Rubí, un peculiar oasis ante el crecimiento de la delincuencia



En el programa La competencia De RAC1, los Òscar, Dalmau y Andreu, conectan en ocasiones con Radio Latina Internacional desde el polígono industrial Can Jardí de Rubí, ciudad a la que añaden la coletilla: “la Detroit catalana”.

Pues bien, el chiste que compara el municipio del Vallès Occidental con la ciudad americana ya no vale. El último informe de criminalidad del primer semestre del año del Ministerio del Interior sitúa a la ciudad a la cabeza en reducción de criminalidad en relación al mismo periodo del año anterior, con un 8,1%. Una mejora que también tienen localidades como Santa Coloma de Gramenet o Sant Cugat del Vallès, pero que contrasta con el aumento de la criminalidad en la ciudad de Barcelona, ​​l’Hospitalet de Llobregat o Cataluña en general.

¿Qué pasó en Rubí? ¿Han encontrado quizás la fórmula que les permita convertirse en un oasis ante la tendencia alcista?

“Ni milagros ni fórmulas mágicas. Lo que hay es mucho trabajo y un personal muy comprometido que se ayuda a ser policías en la calle, y que ante una situación complicada optan por la resolución sin complejos, porque sus responsables les apoyarán”.

Quien habla desde la mesa redonda de su despacho es el alcalde Toni Rodríguez. En enero del año pasado, el que había sido responsable de la comisaría general de investigación criminal y hombre de confianza del mayor Josep Lluís Trapero, fue despedido de su cargo y enviado a Rubí.

De la noche a la mañana, Rodríguez pasó de dirigir los servicios de investigación criminal central y territorial de los Mossos, donde optó por la especialización en la investigación de agresiones sexuales y ya advirtió de la expansión de la marihuana, a estar al frente del centenar de policías de su comisaría . Algo de su paso por la investigación criminal hay que señalar en Rubí.

Básicamente lo que han hecho, explica, es cambiar la forma de coordinar los servicios menos visibles para el ciudadano y el análisis de la información. Una operación muy similar a la que ya se ha hecho en los servicios centrales.

“No esperamos a que los delincuentes actúen para investigarlos. De alguna manera te esperamos. Trabajamos para saber dónde se esconden los de Rubí, pero sobre todo, de dónde vienen cuando llegan y con quién se juntan cuando atacan fuera de nuestro municipio, porque sabemos que tarde o temprano vendrán aquí con ellos, ”, detalla Rodríguez. Se trata, añade, de recopilar información muy valiosa que permita tanto a la unidad de investigación como a la furia , agentes de paisano especializados en seguridad ciudadana, serán muy eficaces en cuanto detectemos un repunte. Información que también se comparte con las patrullas visibles para el vecino para que todo sea “ordenado y eficaz”.

“Los datos no pueden ser una excusa ni lo explican todo”, advierte el responsable de la comisaría.

Dar un ejemplo. En verano sufrieron una ola de hurtos que se resolvió con dos ingresos en prisión por reincidencia. “No tenemos que parar más, sino mejor”.

Las estadísticas del ministerio son más generosas que las de los Mossos, que cifran el descenso de denuncias en Rubí en un 6%. La explicación es lógica. Ambos miden las denuncias con distintos epígrafes y de ahí la discrepancia en la cifra, pero no en la clara tendencia a la baja.

“En Rubí no hacemos nada que buena parte de los dirigentes de los Mossos no hagan en otros municipios similares. En realidad. Hemos tenido un golpe de suerte y las cosas nos han salido muy bien”, insiste Rodríguez.

Su responsabilidad al frente de un municipio de 80.000 habitantes pero con una densidad en el centro similar a la de Santa Coloma de Gramenet, le ha permitido tratar cara a cara con la ciudadanía. Y advierte: “Tenemos que dejar de tratar a los ciudadanos de forma infantil, e intentar hacerles ver que todo está bien y que sólo son los sentimientos los que les impiden pasear tranquilamente de noche por determinados lugares”. Y añade: “Está bien decir que estamos alcanzando las cifras de 2019 y que, sin olvidar que vivimos en una parte privilegiada del mundo, la criminalidad seguirá creciendo. Tenemos que ser honestos y hacer que los ciudadanos sientan que estamos trabajando”.

El policía de Rubí defiende una nueva forma de relacionarse con las estadísticas policiales, poniendo más énfasis en esos sentimientos de inseguridad que condicionan el día a día de las personas. “Los datos no pueden ser una excusa ni lo explican todo”. Pero los datos están ahí. Y, por ejemplo, en mayo de este año se denunciaron ocho robos con violencia e intimidación en espacios públicos, frente a los 15 del año pasado. Los hurtos también han disminuido en Rubí como en el resto de Cataluña. En abril, para citar cifras redondas, el número de denuncias pasó de 98 el año pasado a 67 este semestre.

El alcalde valora el trabajo coordinado con la policía local, pieza “fundamental” de la estructura de seguridad y prevención en el municipio. Como sucede en otras localidades, en horas de la noche, los respectivos jefes de turno intercambian estaciones para compartir todo lo que sucede en la ciudad.

Otro valor que suma en Rubí, dice el alcalde, es el gran tejido asociativo que tiene el municipio y la capacidad y fuerza que tiene para organizar campañas y ponerse al frente de una demanda. “Son interlocutores imprescindibles para medir la temperatura de lo que sucede en la calle, porque se resisten a ceder el espacio de convivencia al incivilismo y entienden que los problemas complejos requieren soluciones realistas”.

Algunas calles por las que se camina de civil furia , esos policías especializados en la vigilancia sin ser vistos y que tienen memorizados los rostros de los delincuentes habituales de cada zona. También están en Rubí y tienen una historia que contar que justifica la presencia del patito de goma que ilustra esta página.

Santa Coloma y Sant Cugat también mejoran en reducción de la criminalidad mientras aumentan en Barcelona

Fue durante un operativo de salud pública que se acordó que la orden de acceso sería “pato de goma”, pero el encargado de dar luz verde gritó: “¡Pato amarillo!”. A pesar de las risas, la intervención fue un éxito y los policías recibieron un patito de goma que desde entonces aparece camuflado en las fotografías de los bodegones del material incautado en los operativos policiales en la zona. furia . Una suerte de mascota que se ha convertido en seña de identidad de una comisaría que aguanta el tirón de una pujante delincuencia con algo más que buena suerte.

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