Uno de los más afectados es el albergue As Pozas Termais, en la misma localidad, que permanece cerrado desde agosto porque, a pesar de haber implementado el protocolo antiplagas, no han podido controlar los insectos. “Este centro es básicamente construido de madera y este material es propicio para las chinches. Hemos perdido mucho dinero, hemos cancelado todas las reservas… Un desastre”, lamenta Jacob Pintos, gerente de este albergue.
Expansión de chinches
Las chinches, afirman en el sector, siempre han existido pero este año la plaga se ha extendido más rápidamente. “El altas temperaturas están detrás de todo esto”, explican los hoteleros. Además, no es un problema de falta de higiene, los insectos viajan en el mochilas de peregrinos y, una vez almacenados en las furgonetas, pasan de una a otra.
Por eso en muchos albergues, como el de Jesús Fariña, extreman las precauciones. Cada vez que llega un peregrino debe colocar su mochila sobre una alfombra a la que le han aplicado un gel que mata insectos. Además, en recepción una persona se encarga de fumigar el equipaje antes de que pueda cruzar el pasillo. No sólo eso, los peregrinos entran descalzos a las habitaciones y también se desinfectan sus botas, el equipaje dejado fuera de las habitaciones y las fundas de los colchones son específicas. “Tenemos que hacer todo lo que esté en nuestras manos para acabar con esto y que no suponga un problema para los viajeros”, explica Jesús.