Infancia
Uno de los temas centrales de su discurso fue su infancia. Recuperamos un fragmento:
“Nací en los altos de Trives en unos años en los que íbamos al colegio con una lata grande de sardinas sujeta por un asa de alambre. La abuela lo había llenado de brasas y pusimos los pies encima para calentarlas. ¡Estaba nevando mucho! Pero había una luz deslumbrante. Además siempre llegaba el verano. Y los domingos nos sacaban del pozo de Caneiro no Bibey”.
Ourense, la provincia “la más despoblada y bonita”
Domínguez también mencionó el paisaje de la provincia de Ourense, a la que se refiere como “la más despoblada y bella”. Sobre ella dijo lo siguiente:
“Me gusta el paisaje y la niebla. que nos rodea donde hay más bichos que personas, sobre todo en la zona oriental de la Provincia, la más despoblada y hermosa. Qué hermoso, el pueblo de mi padre, Cernado, ante el Cabezón, como llamamos los de allí a Manzaneda. Y la catedral de Ourense me gusta mucho más que la de Santiago, con diferencia. No sé cómo con tantos estilos, capa tras capa, siglo tras siglo, un arquitecto tras otro, el resultado es tan bonito. Y el Liceo, un palacio renacentista del siglo XVI, no sé si son muchos. Y el Centro Histórico, incluyendo la ampliación de principios del siglo pasado”.
“¿Por qué no hacemos de Ourense una ciudad de flores?”
Finalmente, Adolfo Domínguez también hizo una propuesta para la ciudad:
“La naturaleza lo arregla todo. ¿Por qué no hacemos de Orense una ciudad de flores? Cuidar las plantitas de los balcones era una tradición nuestra. Lo hacía mi madre, mi abuela, los niños nos turnábamos para regarlas todas las noches, a veces protestando. Y se desbordaron hacia la terraza. Y el doctor Ascarza, médico y consejero, también los cultiva, como un botánico, en su casa de Ramiras. Y muchas mujeres. Esa es la semilla, que brotó hace mucho tiempo y quiere crecer. “Tenemos que convencer a los vecinos para que se unan”.