José Luis Torró: ¿Ya puedo hablar normal?


Los versos con los que el periodista, escritor y poeta Teodoro Llorente puso punto y final a su conocido poema «Arrós en fesoles y siestas», no han dejado de ser una clara demostración de la utilidad y sentido y, tanto o más, de la valencianidad, del artículo neutral lo, tan perseguido y condenado en los últimos tiempos por las élites catalanas. Quienes decretaron la expurgación de todos los textos si pretendían tener el caciquil nihil obstat de entidades como el Institut d’estudis catalans y aquellas otras que (dentro y fuera de un Principado, eso sí, con caprichos republiqueta) apoyan los postulados fabrianos contra los, repito, muy valencianos.

Las estrofas dialogadas entre las dos mujeres del poema son deliciosas. Conversan y el mayor pregunta al menor qué comería hoy si fuera rey de España: «Alçant lo front ple d’arraps,/ solté la lengua rápida,/ él contestó: –Pues, ¿no lo sabes? / ¡Quién es la pregunta más tonta…! /Arròs en fesols i naps». En la ratificación de su predilección por un plato tan de nuestra huerta, y también de tierra firme, el nuestro aparece repetidas veces: “¿I tu?” –Afirmé lo mejor./ The menut llançà un suspiro,/i torcant-se la suor,/ respondí: –«¿Qué debo decir,/ si has dicho lo mejor?».

La supresión de lo no tuvo en cuenta, manda huevos, una de las obras maestras de la literatura valenciana de nuestro siglo de oro, que no es catalana, como Tirant lo Blanch, elogiado desde Miguel de Cervantes, que lo consideró “el mejor libro del mundo”, hasta el actual Mario Vargas Llosa. Los restos de su autor, Joanot Martorell, no habrán dejado de estremecerse cada vez que un profesor o locutor de radio o televisión, secuestrado hasta la médula, se ha referido a esta novela de caballerías como “tirante el blanco».

Y lo mismo le debió pasar al compositor requenense (1885-1953), Pedro Sosa, de cuyo fallecimiento este año se cumplen setenta años, y que tituló su conocido e interpretado pasodoble, estrenado en 1914, como La canción de Valencia.

El Gobierno valenciano que preside Carlos Mazón parece decidido a valencianizar nuestra lengua. El loable intento, lanzado por el consejero de Educación, José Antonio Rovira, de restitución después de que el paso de Compromís por el Departamento de Educación salara al valenciano del catalán, cuando introdujeron todas aquellas palabras y expresiones más acordes con el barcelonés que es supuestamente culta y que ha quedado reflejada en los bandos y literatura oficial publicada en el Diario de la Generalitat Valenciana.

Lo que no acabo de entender es que esta valencianización, que aplaudo sin reservas, se acomete con cierta pusilanimidad a la hora de devolver al “lo” los galones que tan brutalmente le fueron arrebatados. ¿Qué es lo que se incorporará como legítima en comunicaciones administrativas orales o en escritos informales como libros de partido…?

El pasado jueves me invitaron a participar en una tertulia que se retransmite en Comarcal TV, junto a Yolanda Pérez, portavoz de Ciudadanos de Xàtiva y el alcalde de Cerdà, José Luis Gijón. El anuncio del Gobierno de la Generalitat de proceder a la valencianización de nuestra lengua fue motivo de comentarios. Y Yolanda, que es profesora valenciana, contó una anécdota que debería elevar a categoría. Relató el caso de un alumno que, tras haber superado la asignatura de valenciano, preguntó a su madre si a partir de ese momento “podría volver a hablar con normalidad”.

Normal es el valenciano que ese niño ha oído en casa desde que nació. Él y todos los estudiantes que han sido reprendidos por profesores talibanes que han llegado a desfigurar, cuando no a suspender maliciosamente, a quienes han utilizado términos y palabras que no consideraban normalizados. Y luego están los que se sorprenden de que el número de valencianohablantes no haya aumentado significativamente.

Apéndice. Dado que un guiño puede ser motivo de polémica en las Cortes valencianas una semana después de haberse realizado, también puede ser un asunto a tratar, o no, dentro de la siguiente octava. No es fácil pasar de la seriedad a la protesta airada. El asunto acaba siendo un pretexto para solicitar la constitución de una comisión de investigación en nuestro parlamento regional, y en este caso inactivo.

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