Aboubacar, de llegar en una patera a Canarias en el ao rcord a intrprete para la ONU: “Antes venamos para mejorar, ahora por supervivencia”


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El maliense, de 35 años, llegó con 17 años durante la crisis del cayuco, el año récord de inmigración en Canarias. Ahora es testigo de excepción de otra ola histórica: “Los políticos se llenan la boca con soluciones que son falsas”

Aboubacar Drame, de 34 a
Aboubacar Dramé, 34 años.SARA YUN
  • Inmigración Otros 220 inmigrantes llegan a Canarias en cuatro cayucos tras el rescate de 1.157 subsaharianos el sábado
  • Islas Canarias Un cayuco llega a El Hierro con 320 inmigrantes, el mayor número desde que se abrió la ‘ruta de las barcas de Canarias’ en 1994

Drama de AboubacarDe 35 años y originario de Mali, llegó a Canarias en un barco con 17 años en 2006, cuando se produjo la mayor llegada migratoria que han experimentado las islas hasta la fecha, la conocida como crisis de canoa. Hoy, 17 años después, es testigo de excepción de otra oleada de desembarcos similar en magnitud a la que la trajo, un repunte cuyas cifras se acercan a aquel máximo histórico de 2006 y que ha tensado la situación en lugares como la isla de El hierroabrumada por la llegada de unos 7.000 inmigrantes este año, cuando su población ronda los 11.000 habitantes.

Después de 12 años trabajando como integrador y educador En el centro de menores inmigrantes de Ayagaures, en la isla de Gran Canaria, Aboubacar es ahora intérprete y presta servicios como tal para el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Dominar la árabe, francés, español y los dialectos bambara y soninke, que se hablan en países como Mali, Costa de Marfil, Mauritania, Senegal o Guinea. Estos días ha atendido a varios inmigrantes que llegaron esta semana. “Las entrevistas que hago con los usuarios son confidenciales”, afirma.

Aboubacar regresó este lunes a Las Palmas de Gran Canaria tras pasar un mes y medio de vacaciones en su país, Mali. Cuando emprendió el viaje de ida, a finales de agosto, las islas habían recibido un total de 11.439 inmigrantes en lo que va de 2023, según datos del Ministerio del Interior. En el mes y medio que llevan fuera han llegado más que en esos primeros siete meses: 12.098 personas. No ha presenciado el incesante desembarco de barcos y canoas pero sí ha percibido la dimensión del fenómeno a su regreso. “De repente en un mes ha habido un gran repunte. Lo sé porque visito centros de acogida, tanto de menores como de adultos. En Canarias 50, que es una de las más grandes, puedes ver mucho. Durante mis vacaciones el número de personas se duplicó”, afirma Aboubacar, que calcula que el centro se encuentra ahora al límite de su capacidad, que alcanza 1.000 plazas.

En 2006, junto a Aboubacar -llegó en marzo- desembarcaron en la costa canaria. 31.678 inmigrantesun récord sin precedentes desde que llegó a las islas el primer barco el 28 de agosto de 1994, una pequeña embarcación en la que dos saharauis que portaban una bandera del Frente Polisario y que, según las crónicas de la época, fueron recibidos en Fuerteventura con aplausos. El refuerzo de las fronteras de Ceuta y Melilla, los conflictos en varios países africanos y la boyante situación de España, que entonces vivía auge inmobiliario y exigieron mucha mano de obra para la construcción, pusieron a Canarias en el foco de la inmigración.

Sirve como referencia de la magnitud de aquel crisis de canoa el hecho de que el año anterior, 2005, habían llegado a Canarias 4.751 inmigrantes, casi siete veces menos.

A partir de aquel crítico 2006, los gráficos de Interior que recogen el flujo migratorio en Canarias trazan una línea marcadamente descendente: 12.478 personas en 2007; 9.181 en 2008; 2.246 en 2009; 196 en 2010; 340 en 2011; 173 en 2012… La línea comienza entonces a ascender lentamente (663 en 2016; 423 en 2017; 1.307 en 2018; 2.687 en 2019) para alcanzar otro pico abrupto en 2020, coincidiendo con el inicio del coronavirus, otro año histórico de llegadas a Canarias con 23.023 inmigrantes entran por mar. Para hacer frente a la presión migratoria, el Gobierno improvisó entonces en terrenos militares o en cuarteles en desuso los polémicos campamentos de acogida y transformó algunos hoteles canarios, sin actividad por la pandemia, en alojamientos de emergencia.

Después de dos años de descenso, las cifras de este año ya han superado las de 2020, lo que convierte a 2023, aún inacabado, en el segundo año con más llegadas, sólo superado por el de los crisis de canoa. Hasta el 15 de octubre -último dato oficial ofrecido por Interior- habían llegado a Canarias 23.537 inmigrantes. A ellos hay que sumar las más de 3.000 personas que han desembarcado en la última semana, según el recuento realizado por EL MUNDO, lo que elevaría la cifra a más de 26.500. Sólo el sábado 21 de octubre se contabilizaron 1.157 arribos en siete cayucos, cinco de los cuales aterrizaron en El Hierro con casi 1.000 personas a bordo en total. Uno de ellos, con 320 inmigrantes, se ha convertido en el más grande de la historia de las islas.

Aboubacar conoce de primera mano la situación de Canarias y también la de los países de origen de los inmigrantes que embarcan. En este último viaje a Mali, cuando se dirigía en autobús a su pueblo, en la región de Nioro, se encontró con un grupo de jóvenes que pensaban hacer el mismo viaje lo cual hizo en 2006, cuando abandonó las costas de Mauritania. “Se fueron sin documentación, sin pase a la frontera de Mauritania, sin saber lo que les esperaba. Me vi reflejado en ellos porque hice lo mismo cuando tenía 17 años. Les dije que el riesgo era enorme, que lo pensarán bien, pero sé que no toman en serio este consejo. “Terminan diciéndote: ‘Tú lo hiciste, nosotros también'”.

En mayo de 2022, el maliense fue invitado a comparecer ante una Comisión de Inmigración en el Parlamento de Canarias. Contó su experiencia y explicó que la motivación para emprender el peligroso viaje cuando llegó no es la misma que impulsa a los inmigrantes ahora. “En el momento en que vine se hizo para mejorar tu vida, ahora es una cuestión de supervivencia“, dice. “Hace 17 años en Mali no había guerra y ahora sí la hay. La gente busca protección para salvar sus vidas. Y luego está el cambio climático. Gran parte de la población maliense que emigra a Europa es aldeano y ahora ya no puede vivir de ello. Cuando yo era pequeño, no hace mucho uno cultivaba la tierra y vivía la cosecha. Le dijiste a tu padre que querías irte y él te dijo: ‘Espera hasta que recojamos la cosecha’. Ahora el padre sabe que la cosecha no va a ir bien. Si no te anima, al menos no te dice que no”.

En cuanto a la gestión de la inmigración por parte de los gobiernos, Aboubacar tiene críticas a los dirigentes de aquí y de allá. “Los políticos se llenan la boca de soluciones que son falsas, la realidad de lo que hacen no tiene nada que ver con lo que dicen. Dicen que quieren que todo el mundo venga regularmente, pero te presentas en cualquier embajada europea y el visado cuesta un millón, cuatro o cinco veces más que el viaje (costaba 1.000 euros para venir en barco)”, dice sobre los gobernantes europeos. “Y allí (en África) hay muchas críticas a la UE y demás. Sí, debemos criticarlos, pero primero debemos empezar por nosotros mismos. ¿Qué han hecho nuestras autoridades para ayudarnos? “Se mira hacia atrás y no se ve ninguna reacción de ninguna autoridad africana, de nadie que denuncie nuestra situación, que salga a defendernos, a dar una solución o a lamentar las muertes que se producen”, concluye.

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