Lola Doporto, el don de la pintura como modo de evasión



Lola Doporto ha lanzado al mercado dos líneas de pañuelos de seda que reflejan su trabajo y cuyo producto de su venta ha sido donado a la Asociación Española Contra el Cáncer, AECC. Para Navidad lanzará una tercera línea. Además, próximamente llevará parte de su obra a Pontevedra en una exposición que tendrá lugar en el Palacete de las Mendoza.

Lo más reciente que hemos visto de Lola Doporto han sido los pañuelos de seda a favor de la Asociación Española Contra el Cáncer. Cuéntanos cómo surgió esta iniciativa.

Era una idea que tenía en la cabeza desde hacía mucho tiempo. Yo también tuve cáncer y afortunadamente lo superé, y con esto quería agradecer de manera especial al equipo de oncología del Hospital Público de Valdeorras su tratamiento.
El proceso de fabricación duró más de un año hasta dar con el material ideal, seda 100% natural, y la impresión de las imágenes elegidas, que se realiza con pintura totalmente ecológica. El soporte era totalmente nuevo para mí, así que adapté mis cuadros, algunos enteros y otros en parte.

Son piezas hechas a mano, únicas, salvo un par que hice en tres colores, y la recaudación se destinó íntegramente a la AECC, entidad que decidió destinarlo a la producción de pelucas.

Y ha sido un completo éxito.

Mucho. Ella había planeado hacer solo una carrera y al final hice dos. Y para Navidad habrá una tercera línea con flecos. Hay personas que decidieron enmarcarlos como un cuadro, pero hay muchos que los comparan para disfrutarlos, sentirlos y acariciarlos.

Todo esto tiene un comienzo que se remonta a tu infancia. ¿Qué recuerdos tienes de tus inicios en el mundo de la pintura?

Son de hace muchos años, cuando yo era niña. Me veo en la terraza de mi casa de Villarouso, dibujando los árboles y las flores que me rodeaban. Luego comencé a pintar sobre láminas y es algo que me ha acompañado, con mayor o menor intensidad, a lo largo de mi vida. Siempre autodidacta, me dejo guiar por el instinto, por lo que llevo dentro.

Curiosamente fue en un momento complicado de su vida, cuando empezó a dar forma al que hoy es su sello característico en la pintura.

Fue a raíz de mi tratamiento de quimioterapia cuando empezaron a aparecer esas cabezas, esos ojos, esos colores, esa gama cromática y ese poder expresivo.

¿Hay algo que te inspire especialmente?

Me gusta mucho mirar y leer libros de arte. Las imágenes se van acumulando en mi cabeza y luego adquieren una nueva dimensión al pintar. Y después de muchas vueltas, y días haciendo mis composiciones mentales, tomo el lienzo y empiezo a plasmar lo que sale de mi interior. No hago bocetos, pinto directamente sobre el mismo lienzo sin pruebas en papel.

Con tu trabajo, ¿qué buscas?

Siempre me gustó la pintura, y cuando comencé las sesiones de quimioterapia, se convirtió en una especie de válvula de escape. Ni siquiera era consciente de que se había vuelto así. Y nunca creí que terminaría mostrando mis obras. En casa insistieron en que lo hiciera, pero yo no lo creía del todo. La decisión de que vieran la luz tengo que agradecer a Antón Pulido, a quien yo no conocía en ese momento. Fue él quien me hizo creerlo.

Dinos…

En casa dije que mostraría mis pinturas si alguien que no me conocía las viera y decidiera que eran lo suficientemente buenas para mostrarlas en público. Antón Pulido era esa persona. El que me animó a creer en lo que hizo. Me convenció de que esto es un regalo. Y lo tuve. Y la verdad es que desde que empecé a creerlo lo disfruto más y no dejan de surgir nuevas imágenes para cuadros.

Esto también se notará en su trabajo. ¿Cómo ha sido la evolución?

En primer lugar, noto más seguridad. Ya no tengo los miedos que tenía al principio y eso se nota en los cuadros. Son trazos más firmes, con más fuerza, ahora uso la espátula, mucho color que transmite emociones… y como digo, “pli-plan” (risas). Ahora no le temo al lienzo. Tengo la sensación de que las obras al principio eran “más tristes”, con miradas llenas de miedo. El tipo de pintura era una pincelada sutil y suave.

¿Eres metódico, con horarios a la hora de pintar?

No, en absoluto. Tengo días en los que dedico una hora y otros en los que dedico ocho. Las ideas empiezan a revolotear en mi cabeza y luego me dejo llevar con mi música de fondo.

Tras superar esos miedos que nos hablaba de mostrar sus creaciones, empezamos a ver su trabajo en exposiciones. La primera, en 2015, “Títeres”.

Esta colección incluye una serie de personajes llenos de color, con ojos grandes. Se han convertido en íconos de mi trabajo. Unos cuadros que aparecen sin pensarlo, ya que cuando te ves sin pelo lo que más resalta en tu rostro son tus ojos. Los “títeres” recrean estados psicológicos a modo de liberación del subconsciente, tanto los miedos que tenemos cada día como las ilusiones que nos convierten en héroes tras derrotarnos a nosotros mismos.

Le siguieron “Saudade de Soños” y “Alén dos Soños”.

El primero está compuesto por 38 obras en diferentes formatos. Marionetas, pájaros o toros que muestran un laberinto creativo y mucha vitalidad y energía.
En cuanto a “Alén dos Soños”, es una exposición con la que rastreo mi evolución artística hasta obras hasta ahora inéditas.

Y llegó “Morriña de estrellas”.

Son un total de 14 obras basadas en el Pórtico de la Gloria y que comencé a pintar en el confinamiento. Una idea que surgió visitando el restaurado Pórtico del Paraíso de la Catedral de Ourense y que culminó con la observación del Pórtico de la Gloria en Santiago. Pensé en convertir esas piedras en personajes de mis cuadros en honor al Maestro Mateo, pero con mi propio sello. Las obras siguen la disposición de cabezas con ojos grandes, e incluso pinté a un Santiago Apóstol calvo, además de varios juglares. No faltan músicos. Es un trabajo del que estoy muy orgulloso.

Y en esas inspiraciones no deja de sumar obras, como la de la exposición “Onde o mundo se chama… Lola Doporto”.

En esa exposición traje una representación de mi obra de 14 cuadros, incluida una serie completamente nueva para rendir mi particular homenaje a Celanova con retratos de Curros Enríquez, Celso Emilio Ferreiro, San Rosendo y el Gaiteiro de Penalta.

Cuando alguien ve tu trabajo, ¿qué dirías que marca la firma de Lola Doporto?

El color y la forma en que los personajes te miran con esos ojos tan grandes.

Nos hablasteis de esa nueva línea de pañuelos para Navidad, ¿algún proyecto más?

Ahora mismo estoy inmerso en la preparación de mi próxima exposición que será en Pontevedra, en el Palacete de las Mendoza. Allí llevaré mis panderos del Pórtico de la Gloria, mi sacapuntas, Mestre Mateo, un sacapuntas, Paio y Teodomiro detrás de los cuales se esconde una preciosa leyenda con la que también tengo algo pensado y no puedo desvelar… Una muestra que seguiré en expansión. Y espero que el año que viene pueda exponer en Ourense y que mi exposición se convierta en una exposición itinerante.

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