Un estudio de Oxford revela que el 38% de los empleos en Galicia están en riesgo de automatización


El miedo, esa emoción incontrolable inherente al ser humano, estuvo muy presente cuandoA finales del año pasado OpenIA lanzó la primera versión de Chat-GPT. Varios meses después, las aguas se han calmado y el pánico ha dejado de cundir: ni se avecina una distopía en la que los seres humanos trabajarán para las máquinas, ni las empresas van a despedir masivamente a todos sus empleados y empezar a trabajar basándose en algoritmos y robots. Lo que está claro es que el mundo cambia cada vez más rápido y, para no quedarse atrás, todos Las regiones deben optar por la adopción de estas nuevas tecnologías.

Precisamente de esto se tratará la charla de Luis Alberto Otero este martes, como parte del ciclo de conferencias ‘Inteligencia Artificial. ‘¿La electricidad del siglo XXI?’ de la Real Academia Gallega de Ciencias, que desde el lunes hasta el próximo 26 de octubre analicen el impacto y situación de esta tecnología en Galicia. En nuestra Comunidad, un estudio de la Universidad de Oxford de 2017 revela que el 38% de los empleos corren riesgo de automatización; Es decir, podrían asimilar máquinas, inteligencia artificial o sistemas automatizados para realizar las tareas propias del puesto. Otero, profesor del área de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Santiago, explica en conversación con torrevieja news today que estos datos se obtienen “aplicando una metodología que evalúa el riesgo que existe de que una máquina tenga la viabilidad técnica para realizar un trabajo.” de trabajo”, lo que “en absoluto” significa que el 38% de los puestos de trabajo desaparecerán.

“No van a desaparecer”

“Se espera que el empleo en estos sectores crezca menos”, explica Otero, “pero eso no significa que vaya a desaparecer por completo”. Puede haber pérdidas en empleos con alto riesgo de automatización, como la pesca, la agricultura o la silvicultura, aunque recuerda que, aunque “somos una Comunidad en la que estos sectores son importantes”, “el peso dentro del empleo total no lo hace”. Por su parte, en la mayoría de los casos, estas tecnologías complementarán las funciones de los empleados para que realicen sus tareas de manera más eficiente. Y, apunta, “es difícil que una máquina sustituya un trabajo completo”. En teoría, si una persona se dedica únicamente a aserrar madera, una máquina podría realizar esa tarea y probablemente ahorrar costes, “pero en la práctica se observa que la mayoría de los trabajos requieren multitud de conocimientos y habilidades” y las máquinas no pueden realizarlos. todo.

Nuevas habilidades

El profesor de la USC pone el ejemplo de un profesor que comienza a utilizar la inteligencia artificial generativa en sus clases para brindar una experiencia educativa más enriquecedora. Podrá crear recursos como imágenes o infografías sin saber editar, y podrá automatizar tareas monótonas como corregir dictados o explicaciones repetitivas. “No eliminará su puesto de trabajo, pero probablemente lo mejorará”, afirma. “pero habrá que prepararse y capacitarse” para desarrollar habilidades en el uso de esta tecnología. Otero habló de ‘reskilling’ y ‘upskilling’, reciclaje profesional para desempeñar nuevos puestos o aprendizaje de nuevas habilidades para desarrollar nuevas tareas dentro de un mismo puesto de trabajo. Dos conceptos que, explica, no son nada nuevos: «La mía es la generación del ‘upskilling’», porque con la llegada de los ordenadores «tuvimos que actualizarnos, aprender a usar internet y enviar correos electrónicos”, algo que, recuerda, no les hizo perder el trabajo, sino que lo hicieron de forma más eficiente. »Esto ha estado sucediendo toda mi vida, pero ahora el proceso se ha acelerado«, reflexiona.

“En el futuro, el empleo estará asociado a tener una determinada cualificación y capacidad de aprendizaje”, explica, por lo que la tasa de personas sin estudios superiores “bastante alta en comparación con Europa”, que tendrán más dificultades para aprender nuevas habilidades no manuales, “no juega a favor de nuestro país”. Para Otero, una de las cuestiones más importantes para asegurar una buena adaptación a la llegada de estas tecnologías es “dar a la población la capacidad de reciclar continuamente y generar un hábito en la sociedad y en las empresas” para que, de aquí a 10 años, cuando Estos avances llegan al tejido empresarial gallego, este tendrá capacidad de adaptación y no se quedará atrás.

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