El cine italiano preside la jornada con una fábula y un thriller histórico, mientras Laura Ferrés indaga en «lo cotidiano’


El cine italiano fue el jueves 26 el gran protagonista de la sexta jornada de la 68 Semana Internacional de Cine de Valladolid, con dos de las tres películas presentadas a competición. En ‘La quimera de Alice Rohrwacher dibuja una parábola sobre el destino, la búsqueda y el amor, basada en las desventuras del líder de una banda de ladrones de tumbas, mientras que en ‘El rapto’ del veterano Marco Bellocchio dibuja un apasionante ‘thriller’ histórico en torno al hecho real del secuestro por parte de la Iglesia de un niño en Italia a mediados del siglo XIX. También se unió al concurso de Las Espigas de la catalana Laura Ferrésque ya había estrenado sus dos primeros cortometrajes en Valladolid, antes de presentar hoy su primer largometraje, ‘La imagen permanente’, donde investiga “el misterio de la vida cotidiana”.

Fue la primera en levantar el telón a primera hora de la mañana en el Teatro Calderón, con una película que analiza de manera muy personal el éxodo que tantas familias emprendieron durante el régimen de Franco de Andalucía a Cataluña en busca de una vida mejor, informa Ical.

«Después de hacer ‘Los desheredados’, que es un retrato de mi padre cerrando su empresa de autobuses tras la crisis de 2008, quise hacer algo parecido con mi familia materna. Mis abuelos concretamente eran cordobeses y se fueron a Cataluña durante la posguerra a trabajar, como tantos otros. Ese es el punto de partida. La película intenta ser un retrato de estas personas.pero luego se convierte en una ficción, lo que me ayuda a hablar de muchas cosas que me interesan, como el mundo del trabajo, la diferencia de clases sociales, la publicidad y cómo se construye la imagen, el tema de los desaparecidos, aunque sea colateralmente. , el paso del tiempo y la idea del eterno retorno, todo ello al servicio de crear el propio imaginario”, explicó la cineasta en su encuentro con los medios tras el estreno.

Ferrés destacó su interés y predilección por el cine en el que “lo antropológico y lo sociológico convergen con la ficción”. aunque cada vez le interesa más la fantasía. “Parece que voy a dar una vuelta por allí”, dijo.

La película, tal y como detalló su autor, “oscilaciones entre el naturalismo y el artificio”. El naturalismo irrumpe cuando el reparto está formado por actrices no profesionales y ha sido rodado en localizaciones reales, mientras que el artificio está presente cuando la dirección de actores y el guión avanzan en una línea “más artificial”. y “las reacciones de los personajes no parecen las que uno esperaría”. «En ese choque de opuestos es de donde surge la propuesta»el Señaló.

Por su parte, Rohrwacher construye ‘La quimera’ de las historias y leyendas que escuchó de niña en el lugar donde creció, donde era común que Los vecinos encontrarán restos antiguos mientras trabajan sus tierras. «La vida que me rodeaba se componía de varias partes: una soleada, contemporánea, ajetreada, y otra nocturna, misteriosa y secreta. Había muchas capas, y todos lo experimentamos: sólo había que cavar unos centímetros en el suelo y allí, entre las rocas, encontrabas un fragmento de un objeto hecho a mano, quién sabe de qué época. En los establos y sótanos del barrio te dabas cuenta de que esos lugares habían sido otra cosa, quizás tumbas etruscas, refugios de otros tiempos, lugares sagrados…», dice en las notas de producción de la película.

En ese contexto, en los años 80, sitúa su historia, poner su mirada en la generación que decidió romper el vínculo entre lo sagrado y lo profano, en aquellos para quienes aquellos bienes antiguos, con los que sus padres y los padres de sus padres habían convivido durante siglos, no tenían ningún significado. «Los etruscos dedicaron su arte, su habilidad, sus recursos a lo invisible. Para los ladrones de tumbas lo invisible simplemente no existe”, resume el cineasta.

De lo invisible es de lo que realmente habla ‘La Quimera’. Uno de esos sueños que todos perseguimos sin saber si realmente existen. Como Orfeo en busca de Eurídice, para Arturo, el protagonista de la película, el sueño es encontrar a Beniamina, su amante perdida. Es un extraño en una tierra extraña, nadie sabe cómo llegó allí ni de dónde viene, pero tiene un don, el don de encontrarlo todo, y ese ‘don divino’ lo convierte en el líder de un grupo de perdedores cuyo La única misión vital es sobrevivir sin trabajar.

‘La quimera’ Alice Rohrwacher

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Finalmente, Bellocchio firma una historia inspirado en el caso real del niño Edgardo Mortara, que con apenas seis años fue secuestrado de la casa familiar, de creencias judías, luego de que se difundiera el rumor de que con apenas seis meses había sido bautizado secretamente al catolicismo por una niñera de la familia. El conflicto entre la Iglesia católica, que ordenó el secuestro para educarlo en el cristianismo, y la sociedad de la época, en pleno proceso de reunificación italiana, Es el corazón de una película trepidante que el cineasta erige majestuosamente contra dogmas de cualquier tipo.

Con rigor y pulcritud, Bellocchio (que a sus 83 años compite por primera vez en la Sección Oficial de la Seminci) da todo su talento para recrear una época y un momento histórico llamado a cambiar la Historia. Para la ocasión repite con el director de fotografía de ‘Noche exterior’, Francesco Di Giacomo (responsable también de la suntuosa imagen de ‘Martin Eden’, de Pietro Marcello), que juega con la luz natural y artificial para recrear planos que parecen lienzos, en los que los personajes se instalan con total convicción.

‘El rapto’, Marco Bellocchio

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Juntos nos hacen viajar a la efervescente Italia de mediados del siglo XIX, cuando Bolonia todavía pertenecía a los Estados Pontificios, gobernados con mano severa por el Papa Pío IX. En clave de thriller y sin concesiones, la trama comienza con el secuestro del pequeño, quien momentos antes se encontraba jugando al escondite con sus hermanos, identificando la casa como el lugar donde todos están a salvo.

Con aroma a clásico imperecedero, la película oscila entre la desolación que invade la casa familiar y el convencimiento que embriaga a los altos jerarcas de la Iglesia, tanto el inquisidor como el propio Santo Padre. Estalla una especie de guerra santa entre la familia judía, que lleva el escándalo a la prensa liberal de todo el mundo, y la amenazada Iglesia católica, mientras Bellocchio persiste en investigar los misteriosos procesos de la fe.

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