El hacinamiento en estas cárceles es máximo y la labor del misionero es aliviar la situación personal de los presos. “Las cárceles aquí son grandes fabellas, son basureros humanos. La policía los reprime, les vende drogas… La mayoría son presos jóvenes. En ocho años ya he visto 19 muertes en prisión. Es muy duro”. Más allá de su misión como sacerdote, también se muestra reivindicativo de la situación en las prisiones. “He tenido problemas con las autoridades porque denuncio la corrupción, pero nunca tuve miedo”.
Proyecto pionero
Después de algunos años como misionero en Brasil, Sotelo nunca esperó terminar en prisión. Ahora desarrolla un proyecto pionero en el país: “salas de escucha”. “En 2016 me formé en psicoterapia, quería ayudar a sanar sus heridas. después de descubrir que con psicoterapia curé el mío. Tengo 20 personas a la semana en la habitación y vale la pena. Vale la pena tener uno o dos gratis”. Afirma que “no uso la religión” en estas charlas, sólo “si el preso se abre le enseño que el camino de la curación también está en Jesús”.
Con dinero de las misiones de Ourense se está construyendo un centro de salud en una cárcel de Tarija, impulsado por este sacerdote. “Tendrá odontología, enfermería, dos habitaciones para internos… Agradecemos la ayuda de Ourense”.
El proyecto de Miguel Sotelo atrajo a ocho voluntarios que ayudan a los presos que viven en condiciones inhumanas. “Muchos duermen en los pasillos.“En una de las cárceles hay más de 1.000 presos”. Hay sacerdotes en todas las cárceles, pero también tras las rejas: “Hay sacerdotes, muchos por problemas sexuales. La Iglesia es también fruto de una sociedad enferma”.
Sus raices
Este cura echa de menos Ourense y su Verín natal, pero ya ha descubierto que su sitio no está aquí. “Estuve una temporada en España y no me adapté. Las misiones son mis raíces más profundas, siempre estuve del lado de los más pobres. Sentí el llamado a los 21 años y continuaré”.