Una actualización del mito de Edipo, un poderoso artefacto metacinematográfico y un melodrama futurista


La 68 Semana Internacional de Cine de Valladolid ha superado su ecuador con tres películas muy diferentes, que tuvieron una acogida desigual por parte del público. Con frialdad y notables protestas, fue recibido ‘Música’, El acercamiento de la cineasta alemana Angela Schanelec al mito de Edipo, considerado por el director de Programación del certamen, Javier H. Estrada, como “uno de los pilares” sobre los que se ha querido construir la Sección Oficial este año. La mayor ovación del día fue para ‘Las cuatro hijas’, del tunecino Kaouther Ben Hania, un artefacto metacinemático explosivo que recrea el terrible drama de una mujer que vio cómo sus dos hijas mayores eran capturadas por ISIS. Y con disparidad de opiniones fue bienvenida ‘La bestia’, Primera incursión de Bertrand Bonello en el Festival de Valladolid, que despliega un melodrama futurista con viajes en el tiempo y el espacio para plantear preguntas incisivas sobre el terremoto que podría suponer la irrupción de la Inteligencia Artificial en nuestras vidas, informa Ical.

‘Rey Edipo’, de Sófocles, sirve como punto de partida para que la cineasta alemana Angela Schanelec ‘Música’, su trabajo más reciente, galardonado con el Oso de Plata al mejor guión en la Berlinale. Con una cadencia muy especial, la película comienza con un plano de unas montañas griegas absorbidas por la niebla. La niebla llega y lo devora todo, hasta que presenciamos el nacimiento de un bebé llamado Jon, que es acogido y adoptado sin haber podido conocer a su padre ni a su madre. Tras un fatal accidente, se enamora de Iro, una funcionaria de prisiones, que le abrirá las puertas de un nuevo mundo con sus grabaciones de música clásica, mientras el joven pierde poco a poco la vista.

«Cada vez que empiezo a escribir un guión, Siento el deseo o la necesidad de orientarme a partir de una narrativa preexistente. En este caso, no sé muy bien cómo se me ocurrió la idea de trabajar en torno a un mito, pero recuerdo que vi una puesta en escena de Edipo hace varios años que volvía a mi memoria una y otra vez. Empecé a escribir sobre ello y sentí mucha libertad para seguir por el camino que quería”, explicó Ángela Schanelec en Valladolid.

En declaraciones recogidas por Ical, al ser consultada sobre cómo trabaja con el elenco, la directora señaló que nunca les pide que se documenten y explorar sus personajes, sino más bien reunirme con ellos para “tratar de descubrir quiénes son, cómo se comportan, cómo hablan, trato de entender qué puedo esperar de ellos y si eso se ajusta a mis necesidades”. «Luego durante el rodaje no hacemos para nada acercamientos psicológicos a los personajes, sino que se trata de definir movimientos muy precisos», comentó.

Más allá del cine

Como un tornado, arrasando todo a su paso, ha irrumpido en la competición ‘Las cuatro hijas’, la nueva película de la directora tunecina Kaouther Ben Hania, galardonada hace seis años en la Seminci con el premio juvenil Punto de Encuentro por ‘La Bella y los Perros’, su segundo largometraje de ficción. En esta ocasión despliega un brutal dispositivo narrativo metacinemático para recrear la historia de Olfa y sus cuatro hijasuna mujer que vio a sus dos descendientes mayores abandonar el hogar familiar para unirse al Estado Islámico.

La historia de Olfa Hamrouni sacudió la actualidad tunecina en 2016. Fue entonces cuando llegó a oídos de la cineasta, que acababa de dirigir su documental ‘Zaineb Hates Snow’, estrenado en Locarno. Desde que se enteró del caso, La directora sintió que esto la desafiaba profundamente., y en cuanto conoció al protagonista quedó fascinada. «Vi en ella un personaje muy potente para el cine. Ella era la encarnación de una madre con todas sus contradicciones, sus ambigüedades, sus áreas problemáticas. Su historia, compleja y aterradora, me perseguía y tenía mucho interés en explorarla y comprenderla, aunque no sabía cómo iba a hacerlo”, afirma en las notas de producción de la película.

La cineasta, que no viajó a Valladolid al estar inmersa en la campaña de los Oscar (la película, ganadora del premio al mejor documental en Cannes, ha sido elegida por Túnez para representar al país en la carrera por la estatuilla), comenzó a Luego probó diferentes posibilidades de llevar una historia tan poderosa a la pantalla grande, hasta que encontró la clave.

Ben Hania ha dado forma a un dispositivo narrativo muy elaborado que funciona como un reloj suizo y pone las cartas sobre la mesa desde el primer plano de la película. Después de considerar otras opciones, decidió contratar a dos actrices profesionales. para encarnar a las dos hijas que ISIS le arrebató. Además, para darle vida a la madre protagonista, coloca a otra actriz a su lado frente a la cámara, lo que sirve para sacar a Olfa del personaje que ella misma había construido en su deambular por los medios para contar el drama. su.

Lo que queda ante la cámara, totalmente desnudo, Es la historia de una mujer cortada por la mitad. Devastado. Devastado. Víctima y verdugo que se llevará a la tumba la culpa de no haber sabido liberar a sus hijas de una “maldición” que se transmite “de generación en generación”, con las mujeres de los países islámicos. Es esa mirada profunda e intransigente la que propone la cineasta, un paso definitivo en el intento de emancipación de la mujer, un guiño y una mano tendida a las nuevas generaciones para que rompan las cadenas que las asfixian desde hace siglos, con la dos hijas de Él olió que estaban a su lado como faros brillantes en la niebla.

Océanos de tiempo

Finalmente, en ‘La bestia’ Bonello despliega un melodrama futurista cuyo alma y motor es la superestrella Léa Seydoux (‘Sin tiempo para morir’, ‘La vida de Adèle’), acompañada para la ocasión por el británico George MacKay (‘1917’, ‘Capitán fantástico’) . Es ella quien lleva sobre sus hombros el peso de una película tremendamente ambiciosa, que tiene lugar simultáneamente en tres espacios de tiempo diferentes, inspirado en dos hechos reales y uno que quién sabe si nos espera a la vuelta de la esquina, como la bestia a la que alude el título: la gran inundación de París en 1910, con el Sena arrasando la ciudad; la masacre perpetrada por el joven Elliot Rogers en California en 2014; y un futuro distópico, en 2044, que Bonello imagina con una sociedad deshumanizada, donde las emociones se han convertido en una amenaza y deben ser erradicadas.

En el corazón de la trama parece anclado una reflexión sobre el tsunami que podría suponer a corto plazo el impacto de la inteligencia artificial en nuestras vidas. Seydoux interpreta a Gabrielle, una joven que decide someterse a un tratamiento para purificar su ADN, que la reconectará con sus vidas pasadas para intentar liberarla de sus afectos, que no son más que fantasmas o “traumas heredados” que supuestamente la atenazan. . . Es entonces cuando irrumpe en su vida Louis (MacKay), un joven con el que siente una estrecha conexión, y que encarna el amor de su vida.

Múltiples capas de representación esperan al espectador en el extenso metraje, que comienza con Una aspirante a actriz sometida a la ‘tortura’ de intentar sacar a relucir sus emociones. frente a una pantalla croma verde. Desde el principio, el rostro de Seydoux (un auténtico ‘one woman show’) se impone desnudo, sin artificios y en planos muy cortos, en una película que cuenta con mecanismos de abstracción, en la que no faltan gurús, muñecos mecánicos e incluso hipnosis. , para intentar sumergir al espectador en su arriesgada propuesta, un tríptico mutante sobre el miedo, lleno de miradas y gestos atormentados, que contiene varias películas en una.

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