“Me gusta el paisaje y la niebla que nos rodea, donde hay más bichos que personas. Me gusta más la Catedral de Ourense que la de Santiago, el resultado es muy bonito. El Liceo, un Palacio renacentista del siglo XVI. No ves muchos. Y el Centro Histórico”, dijo el diseñador. El despilfarro de ourensanía fue mucho más allá. “No quiero vivir en Madrid ni en la costa, y me resigno a que Ourense sea más intenso de lo que me gustaría”, defiende Adolfo Domínguez. Critica que “todo el mundo quiera vivir encima del Parque San Lázaro”, idea que produce una ciudad “desordenada e irregular como pocas”. Para Adolfo Domínguez, quien llevó su proyecto empresarial a volar alrededor del mundo sin dejar de pisar la tierra que le vio nacer, todo tiene solución en las flores. “La naturaleza lo arregla todo, ¿por qué no hacemos de Ourense una ciudad de flores y le dejamos las luces de neón a Vigo?”
La propuesta estaba dirigida tanto a las autoridades como a los ciudadanos. “Podemos crear una historia, una historia para Ourense. Hay que persuadir a los vecinos, convocar concursos como hacen los ingleses. Edificios con jardines como en la muy poblada Asia. Fachadas en las que las plantas pueden rizarse. “No tienes que inventar nada”.
Recordó el Jardín Botánico de Ourense, en Montealegre. “Es una pequeña joya que rara vez utilizamos. Que sea el embrión de una escuela de jardinería y paisajismo. “Las flores son una ciencia, la educación debe organizarse”.
Adolfo Domínguez cuenta que cuando sale de su refugio y baja a la ciudad aparca en el mirador de San Francisco. Hasta llegar al bar de tu amigo máquina toda esta historia de la ciudad de las flores, la solución que encuentra para enriquecer Ourense. “Haríamos Ourense hospitalaria y turística, nuestra ciudad puede ser una riqueza que tenemos a nuestro alcance”.
Elogiar las plantas tiene mucho sentido. Le recuerdan a la infancia, donde empezó a forjar una personalidad que, años después, traspasó fronteras bajo el lema “La arruga es hermosa”, que situó a Adolfo Domínguez y Ourense en el mapa de la moda internacional. Y sostenibilidad. El viejo todavía sirve si es bueno y se cuida, llegó a sentenciar.
“Agradezco el honor que hacen a mi familia, a mis padres, comerciantes e industriales, y a mi abuela, que cultivaba lino en Soutiño do Rei y, tal vez, es la abuela de ‘la arruga es bella’. Los tres me enseñaron el oficio”.
Un espectáculo con alusiones a la tierra, a Ingresó, trajes regionales e innovación aderezaron esta historia. También se pronunció su amigo, Moncho Conde Corbal: “Adolfo es una persona entrañable, que incluso en el silencio transmite cariño. Como amigo, es el mejor que he conocido”.