitales a consecuencia de la embriaguez o sus consecuencias, subraya el Departamento de Familia, ya que hay algunos que ‘escapan’ del seguimiento por problemas de comunicación, recursos o de otro tipo. La mayoría de los que se han contabilizado se produjeron en menores de entre 14 y 17 años. TotalSe pudieron detectar 414 y el 60 por ciento pasó a manos de los equipos guías.. Los menores de 14 años, los considerados pediátricos y de mayor preocupación, fueron 113, de los cuales sólo uno no fue derivado para un trabajo en profundidad porque ya estaba en el programa.

Y en estos casos, aunque los padres no estén de acuerdo en tomar esta medida, los servicios de urgencias y prevención están obligados a informar a la administración. El grupo con mayor nivel de aprobación para participar en Ícaro es el de 14 y 15 años (70 por ciento) porque son los padres quienes deciden, mientras que a partir de los 16 años baja a la mitad porque son los jóvenes quienes tienen la última palabra.

A partir de los 16 años hay más urgencias en niños que en niñas, Pero en los más pequeños apenas hay diferencias entre ellos y lo que también coincide es el horario en el que son atendidos en urgencias. Lo más habitual es el sábado por la noche y el domingo por la mañana. entre las 21:00 y las 2:00 horas, excepto niños menores de 14 años, cuando la llamada de alerta se produzca durante la tarde y primeras horas de la noche.

En 2022 se registraron trece casos de reincidencia, con un aumento respecto al año anterior y en tres de cada diez no hubo consentimiento de los padres para estar en el programa de orientación. En siete de los servicios prestados se detectó consumo de otras sustancias, especialmente cannabis. “Antes esto seguía siendo una cuestión asistencial, pero se decidió aprovechar la oportunidad para derivar a estos menores a medidas preventivas”, afirma Mónica Elías, psicóloga de la Comisaría de Drogas. La clave es “hacer networking”, indicó en una jornada sobre salud mental y adicciones en jóvenes celebrada recientemente en Valladolid. Una vez implantado el sistema en todos los hospitales, los esfuerzos se centran ahora en “sensibilización y formación” para que desde el primero hasta el último eslabón todo encaje.

Que en un escenario donde El consumo de alcohol ha sido “banalizado” y “tendemos a asumir como inevitables cosas que no lo son y que tienen remedio”, recordó. “Existe una baja percepción del riesgo del consumo de alcohol, también entre los menores, y todavía es posible eludir los controles”, explicó. «El 96 por ciento considera que es una sustancia muy fácil de conseguir»según la última encuesta Estudes realizada entre jóvenes de entre 14 y 18 años.

Sin castigos

La buena noticia, indicó, es que hay una “tendencia a la baja”, pese a que hay datos que nos deben mantener alerta, como que la prevalencia de ebriedad en los últimos 30 días es del 29,2% en menores de 14 a 18 años. Lo que se busca es que, ante el riesgo, abran los ojos “con un enfoque motivacional”, afirmó. Atrás quedaron los modelos impositivos o punitivos, que dan peores resultados.

Se trata Tras esos “cinco o diez minutos” de explicación de los socorristas, las familias, que “lo acogen mejor que a los menores”, da el paso de participar en sesiones que nada tienen que ver con el tratamiento de adultos, una idea que también asusta a los padres.

Fundamental es, dijo, «la posición familiar frente a las drogas» porque “los padres son un ejemplo para sus hijos”, recordó. Con esa misma idea trabaja la psicóloga de Aclad en Palencia, Fátima Carriedo. Ella es quien recibe los casos que dan el visto bueno al salir de urgencias para participar en la orientación. En un plazo máximo de 72 horas tras su salida del hospital suelen recibir su llamada.

En el camino “se pierden algunos casos” que van hacia atrás. “Hay padres que intentan justificar a sus hijos diciéndonos: ‘Todos lo hemos hecho, él es buen estudiante, hace mucho deporte…'”, explica la psicóloga, que trabaja día a día. -día en estas intervenciones, en el mismo contexto. “Muchas personas piensan que se les juzga como padres”, dijo.

“Una oportunidad”

Pero no tiene nada que ver con eso, sino con activar un “deseo de cambio”. “Siempre les digo que no están aquí para un castigo”, recalcó, sino que es una “oportunidad de aprendizaje”. Garantizando siempre la “confidencialidad”, punto que Se “preocupan” sobre todo por sus grupos de amigos, “los sermones” quedan de lado para poner sobre la mesa los efectos que el alcohol puede tener en tu “futuro más cercano”, en un cerebro aún en desarrollo, “en tus estudios o aficiones”.

La mayoría de los que vienen a Icaro lo hacen después de haber participado de una botella con sus amigos. Y es que “no creen que eso tenga riesgo, no perciben que el alcohol sea una droga”, explicó. Para derribar estos tópicos y “desmitificar” están todos los equipos que trabajan en el programa que, tras seis años de funcionamiento, afronta el reto de incorporar el cien por cien de los menores que acuden a urgencias por las consecuencias del alcohol. Ícaro.

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