La clula yihadista desarticulada en Melilla y Madrid buscaba atentar de “manera conjunta o individual”


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La Policía detiene a un segundo hombre, liberado como el detenido en Melilla, que retomó sus contactos para actuar

Uno de los detenidos en el operativo
Uno de los detenidos en la operación en Melilla.

Mustaf Maya Amaya -Rafael ‘El Gitano’ antes de convertirse al Islam y detenido el pasado lunes- quiso animar a los miembros de su célula a atacar “conjunta o individualmente”. Así lo ha especificado el Comisario General de Información de la Policía Nacional una vez Maya Amaya ha regresado a prisión.

Llevaba un año en libertad después de cumplir ocho años por reclutar hombres para enviarlos a luchar en zonas de conflicto. Junto a él, los agentes también Detuvieron a otro presunto yihadista en Fuenlabrada quien también había sido liberado recientemente.

Ambos, continúa la Policía, ” “Habrían retomado sus contactos con personas relacionadas con la Jihad para llevar a cabo acciones violentas de forma conjunta o individual”..

Los detenidos estarían persistiendo en su labor de adoctrinamiento, especialmente de jóvenes, utilizando aplicaciones de mensajería para enviar este material, así como para crear y editar contenidos. El juez los envió a prisión esta mañana.

La operación, que se ha desarrollado conjuntamente entre el Comisionado de Información General y las brigadas provinciales de información Melilla y Madridha sido coordinado por la Fiscalía de la Audiencia Nacional y dirigido por el Juzgado Central de Instrucción número 6. También ha contado con el apoyo del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y la Agencia EUROPOL.

Maya Amaya era arrestado en 2014 en el marco de una operación en la que la Policía Nacional detuvo a siete personas que formaban una red dedicada al reclutamiento de jóvenes miembros a través de Internet para el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL), Jabhat Al Nusra (JN) y Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). La red contaba con sucursales en Marruecos, Bélgica, Francia, Túnez, Turquía, Libia, Mali, Indonesia y Siria, entre otros países, siendo el ahora nuevamente detenido el máximo responsable de esta red. Por todo lo anterior fue condenado en 2018 a ocho años de prisión y siete años de libertad supervisada por la Audiencia Nacional.

El segundo detenido el pasado lunes en Fuenlabrada (Madrid) es también reincidente. En 2014 fue detenido como parte de una operación antiterrorista que dejó nueve detenidos relacionados con el autodenominado ‘Brigada AlAndalus’, que financió, reclutó, adoctrinó y envió combatientes a unirse a DAESH. Varios de sus miembros murieron luchando en Siria e Irak contra las fuerzas de la coalición en las filas de la citada organización terrorista.

Durante los ocho años que pasó en prisión por terrorismo -desde 1986 fueron sus entradas y salidas habituales de prisión por delitos comunes– Maya Amaya fue incluida en el régimen de Ficheros Internos de Seguimiento Especial (FIES) por su pertenencia a una banda armada, según ha podido saber EL MUNDO.

El Ministerio del Interior aplicó el régimen FIES en 2014 como reacción al desmantelamiento de una celda que funcionaba desde la prisión de Topas, en Salamanca. Este radar rastrea tanto a los presos yihadistas como a aquellos presos ingresados ​​por delitos comunes que muestran comportamientos sospechosos.

El que está considerado el mayor reclutador de Europa se acercó a los postulados yihadistas a finales de los años 90, cuando era un reincidente múltipley se radicalizó fuera, en Galicia.

La sentencia que le condenó en 2018 le situó al frente de una de las mayores redes de reclutamiento y envío de radicales para su incorporación a organizaciones terroristas yihadistas, insertas en el movimiento y la ideología de la yihad global.

En el registro de su casa, la Policía se incautó de abundante material que demostraba sus intenciones, como mapas o instrucciones precisas para actuar en zonas de conflicto. También poseía un arma, proyectiles y ropa militar, además de ordenadores, teléfonos y tarjetas de almacenamiento con amplia documentación, billetes de avión a Estambul y papeles comprometidos. Todo ello llevó a la Audiencia Nacional a concluir que Maya Amaya construyó una arquitectura para dirigir una de las mayores redes de reclutamiento y envío de radicales.

Desarrolló una estrategia que denominó La Higira antes de la Higira por la que centralizaba la actividad de formación y formación de nuevos candidatos en la ciudad de Melilla, donde residía, indicando el fracaso.

Los magistrados concluyeron que la organización que lideraba ayudó a que al menos 30 personas llegaran desde Mali, Siria o Libia para unirse a Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Daesh o Jabaht Al Nusra.

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