Desde Senegal hasta Allariz para trabajar en una panadería



De madrugada, en los talleres de O Forno do Tomás sólo se oye el wólof. Tres senagaleses, Mansour Wade, Waly Faye y Birama Kane, Pasan horas haciendo cientos de hogazas de pan para oficinas y restaurantes locales.

El primero en llegar es Waly, el mayor. Llega a las 22.00 horas y se encarga de preparar la masa. El jefe le deja el programa del día, para que mida lo necesario. Dos horas más tarde, Mansour y Birama se unen para empezar a hornear las barras en el horno. Repiten esta acción hasta las 5:00 am, cuando comienzan a llegar los repartidores. Después llega el momento de hacer las empanadas y unas pizzas pequeñas, “hacemos lo que nos piden”.

Juntos Comentan la actualidad política en Senegal, muy acalorado por la detención en prisión del líder de la oposición; cosas sobre su trabajo o su día a día en Ourense. Mansour ha sido un activista “desde que nació” y aunque sus compañeros no lo son, En muchas ocasiones les ofrece discursos sobre política nacional.. “Intento convencerlos, pero la vida cotidiana es muy dura”, se ríe.

“Este mundo es como la hospitalidad. Un día de descanso y trabajo de noche. Los jóvenes de hoy no quieren estas condiciones”, afirma Mansour. “Al final, los extranjeros siempre hacen los trabajos que nadie quiere.. A eso venimos, no nos importa una cosa u otra, sólo queremos ganarnos la vida dignamente”, añade.

“En el campo, en las fincas, en los trabajos más duros, estamos los extranjeros. Ésa es nuestra importancia”, reflexiona el panadero.

Aprende el oficio

Aunque la mayoría de los trabajadores aprendieron a amasar pan al llegar, otros llegaron conociendo Senegal. “Muchos hacían pan en Senegal desde que eran niños, allí eran panaderos”, dice Wade.

Según explican, En el país africano existe una gran cultura del pan, tal y como ocurre en Galicia. Heredaron la tradición francesa, por lo que son más una bagette que un pan de campo. “En Senegal existe una cultura del pan muy fuerte. La gente allí no come el día anterior”, dice Wade.

Todo el mundo recuerda el día del Ramadán, cuando en las oficinas se formaban colas de kilómetros de largo para terminar la festividad con pan fresco, antes de romper el ayuno. “No cogen las rejas rústicas, pero aprendemos”, afirma.

dormir unas horas

Aunque viven en Ourense, estos trabajadores se desplazan diariamente hasta Allariz. Duermen pocas horas, porque pasar tiempo con sus hijos y trabajar de noche requiere un gran esfuerzo. Aunque normalmente llegan a casa alrededor de las 9 de la mañana y duermen hasta las 4 de la tarde, dicen que casi siempre terminan durmiendo menos de cuatro horas.

Con sólo un día libre, si no se levantan, no pueden ocuparse de sus familias. Por eso, se ciñen a días duros y poco descanso entre ellos.

Esta vida los lleva a considerar nuevas opciones para el futuro. Wade quiere ser camionero. Ya tiene el permiso C y, poco a poco, a medida que pueda ahorrar, irá consiguiendo el permiso de remolque.

El transporte es otro sector que no puede cubrir sus vacantes. Sin embargo, hay más posibilidades de encontrar más trabajos diurnos.

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