Alberto Tarradas Paneque: La última estocada


Con la suavidad de Juan Mora, la maestría de José Tomás, la suerte suprema del catalán Serafín Marín, y una eterna salida a hombros que perdurará en la memoria, pusieron fin a 624 años de historia taurina en Cataluña. Ha pasado una década desde aquella tarde.

Diez años del certero ataque del Gobierno de la Generalitat de Cataluña al mundo de la Toreo y, en última instancia, a su propio pueblo. Poco queda de lo que alguna vez fuimos. Las Arenas se ha convertido en un centro comercial, el Coso de Santa Eugenia cuyo derribo lo convirtió de realidad en memoria, el Torín es una propiedad de otra época… Sólo queda el recuerdo de la plaza negra de Olot, la imponente Tarraco o una Monumental de Barcelona dormida en un largo sueño por la codicia servil de unos señores cobardes.

En una época en la que la memoria no va más allá de hace dos días y los prejuicios priman sobre la realidad, esa tarde de septiembre parece lejana y la amnesia le ha pasado factura, sí. Ignorancia, maldad y mentiras se mezclan en perfecta armonía para intentar erradicar el sensación taurina de una sociedad que era capital mundial del toreo, porque Barcelona era la única del mundo que mantenía abiertas tres plazas de toros celebrando festejos al mismo tiempo. Eso sólo era posible en la Barcelona “antitaurina”.

En un continuo ejercicio de olvido, se pretende que grandes figuras del toreo como el tarraconense Pedro Aixelá “Peroy”, el médico y matador barcelonés José Rovirosa i Virgili o el leridano Eugenio Ventoldrà i Niubó llenen el baúl del olvido. Posteriormente, el figueres Enrique Patón y el mítico Joaquín Bernardoambos fallecieron este año, y como ellos muchos más hasta llegar al actual “Finito de Córdoba”, Enrique Guillén y Serafín Marín.

Son muchos los nombres, fallecimientos y grandes hitos del Toreo que se han escrito sobre él. albero de arenas catalanas. Pero, como digo, parece que es cosa de otros tiempos, que ya ha quedado en el pasado y cuya única huella se encuentra impresa en los ventanales del balcón de la Casa dels Braus de Barcelona o en cuadros surrealistas, como El Torero Alucinógeno, del ampurdanés. Salvador Dalí universal.

Chesterton decía que cada época y cultura se salva gracias a un pequeño puñado de hombres que tienen el coraje de ser anticuados. Quizás esta discreción la encarnen Mario Vilau, Alba Caro, Hugo Casado o Marcos Adame, los alumnos de la escuela taurina de Cataluña, que, recientemente, mataron cuatro toros de Buenaventura en su debut en el exilio en la plaza marítima de Vinaroz. Quizás esta discreción la encarnan los vecinos de Vidreras, que contra todo pronóstico consiguieron en las urnas la continuidad de sus tradiciones tradicionales. correbús. Tal vez sea eso, tal vez solo haga falta un puñado de hombres anticuados hablando de toros durante la cena. Quizás no todo esté perdido y sólo haga falta volver a soñar, sentir y emocionarse. Quizás hace diez años no se dio el último golpe.

Alberto Tarradas Paneque Es diputado de VOX en el Parlamento de Cataluña

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *