La línea 7B de Metro de Madrid reabrirá en la segunda mitad de 2024, con un año de retraso


El vestíbulo de la estación de Metro del Jarama fue el epicentro de la fiesta hace dieciséis años. Hubo charanga, platos de paella para repartir entre las decenas –o centenares– de personas que se congregaron en torno a una boca de metro, una chocolatina y hasta un concierto de Antonio Carmona. El motivo de la fiesta no era otro que la llegada del Metro a Coslada y San Fernando de Henares. Un párroco, recuerdan las crónicas, se ocupaba de bendecir la nueva parada. Era el 5 de mayo de 2007, marcado a fuego en algunos recuerdos, y Esperanza Aguirre saludaba a todos los que la vitoreaban, que no eran pocos. Aquellos vecinos que en su momento aplaudieron desconocían que la faraónica ampliación de la línea 7 se convertiría, para muchos, en una condena.

Han pasado dieciséis años y el vestíbulo del Jarama no ha vuelto a ser escenario de semejante jolgorio. Además, desde hace un año (24 de agosto de 2022) la estación -junto con la de Henares y la de Hospital del Henares- permanece cerrada herméticamente. La Comunidad de Madrid ordenó el cese del servicio, por novena vez en su historia (casi como si fuera el Día de la Marmota), para llevar a cabo tareas de concentración parcelaria. Las obras, 365 días después, continúan y, según ha podido saber este diario, no llegarán a su fin hasta la segunda mitad de 2024.

La reapertura del servicio, si se cumplen los plazos estimados por el Ministerio de Vivienda, Transportes e Infraestructuras, que dirige Jorge Rodrigo -sujeto siempre a lograr la estabilización y seguridad de la zona afectada por las fugas-, llegará un año más tarde de lo previsto .

Desde que las máquinas regresaran el pasado verano a San Fernando de Henares, a esa manzana podrida que conforma las calles de La Presa, Rafael Alberti, Pablo de Olavide y Ventura de Argumosa, la Comunidad de Madrid no se ha atrevido a dar una fecha concreta para la trenes para empezar a correr de nuevo. El objetivo, mediante inyecciones en el suelo, es que deje de hundirse bajo los pies de los ciudadanos.

Recién a principios de 2023, el entonces gerente del área, David Pérez, esperaba restablecer el funcionamiento de la línea 7B cuando este año llegaba a su fin, pero la realidad ha demostrado que no puede ser así.

“Trabajamos tanto en la consolidación como en la estabilización de las vías y del terreno. También en el drenaje de la estación de Metro Hospital del Henares y en la impermeabilización del túnel mediante mamparas”, explican desde el Ministerio de Vivienda, Transportes e Infraestructuras sobre los trabajos que se están realizando actualmente, y subrayan: »El servicio de Metro volverá a estar disponible en toda la línea 7 en el segundo semestre de 2024″.

A esto se suma la ejecución de inspecciones y limpieza de colectores; instalación de trasvase de agua de un pozo a otro de los existentes en esa zona por la que discurre el Metro, y el control de auscultación automática en superficie y en túnel para estabilizar y dar firmeza al suelo.

Cuando las obras se iniciaron el pasado verano, siendo la novena vez que el servicio se veía obligado a parar, hubo quien se mostró partidario de que este cese temporal se convirtiera en definitivo. Entre ellos, numerosos vecinos y afectados, que calificaron las obras como “un parche nuevo”, como sucedió en las ocasiones anteriores en que las máquinas e inyectoras de cemento ocuparon el lugar. El suelo, por el agua acumulada y la porosidad, volvió a ceder. El Gobierno regional descarta esta idea de cierre definitivo, por la que muchos abogaban, y confía en que los motores vuelvan a arrancar en 2024.

Desde el Ayuntamiento de San Fernando de Henares aseguran que no tienen constancia oficial de la Comunidad de Madrid sobre la reapertura de la línea 7B, aunque sí esperan que la comunicación entre administraciones sea “frecuente y fluida”, algo “muy necesario para la resolución de este grave problema que arrastra el pueblo”. »No como sucedió en la última legislatura, marcada por el cero diálogo político por parte del anterior consejero«, critican. El alcalde, Javier Corpa, y el nuevo responsable de Transportes, Rodrigo, ya han mantenido un encuentro »cordial«, que se ha celebrado a principios de julio.

Pero, aunque se reanude el servicio y las estaciones reactiven sus tornos, en la zona cero de San Fernando nada volverá a ser igual. En las calles de La Presa, Rafael Alberti y Olavide ya no habrá viviendas ni edificios de unas tres alturas. La Comunidad de Madrid ha proyectado sobre esa zona afectada una gran zona verde de 10.000 metros cuadrados, en la que se están invirtiendo más de 10 millones de euros para reforzar y asegurar el terreno que se derrumbaba a consecuencia de las filtraciones de agua de una ventilación pozo en las instalaciones de Metro.

cien desalojados

Allí el suelo se abrió, literalmente, bajo los pies y casas de los ciudadanos. Cerca de un centenar de vecinos de San Fernando de Henares han sido desalojados -hay más de 76 expedientes de responsabilidad patrimonial abiertos- y una docena de viviendas han tenido que ser demolidas tras ser declaradas en ruina e inhabitables. Cayeron como naipes por haber cometido la obra hace dieciséis años.

A estas se suman otras 14 viviendas en la calle de Olavide que, aún en pie, ya han recibido la orden de ruina. La agonía en San Fernando de Henares, aunque quieren confiar en que el trabajo sobre el terreno y las soluciones esta vez darán resultado, parece que no ha terminado; Y quienes allí resisten temen que sus propiedades también sean dañadas, como ha ocurrido con las de sus vecinos.

“Donde estaba nuestra casa ahora es un campo de guerra, con una decena de máquinas metidas ahí. Inyectan e inyectan para que dejen de salir las grietas, no pueden parar porque si no todo se derrumbaría”, explica Eva Medina, portavoz de la plataforma. para los afectados. Su edificio quedó reducido a escombros hace casi un año y medio y ahora no es más que una explanada de hormigón.

Ella, junto con los residentes de otras nueve casas que ya están en mal estado, esperan recibir una compensación por perder sus hogares. El ayuntamiento fijó el 30 de septiembre como fecha límite de pago, cuando todavía está en plazo, con cantidades que oscilan entre los 10.000 y los 63.000 euros por conviviente, pudiendo llegar hasta los 350.000. Mientras esto ocurre para algunos de los afectados, otros esperan que no corran la misma ‘suerte’ que sus vecinos y que las infiltraciones sirvan, esta vez, antes de que los trenes vuelvan a aceptar pasajeros el próximo año.

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